Plaza Monumental; historias del jaripeo y El Charro Viejo don Ángel Patiño
Hace 32 años, se vivía una de las mejores épocas y la ultima de grandeza para el jaripeo en la plaza de toros Monumental de Morelia


Hace 32 años, se vivía una de las mejores épocas y la ultima de grandeza para el jaripeo en la plaza de toros Monumental de Morelia, al mismo tiempo que se me brindó la oportunidad para escribir su historia, suceso que en lo personal ha formado un privilegio, ya qué tantos aspiraron a ese puesto y por divinidad me fue concedido, cuando nunca esperaba tal distinción y que cambio para siempre el destino que había avizorado para mi existencia, al hacerme participe de algo que me apasiona.
Ya hemos comentado como fue la incursión para llegar a este diario, lo que atesoro con gratitud, mi espacio que cuido con esmero ya que este periódico La Voz de Michoacán, me dio tanto, como nunca me lo pude imaginar, al poder llegar a la medula de tal esplendorosa tradición, El Jaripeo.
A muchos, quizás cientos y hasta a miles de personas, esta institución periodística les ha brindado la oportunidad de un desarrollo pleno, de tanta responsabilidad y de la mejor postura en que cualquier persona aspira al desarrollo; al conformar la planta laboral que es la base en la estructura y elaboración del periódico y aleatoriamente a todos los que con su empeño, dedicación y esfuerzo se han esmerado en hacerlo llegar a las manos de los lectores. Todos quienes hemos participado en este proyecto septuagenario y que va por muchos más años, hemos sido privilegiados con una fuente digna y basta de trabajo, que nos ha permitido formar y desarrollar a nuestras familias.
Y muy dignamente; como cuando comenzamos a escribir sobre los acontecimientos que giraron en torno y del propio jaripeo en la plaza Monumental, que desde siempre que se han desarrollado en este escenario, han acaparado la atención y han forjado a la más grandiosa de las aficiones, quienes buscaban después de los eventos la información a detalle de los sucesos que ya se habían vivido.
Hace 32 años, las temporadas que se generaban del mes de septiembre al de junio y domingo a domingo con espectaculares jugadas de toros al cajón, los acontecimientos estaban regulados y administrados por el padre Francisco Sánchez Medal, quien había seleccionado a un selecto grupo de empresarios organizadores de jaripeos, que contendían en buena lid, por en sus eventos cuando les correspondía y presentaban lo mejor que tuvieran a su alcance para satisfacción de la afición.
El gran público que era un numeroso contingente que se congregaba los domingos por las tardes en la majestuosa y gran plaza de toros provenientes de todo Morelia y sus alrededores y de lugares tan alejados que hasta de los estados sureños venían a extasiarse con los jaripeos morelianos, a donde su furor comenzaba a cobrar expectativas y también de los jaripeos duros y rudos del sur iniciaron a llegar por igual toros y jinetes al ruedo ahora mítico de los mejores jaripeos que había en el país.
Ocho empresas sobresalían en cada una de sus fechas de jaripeos y que se les otorgaban durante el año en temporada a desarrollarlos. Una San Lorenzo, de Álvaro López, que ganó relevancia y el titulo de La Ley del Jaripeo, después de que impusiera las ultimas condiciones de jerarquía entre un toro sobre todos los demás protagonistas del jaripeo; con el último gran ejemplar de todos los tiempos El Torbellino, de La LR, quien dejó su huella tan profundamente marcada que en cualquier plaza del jaripeo se recuerda su nombre y es de culto y admiración, aunque nunca se hubiese presentado ahí.
Otra organización que venía con los mismos pasos y que su calidad en cuanto a presentaciones abarrotaba toda la Monumental, fueron los hermanos Reyes Malboro; que a la postre se quedaron con quizás el último gran toro que marcó una leyenda por sus reparos, El Manchado, que incluso dio pie a un desarrollo ganadero que sigue manteniéndose con la simiente de ese ejemplar que vino de Colima y que fue el terror de los jinetes y la máxima expectación de los jaripeos en el país, después del torbellino, en la era cuando pertenecía a San Simón El Alto, del Indio Juárez de Celaya.
Hablar de la época que me tocó escribirla en este diario en adelante, es sumergirse en un mar de recuerdos y emociones y quizás de la máxima gloria de estos eventos, cuando la plaza de Morelia, se ganó el calificativo como La Catedral de los jaripeos, simplemente por su estructura grandiosa, y por la continuidad en sus temporadas y por la excelsa calidad de sus jaripeos. Y desde su origen.
Como un protagonista de los jaripeos, era sumamente difícil estar colgado en un cartel de la plaza Monumental, había que demostrar mucho empuje si eran toros. Y cualidades si eran jinetes; los caporales prácticamente se habían forjado durante años en esas jugadas y no había lugar para nuevos y menos para improvisados; las innovaciones se siguieron dando y los pasos evolutivos vinieron marcando la forma de hacer las jugadas desde el mismo centro del ruedo de la plaza Monumental, donde todo el país en donde se profesa esta actividad, estaba puestos con su mirada de escrutinio para valorar y ofrecer en las plazas de donde quiera, los mismos conceptos de grandeza tal como se confeccionaban las jugadas entre toros y jinetes en esta emblemática plaza taurina.
Aquí mismo, en la Monumental, surgió la jugada de toros bravos con los caballos, que no es más que la fórmula del auténtico jaripeo, pero con la variante de que en lugar de toros mansos y de poder para el reparo, había que lidiar con el coraje, la fiereza y bravura, ahora de los toros de lidia.
Comenzamos como en un juego con Pancho Mora, las ocasiones que el padre Sánchez, me bridaba la plaza cuando no había interés por desarrollar alguno de aquellos grandiosos jaripeos al cajón, y nos motivó la incursión de toros bravos que esporádicamente realizaba la empresa Arsa, quien también gustaba por el movimiento de los caballos ante un toro bravo. Y cuando Enrique Herrejón traía sus toros salvajes, como aquel Pájaro, del que ya hemos hablado bastante y que causaba estragos en el ruedo y en todo lo que se moviera, produciendo emoción y pánico al intentar herir a los caballos que tanteaban derribarlo para poder concretar su jugada, de suelo como se practicaba.
Entrado al siglo XXI, Reyes Malboro, en la etapa que administraron ellos la Monumental, para los jaripeos, y ante el auge que había cobrado en el bajío de Guanajuato, la jugada a caballo con toros bravos, los metieron en sus programas y así al paso se fue consolidando esta versión de la jugada de toros; después llegaron otros empresarios, el compa Eugenio Aguilar, La empresa Ardiente de Manolo Herrejón, y Checo Cisneros, quienes consolidaron el gusto por jugar con toros bravos.
En esa época antes de 2010, ya había algunas figuras del caballo, los lazadores que encabezaban sus cuadrillas y los del municipio de Celaya, entonces los nuevos empresarios trajeron a la Monumental los toros que posteriormente serian la revelación y que impulsarían los bravos jaripeos de la gran plaza. Goyito de Ojo Seco, fue quien a su vez reunía también a los lazadores del bajío, ya que aún no había tantos de este lado en Michoacán y entre ellos llegó don Ángel Patiño, quien pronto por su edad y experiencia se ganó el calificativo de El Amo y Señor de Los Lazadores; el charro viejo le decían también y a la edad de 70 años seguía cabalgando en las jugadas bravas y enfrentando a los toros más peligrosos que se han generado en este tipo de espectáculos, que ahora tanto gustan.
Desafortunadamente hace un año y meses, entrado el 2024, falleció repentinamente don Ángel Patiño, a todos sorprendió tan inesperado acontecimiento y se lamentó la gran perdida, ya que además de excelso hombre de Campo y lazador de a caballo, fue una gran persona, muy querido en todo el bajío y en cualquier plaza de Michoacán, y no se diga en la misma Monumental de Morelia, donde dejó escritas páginas de grandeza y de convicción y gusto por la gran tradición, y hace un año las empresas de mayor prestigio San Lorenzo de Álvaro López y Malvoro así con “V”, de Javier Reyes El Capitán América, le rindieron meritorio homenaje y fue el domingo 17 de marzo de 2024.
Prepararon una jugada con expectativas para rendirle tributo y culto a uno de los mejores lazadores que ha dado el jaripeo de toros peligrosos, con lo más bravo de la ganadería El Tigre de Jofre y de Rancho La Lobera, para los lazadores Suicidadas de Morelia y Los Monarcas de Guanajuato, con las dos bandas que le han dado el máximo sabor a las jugadas bravas, La explosiva de Ajuno y La Constelación; y ante una serie de acontecimientos nostálgicos fue que vivimos un buen jaripeo como cuando comenzamos a escribir sobre ellos hace 32 años y nos trasladamos al origen de este tipo de jugadas con lazadores férreos y caballos valientes de mucha rienda y toros de peligroso instinto, tal como cuando se jugaban su honor aquellos grandes hombres que como don Ángel Patiño, le dieron lustre a la historia del jaripeo que forjaron y que por sus hazañas e historia, justamente hoy recordamos la grandeza del Charro Viejo Don Ángel, que con más de 70 años seguía cabalgando.