Retorno al jaripeo

La promesa de espectáculo estaba bien cimentada con los actores que tomaron parte. Ahora, el día 27 de enero, ayer me animé y fui al jaripeo de cajón

Gonzalo Reyes

Tiempo hacía, más de 4 años, que no asistía a un jaripeo completo de montas al cajón. Bueno, sí fui al de San Pedro Pareó hace más de 2 años, cuando se reunieron los legendarios para homenajear a don Antonio Reyes, ya que la promesa de espectáculo estaba bien cimentada con los actores que tomaron parte. Ahora, el día 27 de enero, ayer me animé y fui al jaripeo de cajón.

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Primero, por la invitación a participar en él, con uno de los múltiples trabajos que durante mucho tiempo he venido realizando para el desarrollo y estimulación de los participantes. En este caso, la confección de un trofeo chapado en laminillas doradas, realizado por un gran artista michoacano y que me encomendaron proporcionarles, para la premiación final. En segundo lugar, porque no era un jaripeo cualquiera; fue en el marco de una gran celebración, el aniversario del ejido al que pertenece la plaza de toros La Pequeñita, de la colonia Primo Tapia, al oriente de Morelia.

El motivo principal fue que lo organizó un gran amigo con quien vivimos infinidad de batallas, las más duras en cuanto a la organización de estos festejos, y que nunca desistimos. Además, su personalidad ha destacado en el medio por ser uno de los jinetes insignia y que logró, por medio del jaripeo, trascender en su trabajo agropecuario y ganadero para la continuidad de los jaripeos.

Es José Luis Leal, hermano mayor de Ignacio Leal, La Changuita de Santiaguito, la dinastía de los grandes del jaripeo. No solo en la plaza Monumental sino en todas las plazas del país, a donde su trascendencia llegó tras los apabullantes triunfos que lograban cada domingo en la catedral de los jaripeos. Alcanzando la inmortalidad La Changuita, por ser el jinete que despidió al toro de toros, al As de Oros, con 3 quedadas al hilo y en la última batalla, cuando el toro murió en el ruedo mismo de la Monumental de Morelia, la tarde anunciada como su último desafío.

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Otro de los motivos que me propiciaron la asistencia a esta jugada, además de que era un concurso de ganaderías, fue precisamente que cada uno de los 12 participantes son ganaderos, criadores de toros, rancheros auténticos de cepa y de corazón. Con una gran pasión por el espectáculo más mexicano. Además, son grandes y entrañables amigos de toda la vida, más de 30 años en el medio contabilizándonos nuestro accionar. Ellos proveen de bovinos en las jugadas y nosotros nos encargamos del proceso, la planeación y realización de aquellos que fueron buenos jaripeos con ellos.

Así que a la hora de ir a entregar el trofeo de oro y los reconocimientos encomendados para la premiación final del jaripeo torneo, antes de comenzar las incidencias, al llegar a la plaza bonita de la colonia Primo Tapia, que ya tiene un lugar en la historia de Morelia en cuanto a jaripeos, con el nombre de La Pequeñita, nos reencontramos con los buenos amigos. Fue tanto y recíprocamente el gusto, que cuando pensé en regresar, ya estaba todo dispuesto para dar inicio a las montas. Como siempre equipado con mi inseparable cámara, no quedó más remedio que quedarnos.

Previo, tuve de nueva cuenta el privilegio de saludar a los que han hecho grande el jaripeo michoacano, a jinetes que dieron las últimas notas de gran personalidad y dignidad en sus montas. Chavita García, quien fue reconocido como El Niño de Oro, jinetezo; El Borrego de Atapanéo, gran baluarte de los jinetes Indomables y los Intrépidos de Michoacán, que siempre se rifaron ante las mejores ganaderías del país. Estaban también jinetes de Aldea, que fueron luminarias y de Santiaguito.

Entre los ganaderos con los que hicimos cosas grandes, volvimos a intercambiar experiencias con Beto Rico, ahora con su ganadería Cerro Alto de Zurumbeneo. Hace 30 años triunfaron por todas las plazas con su toro El Golondrino. Rommel Robles del rancho Doble RR, de Jaripeo, Michoacán, también estuvo presente. Los hermanos Herrejón, José Luis y Manolo, quienes me dieron oportunidad de administrar la que fuera una reconocida plaza en Colinas del Sur, en la entrada a la sierra de Morelia. LA Rancherita, en la que operamos de tiempo completo desde los años del 2003 al 2008. Fue en la época en que la misma Monumental registraba una baja incidencia.

El comandante Augusto Adrián Ceja también estuvo presente. Fue tan efusivo el saludo, casi militar, como su formación que prometió volver a invitarme en tiempo completo a su rancho. Una vez que esté de franco, debido a su trabajo que lo mantiene siempre alejado de su Santa María, en el municipio de Tarimbaro.

Es un lugar tan querido y lleno de historia jaripeñera, pues de ahí es su primo Martín Ceja, uno de los grandes pioneros del jaripeo de paga en la Monumental de Morelia. Claro que aceptamos estar en su Rancho El Pantano, previo a las fiestas de Marzo, con motivo de la celebración al señor San José y para confeccionar todo el esquema publicitario además.

Pasadas las 16 horas, ya la plaza estaba rebosante. Se dejaron ver muy guapas las damas presentes y los hombres distinguidos. Estaban celebrando sus fiestas ejidales. Mientras se realizaba el sorteo para el torneo donde se puso en juego el áureo trofeo, se dieron varias montas de regalo. Al oír el clamor del público, fueron emocionantes. Las reglas eran simples: dar espectáculo en las jugadas. Lo que diera de sí el toro y lo que soportara el jinete, sin hablarles para obligarlos a dar una segunda salida. Permitiendo acomodarse lo mejor posible a los hombres de hierro que habrían de sortear los reparos de los selectos ejemplares. Estos toros provinieron de 12 ganaderías, de "ganaderos" auténticos y apasionados por el buen espectáculo.

El público asistente, que abarrotó el graderío, tenía que calificar el accionar en las montas. Para el efecto se hicieron 3 bloques de cuatro toros cada uno. Al final de cada bloque, los aplausos de la concurrencia tendrían que arrojar un solo finalista de esos cuatro de cada grupo. Así al término de las 12 jineteadas, tendríamos 3 toros que deberían calificarse de nuevo por el público. El toro ganador saldría hasta el último derivado de los 3 que ya habían superado a otros 3 en sus grupos. La lista de emociones se conformó de la siguiente manera.

En el cuadro uno, y por lo tanto comenzarían con las emociones consecutivamente, iniciando el toro El Látigo, del Rancho Los Infernales, con el jinete Chorlito de Cerano. Logró quedar arriba de este burel, que a la postre tendría el segundo lugar de todo el certamen. Posteriormente y con tres derribos a los jinetes, siguieron los toros El Cuervo, de la ganadería La Lomita y su jinete Diego Guerrero. El tercer agarrón lo tuvieron el toro Orgullo, de la Doble RR, y el jinete Cristalito de Morelia. El cuarto de la tarde fue protagonizado por el toro Rompe Corazones, de Rancho El Pantano, del comandante Ceja, y el jinetazo Cachorro de Morelia. No importaron los intentos, no pudo quedarse arriba.

Ya sobre las 6 de la tarde arrancaron los 4 toros del segundo bloque. En quinto lugar, y primero de su serie, fue el toro Estilo Italiano. Muy bonito de estampa negro carbón y su jinete Pantera de Morelia, que como tal le peleó hasta lograr quedarse arriba y bajar con elegancia después de que el toro fuera lazado. Enseguida dieron espectáculo otro toro de igual conformación bella y armoniosa, pero de nombre El Cheroque, de Rancho Los Álamos, de José Luis Leal, y el jinete Gringo de Morelia. Tuvo que rendirle pleitesías al estético ejemplar.

Tal como sucedió con el jinete Pollito de Morelia sobre el toro El Tren JR, del Manantial. Ante el dramatismo cuando el hombre atorado del pretal fue sacudido ante la angustia de los presentes. Solo en la puerta del cajón, en una vuelta, quedó desprendido. Pasó a los servicios médicos donde afortunadamente salió bien librado ante este impetuoso toro que al final se colocó en el tercer lugar de la competencia.

El bloque lo cerraron el toro Red Bull, del Saucito, y el jinete Malboro JR. No tuvo suerte y cayó ante la contundencia del ejemplar. Eran las 7 de la noche y el toro Simba, de Cerro Alto, antes de salir al ruedo para su jugada, recibió una cornada. Tuvo que descartarse esa monta con el jinete sensación Pescadito Leal, nieto de don José Luis Leal, para quedar en solo 3 desafíos el último grupo. Lo abrieron el toro Preso número 9, del Rancho La Prisión, un imponente ensabanado con 800 kilos de fuerza bruta que con su fuerza bronca pronto se quitó al jinete en turno Quiño II de Morelia.

La monta del diez fue entre el jinete Carlos Estrella y un torón de nombre Avión Presidencial, de Los Toros Ardientes. Dejó constancia de su alto vuelo, contundente y rapidísimo en la vuelta. Desalojó dramáticamente al jinete de sus lomos cuando ya las emociones estaban al máximo. Faltaba la última jugada del compromiso entre el toro El Antojito, de Rancho El Sabino, y el jinete Blake de Morelia. Dramáticamente, se fue al suelo.

Ahí estuvo la monta del campeonato, que por cierto fue peleadísimo el veredicto en la decisión final. Los tres toros que estaban en el lugar de escoger al del campeonato fueron ovacionados con la misma intensidad. Tuvieron que repetir varias veces los aplausos.

Fue una de las más reñidas competencias elegidas por el público que al final no se equivoca y tiene la razón. Como tanta razón tuve en quedarme a presenciar este jaripeo que proyectó mucho de honradez y dignidad por sus protagonistas.