Gustavo Ogarrio “Blade Runner” (1982) es una película del director Ridley Scott basada en la novela de Philip K. Dick que se tradujo así “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”. Es la historia de un cazador de replicantes, androides casi perfectos en su mimetización humana. En un primer momento fue una película que tuvo una recepción nada afortunada entre la crítica cinematográfica. Terry Kelleher dijo que lo que “realmente le enfureció” de la película fue su “final feliz, absolutamente superficial”, después del despliegue de una trama oscura, violenta y deprimente. Roger Ebert afirmó que los efectos especiales “se imponen” a la historia. Sin embargo, “Blade Runner” desde los años noventa del siglo pasado se comenzó a transformar en una película de culto y en un clásico del cine contemporáneo. La película también cuenta con una cantidad infinita de interpretaciones, estudios y tesis de grado en universidades. Seis montajes diferentes hacen de la película varias películas. Incluso se le relaciona con “odiseas” modernas tan canónicas como el mismo “Ulises” de James Joyce. Hay una secuencia, una segunda parte, de 2017 y que se tituló “Blade Runner 2047”. Sin embargo, “Blade Runner” es un clásico porque, a su manera, fue también una película imposible. Jesús Alonso Burgos se expresa así de ella: “una magnifica historia clásica sutilmente trabada con los mimbres de la modernidad; es decir, una obra de arte moderno, si nos atenemos al dictamen de Baudelaire, según el cual el arte moderno es aquel que contiene lo eterno y lo efímero, el modo y la moda”. Sobre el final feliz del primer montaje de la película, que después fue eliminado en el montaje del director, éste mismo ha dicho: “Yo no quería terminar con una nota triste. Entonces me pareció justificado concluirlo con la idea de que todavía queda espacio sobre la Tierra”.