MARGARITA, CARACOL Y POESÍA

¿Quién es Margarita Vázquez ante ese caracol?

Gustavo Ogarrio

Admiro de manera secreta y profunda a las y los talleristas de literatura. Cualquiera que sea su idea del arte poético y/o narrativo, los considero el hilo de plata, el puente casi invisible, entre el mundo secreto de las palabras y los mundos atroces de la historia. Son para mí las últimas noticias de un gran esfuerzo acumulado a ras del suelo por reconciliar las prácticas educativas en relación a la literatura con las prácticas culturales. Desgraciadamente, es posible constatar que existe una grieta profunda entre educación y literatura.

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Margarita Vázquez Díaz ha significado para mí la posibilidad de una utopía en marcha, la de articular sostenidamente, con el ejemplo de su vida y de su obra poética, pero también de tallerista, activista, investigadora y promotora cultural en Michoacán, la poesía y todos los mundos posibles. Hay en ella una fe y una mística por la palabra y por el trabajo permanente que se requiere para que esta palabra se transforme en arte poético, narrativo. Con ella se aprende una lección básica: la poesía está en el lenguaje mismo, no es privilegio de nadie. Ella es precursora de muchos procesos de lucha cultural y política que hoy sostienen la coherencia mínima de una época que parece condenada a la desarticulación cognitiva, política y estética. Su obra poética ha sido reunida en un libro que es la vida misma de su palabra: “De cara al caracol. Poesía reunida. 1985-2024” (Cuarta República. Editorial de Michoacán). ¿Quién es Margarita Vázquez ante ese caracol? La vibrante voz del deseo, la relatora de infancias y adolescencias rodeadas de varones, violencias y hallazgos metafóricos, la que está siempre dispuesta a recomenzar el camino indescifrable de la palabra y de la enseñanza colectiva de la literatura; la que nos recuerda esa incomodidad necesaria que deja la poesía: “Soy la piedra / en el zapato del destino / la molesta risa fresca / entre los muertos. / Soy esa”.