Minerales

Están las mañanas que se consagran, entre el polvo y el sol, en la espera de diluvios cristalinos con bailarinas en los semáforos.

Gustavo Ogarrio

Están los minerales como el zinc y el selenio que poco a poco penetran en los cuerpos para combatir a la vejez mientras el tiempo se va llenando de espectros y de ruidos vertiginosos y de sombras amables que revelan desde el otro lado, que no es el más allá, algunas verdades arcaicas que no siempre estamos dispuestos a procesar con los alimentos. Están las mañanas que se consagran, entre el polvo y el sol, en la espera de diluvios cristalinos con bailarinas en los semáforos; se amontonan las soledades en las plazas mientras las hélices de los helicópteros dibujan su críptico lenguaje de máquina en el lienzo de un atardecer que olvidaremos al día siguiente. Están los ruidos de la noche y su lamentar vetusto que transforma los deseos en carnazas salobres que de vez en cuando son capaces de desdoblarse en ternuras inéditas. Están los que inventaron los atajos que recorrieron mis abuelos cuando la caligrafía de la ciudad aceptaba sin sentimentalismos los aguaceros que dieron origen a mi infancia; atajos que fueron borrados por las grandes avenidas y los anuncios de neón y los viaductos y los supermercados y los libramientos sin alma, atajos cuyas agonías no tuvieron testigos. Está el silencio acumulado por los siglos en las raíces de los pinos y en las jacarandas que sobreviven al huracán del progreso; un silencio antiguo, sin aparato de propaganda y sin transmisión en vivo y en directo; un silencio que se alarga en su adelgazamiento estupefacto y que nos espera al final de todas las devastaciones para permanecer en el aire y sellar la boca al tiempo. Están los perros, los perros de siempre, los que van y vienen del país cárdeno de la muerte, los que nunca revelarán los crímenes que presenciaron, los que no dirán una palabra sobre la ruina perpetua de los seres humanos, los que habitaron lugares repugnantes y en los que quizá está guardado el secreto de otros minerales que nunca penetrarán en nuestros cuerpos.

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