VÍCTOR JARA, POESÍA

Cómo ha sido posible que se haya terminado en el infierno de la dictadura.

Gustavo Ogarrio

Naín Nómez identifica que en ese “mundo que se desmorona” ante el golpe de Estado en Chile en septiembre de 1973, también se expresan de manera agónica los rasgos que serán la matriz del futuro de la poesía: la razón que cae; la “nostalgia del paraíso perdido”, la “necesidad de reconstruir la historia”, la indagación de nuevas formas de la palabra poética. Es al menos desconcertante que expresiones poéticas testimoniales ante este período de terror inicial no queden, de manera clara, inscritas en la historia de la poesía ni enmarcadas en la reconstrucción de una memoria canónica de lo poético. Por ejemplo, el poema escrito por Víctor Jara antes de su asesinato, ya en plena acción terrorista de la dictadura: “Aquí en esta pequeña parte de la ciudad / somos cinco mil. / ¿Cuántos seremos en total en las ciudades / y en todo el país? / Somos aquí diez mil manos / que siembran y hacen andar las fábricas. / Cuánta humanidad / con hambre, frío, angustia, pánico, / dolor, presión moral, temor y locura...”.

PUBLICIDAD

A ese ordenamiento militar, represivo y criminal, que comienza en Chile con el Golpe de 1973, es probable que le haya seguido un replanteamiento profundo de las expresiones poéticas en condiciones tan adversas de persecución política: silencios estratégicos que partían de la autocensura, qué se dice y qué no se dice para esconder la enunciación poética sin dejar de poetizar; recuperación de la función poética del lenguaje mismo que pasa por un coloquialismo que estaba activo antes incluso del Golpe y que venía de las transformaciones culturales de los años sesenta; testimonios poéticos sobre el horror, pero que también se preguntan, desde las prácticas poéticas más básicas y populares, cómo ha sido posible que se haya terminado en el infierno de la dictadura.