Yazmin Espinoza Jazmina lo ha hecho de nuevo, me ha hecho enamorarme de sus letras. Primero lo logró con Linea Nigra, libro que marcó un comienzo en la literatura que me acompañó durante mi entrada al mundo de la maternidad, y lo hizo con calidez y sororidad. Ahora, con Punto de Cruz, la autora me ha llevado a recordar los mejores y más valiosos momentos que son la base de mis dos amistades más fuertes en la actualidad. Ha sido un viaje a mi niñez, a mi adolescencia, y a esas tardes escuchando música, leyendo y compartiendo abrazos y sonrisas con esas hermanas por elección. Y es que Jazmina Barrera hilvana de manera magistral, costura a costura, un complejo entramado de momentos vitales. Sus personajes principales son Mila, Dalia y Citlati; mejores amigas y compañeras de estudios, cuyas vidas vuelven a unirse muchos años después, tras la muerte de una de ellas. Algo muy curioso es que Jazmina cuenta esta historia a dos tiempos con información práctica e histórica sobre el bordado y el punto de cruz, que las tres protagonistas practican a lo largo de su vida. Y aunque todo puede sonar hermoso y color de rosa, el clic que el lector hace con la historia se basa justamente en las increíbles dosis de realidad que la autora nos regala a través de cada personaje y es que, en este caso, podemos ver a tres adolescentes mexicanas que, en su paso a la adultez, se ven atravesadas por diferentes violencias machistas, clasistas, racistas y medioambientales. Para las protagonistas de este libro, la amistad se vuelve la principal herramienta de cuidado, sentido, reparación y resistencia. La amistad y el bordado, esa actividad en que las mujeres de cientos de culturas y épocas encontraron al mismo tiempo la opresión, la represión, la libertad, la comunidad y el arte. Esta novela es también una crónica de viaje o una crónica acerca del efecto de los viajes en la identidad propia y colectiva; es un bello retrato de las relaciones entre mujeres, cómo las elegimos, qué afectos nos siguen acompañando y qué otros eligen rumbos que nos separan para siempre. En esta ocasión tengo que agradecer muy especialmente a Claudia de la cuenta de bookstagram @sra_lectora, con quien participé en la lectura conjunta de esta historia y, al final, nos dio la oportunidad de entrevistarnos con Jazmina en un zoom precioso en el que nos compartió un poquito de su corazón. Durante la sesión, la autora dijo que la principal motivación de su primera novela, “Linea nigra” fue el poder ser un apoyo y guía para otras mujeres que, como ella, pasaron por un embarazo sin una tribu e intentando comprender un poco ese nuevo mundo al que se estaban enfrentando. Luego, “Punto de cruz”, fue una manera de agradecer a esas amistades que la han acompañado por el sinuoso camino de la vida, compaginando esto con la histórica práctica del hilvanado que ha hecho que mujeres de todos los países y tiempos tengan algo de libertad. “El bordado es una actividad que reúne comunidades de mujeres a lo largo y ancho del mundo y a través del tiempo y las culturas, y ese espacio de reunión, de gozo, de comunicación y de complicidad era algo que me interesaba mucho explorar”, explica la autora en una entrevista con Efeminista. Para mi conocer la opinión de Jazmina fue valiosísima porque, si bien ambas historias han sido increíbles y nos han mostrado personajes llenos de claroscuros, me pareció increíble que detrás de estos textos hubiera motivaciones tan hermosas. ¿Será por esto que generan tanto en sus lectores? Y es que, el bordado en “Punto de Cruz” funciona como una metáfora de todas esas redes que tejen las mujeres para la lucha política, feminista o en la simple complicidad del gozo de crear juntas. Sobre Yazmin Espinoza Comunicóloga enamorada del mundo del marketing y la publicidad. Apasionada de la literatura y el cine, escritora aficionada y periodista de corazón. Mamá primeriza. Lectora en búsqueda de grandes historias. Instagram: @historiasparamama