CIUDAD POSIBLE |¿Hotel de 5 estrellas? O motel…

En otras palabras: los distribuidores viales no generan progreso, ni mejoran la movilidad. Invertir para que la gente aspire a moverse exclusivamente en automóvil, nos cuesta 6% del PIB anual.

INÉS ALVEANO AGUERREBERE

Camelinas es una de las avenidas más reconocidas y queridas en nuestra ciudad de Morelia. Tiene ya una identidad propia.  Al paso de los años, se ha engalanado con un arbolado denso y saludable de diferentes especies.  Las buganvilias rojas y magenta que originalmente existían se han complementado con múltiples jacarandas, pinos, galeanas, liquidámbar, etc.

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La sombra de estos árboles cobija y mantiene con vida el suelo con usos diversos: escuelas, comercios, hospitales, viviendas uni y multifamiliares, hoteles, restaurantes, parques públicos, etc. 

Está en el aire de nuevo la idea de hacer más distribuidores viales.  Algunos en zonas que cruzan la avenida camelinas.  Si se concretaran cambiarían casi por completo su aspecto icónico.  Basada en las experiencias tanto nacionales, como en otros países, la vida en la avenida camelinas, como la conocemos, dejaría de existir.  El dar prioridad a aquel que pasa en automóvil, en lugar de permitir a los que están presentes tener un espacio público de primer mundo, es una equivocación.   La avenida, en lugar de un ser vivo, podría volverse un lugar de paso.  Algo parecido a un motel.

Un motel, sí. Hago alusión a este tipo de servicios porque frecuentemente sucede que no hay nada a su alrededor.  Únicamente se accede a ellos en automóvil, y no genera desarrollo para la zona.

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Revolucionarios urbanistas, arquitectos, políticos, economistas y tomadores de decisiones en todo el mundo ya descubrieron que invertir en espacios públicos de calidad y en promover la movilidad sustentable trae extraordinarios beneficios. Esto es: carriles exclusivos para que el transporte público se dignifique, y espacios para caminar y trasladarse en bicicleta de manera segura hacen que todos podamos movernos eficientemente y al mismo tiempo vivir mejor. 

Por eso hoy, lo invito a cuestionar la creencia de que la congestión vehicular se soluciona haciendo que los automotores fluyan más rápido. Claro que parece la solución lógica, pero debido a la paradoja de Braess, lo que genera es más viajes en vehículo particular, disminuyendo cada vez más aquellos que se hacen a pie, en bicicleta y en transporte público.  No es que el vehículo particular sea el medio más eficiente, más cómodo y seguro para los traslados dentro de las ciudades, sino que se ha vuelto la alternativa "menos peor", considerando las condiciones hostiles, inseguras e incomodas de los demás medios. 

Cada carril vehicular tiene el potencial de mover 1500 personas por hora, pero cada carril exclusivo del transporte público puede mover desde 5 mil, hasta 18 mil personas en el mismo tiempo y espacio. Para el caso de los carriles bien diseñados y conectados para personas en bicicleta, el potencial es de mover hasta 12 mil personas por hora. 

Si el espacio urbano es limitado, y el dinero también, conviene más redistribuir el espacio vial, que generar más carriles.  Si queremos que nuestra ciudad sea como un hotel de 5 estrellas, en vez de un hotel de paso, invirtamos dinero en embellecer las zonas públicas, al tiempo que generamos alternativas eficientes, cómodas y seguras para que las personas se muevan de un lugar a otro sin depender necesariamente del auto.

En otras palabras: los distribuidores viales no generan progreso, ni mejoran la movilidad.  Invertir para que la gente aspire a moverse exclusivamente en automóvil, nos cuesta 6% del PIB anual. Trae más deterioro, que progreso económico.  No es pesimismo, es evidencia clara y contundente. Tod Littman tiene un artículo en el que vincula la dependencia al uso del automóvil, con un freno en el desarrollo económico.