CIUDAD POSIBLE | La magia y lo mágico

Porque ya de por sí, es más fácil engañar a las personas, que convencerlas de que han sido engañadas…

Inés Alveano Aguerrebere

Houston, tenemos un problema. Los niños y niñas de hoy y algunos de ayer, creen dos cosas: en lo mágico, y que son súper poderosos.

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Cada vez es más grande la edad cuando advierten que Santa Claus, Los Reyes Magos, el conejo de Pascua, el ratón Pérez, y todos sus colegas, son una farsa.

Ojo, no hay nada de malo en creer en la magia. Sorprenderse con las habilidades de un mago o prestidigitador. Maravillarse con los trucos en vivo o en video. El problema es creer en lo mágico. Hay una gran diferencia. Mágico es creer que un presidente puede venir a arreglar los problemas con solamente pronunciar las palabras “make america great again”, o asegurando que dará amnistía a todos los inmigrantes. Mágico es creer que hay un mesías que ahora sí va a acabar con la pobreza y la corrupción.

También crecen creyendo que son lo mejor del mundo. Que todo lo pueden. Que no necesitan asesoría, que su razonamiento puede más que la experiencia. Que su pensamiento es impecable. Que las acciones pueden basarse en opiniones, y no son necesarias las evidencias. Y el resultado, es que tenemos personas que toman decisiones con justo ese pensamiento. Personas en cuyas manos están miles de millones de pesos, aplicando el recurso como creen que está bien, sin consultar expertos, o evidencias. Haciendo creer que las grandes obras beneficiarán a la mayoría, sin advertir que en realidad traerán más cosas negativas que positivas. Más costos que beneficios. Personas seguras de sus súper poderes mentales.

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Tengo una amiga, que decidió revelarle a su hija de 9 años los secretos de la navidad. Lo hizo porque como vive sola, se le dificultaba muchísimo comprar los juguetes y esconderlos sin que la niña se diera cuenta. Después de eso, yo resolví contarle la verdad a mi hijo mayor (también tiene 9 años).

Yo no sufro lo mismo que mi amiga, pero a raíz de su historia reflexioné sobre el posible daño que le estaría yo haciendo no a mi hijo, sino a la sociedad, de continuar con la farsa. Quiero educar a mis hijos como seres racionales, reflexivos. Quiero que se cuestionen los paradigmas que prevalecen y que se repiten por todos los medios de comunicación. Quiero que no sean objeto de manipulación. Quiero que tomen decisiones conociendo los pormenores de los resultados. Quiero que sean conscientes, autónomos, independientes. Que no actúen como borregos.

Porque ya de por sí, es más fácil engañar a las personas, que convencerlas de que han sido engañadas…

Yo no creo que ningún partido político esté libre de estas personas. Lo que sí creo, es que todos gobernarían mucho mejor, si se basaran menos en sus súper poderes, y en lo mágico, y más en el conocimiento que tenemos a la mano. No hay que inventar el hoyo negro. Ahí están lo que dicta la comunidad científica.

Ya nos han señalado cómo deben ser las ciudades para ser prósperas y equitativas. Empecemos por ahí. Ya luego que tengamos nuestras necesidades básicas cubiertas (como sociedad), voltearemos la mirada (como ya lo están haciendo los países avanzados), a rescatar la casa en que vivimos. El planeta tierra.