CIUDAD POSIBLE | Los mismos errores

Países Bajos parecía ser el paraíso de las bicicletas, pero así como han potencializado el uso de este transporte, pero ahora también lo están haciendo con los automóviles privados, lo que supone dos pequeños problemas.

Inés Alveano Aguerrebere

Creo que no lo he dicho claramente: mientras más conozco Países Bajos, más creo en el potencial de nuestras ciudades. Tenía la idea de que era el paraíso de las bicicletas. Pero hoy en día, aunque un alto porcentaje de los viajes se hacen en ese bondadoso medio de transporte, y son envidiables sus ciclovías urbanas e interurbanas, también tienen muchos kilómetros recorridos diariamente en vehículos particulares. Me doy cuenta que estoy aprendiendo tanto de lo que hicieron bien, como de sus errores.

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Muchas personas viven en una urbe o localidad distinta a aquella en la que trabajan o estudian, y ello involucra carretera (o tren). A ojo de buen cubero, eso implica dos cosas: 1. Que las personas no viven donde quisieran (más cerca de sus “vidas”), o 2. Que viajar en auto diariamente es fácil, barato y conveniente. Aún dentro de la misma ciudad de Ámsterdam, hay zonas en donde el porcentaje de utilización de la bicicleta es de 40 por ciento, contra otras donde es apenas del 5 por ciento.

En particular, los trayectos dentro de las ciudades son en bicicleta, a pie y en transporte público, pero hay muchos viajes interurbanos. Ello ha generado dos fenómenos: 1. El que gran parte de la población tenga dos bicicletas. Una para el viaje de origen (hacia un transporte público, sea autobús o tren), y otra para el destino. (Esto explica por sí mismo por qué hay más bicicletas que personas) 2. Alto porcentaje de viajes en vehículo, y congestión en las carreteras.

Sus políticas de transporte parecen impecables. Ello se puede observar con los niveles de puntualidad, eficiencia y calidad del servicio del transporte público y también con que cualquier zona está conectada con otra con ciclovías de alta calidad y seguridad. Sin embargo, las políticas y normativas de vivienda han marcado pautas abismales (al obligar cajones de estacionamiento).Y sus políticas de transporte sí mantienen con calidad los viajes a pie, en bicicleta y en transporte público, pero también subsidian los trayectos en auto privado.(Las carreteras no son de cuota y cada vez amplían más los carriles).

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En resumidas cuentas, han fallado en proveer a la población vivienda asequible donde la necesitan, y por otro lado han favorecido el que el vehículo particular siga siendo la opción más conveniente en muchos de sus traslados.¿Le suena familiar? Esto no es ni ambiental, ni socialmente deseable.

México, y las ciudades mexicanas tienen mucho que aprender de los Países Bajos.Pero no sólo de sus aciertos, sino también de sus errores. En lugar de estar gastando tanto recurso en mover personas de un lado a otro (sobre todo si esos trayectos son en vehículo particular), debería estarse invirtiendo en vivienda cercana. 1. Para que las carreteras puedan estar libres para los viajes que realmente se necesitan (como el traslado de bienes), y 2. Para que sea más fácil que las familias puedan elegir medios sustentables de transporte. Como dice Onésimo Flores, urbanista mexicano: "techo y acceso" van de la mano.