CIUDAD POSIBLE | Muertes y lesiones en el tránsito: la otra pandemia

Tom Hundley también dice que “economistas y expertos en desarrollo ya atribuyen al creciente número de muertes relacionadas con el tráfico en los países en desarrollo la categoría de crisis “inductora de pobreza”, con efectos que se sienten por generaciones”.

Inés Alveano Aguerrebere

Escribo esto llena de coraje, tristeza e impotencia. Esta semana falleció un hombre joven que transitaba en moto por el nuevo distribuidor vial en salida a Mil Cumbres, en Morelia. Una familia queda sin un integrante. Sólo Dios sabe las consecuencias que ello implicará, además del dolor y la carga económica.

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Los medios no están publicando detalles. Dice Tom Hundley, reconocido periodista internacional en un documento (‘Informar sobre la seguridad vial. Guía para periodistas’) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) : “Si ustedes y sus organizaciones de noticias siguen aún cubriendo la información sobre las víctimas mortales ocasionadas por el tráfico, como los medios de comunicación siempre lo han hecho –es decir- como si se tratasen de “accidentes” casuales, aislados, con tristes, pero en gran medida inevitables consecuencias para las víctimas – se están perdiendo una de las grandes historias mediáticas de nuestro tiempo”.

El número de muertes ha llegado a 1.3 millones por año a nivel mundial. Esto equivale a dos aviones Boeing estrellándose diariamente. Y el número y las historias de personas lesionadas graves (incluso con discapacidades permanentes) son cinco veces mayores.

Dijo Tom Hundley desde el 2017: “Si estadísticas como Ésta fueran el resultado de algún microbio, algún virus, alguna nueva enfermedad terrible, darían lugar a una gran historia mediática. Los periodistas escribirían sobre los devastadores efectos de esta catástrofe sanitaria en las comunidades y las naciones. Los grupos de donantes movilizarían fondos para buscar una cura. Se celebrarían conferencias mundiales para sensibilizar al público. Los famosos pondrían su nombre al servicio de la causa”. Qué ironía que lo dijera antes de la COVID-19, y que esta pandemia de muertes y lesiones por accidentes viales siga sin verse como tal.

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“Los periodistas, especialmente de los países de ingresos bajos y medios, deben comprender que lo que está ocurriendo en nuestras vías de tránsito no es una serie de accidentes lamentables pero en cierto modo evitables, sino más bien una crisis de salud pública cuyo costo es catastrófico no sólo por lo que respecta a la víctima sino a la sociedad entera”.

Tom Hundley también dice que “economistas y expertos en desarrollo ya atribuyen al creciente número de muertes relacionadas con el tráfico en los países en desarrollo la categoría de crisis “inductora de pobreza”, con efectos que se sienten por generaciones”.

Tres, cinco, siete, ocho, diez, quince, veintiuno, veinticinco, treinta, cuarenta y dos, cincuenta y nueve, sesenta y tres… Estos números aislados no significan nada. Pero mientras los escucho, se me hiela la sangre. Son edades de algunas de las personas que han perdido la vida este año por accidentes viales en Michoacán. Son vidas truncadas y familias devastadas. No han muerto por COVID-19, pero la sociedad no sabe que estas muertes también forman parte de una pandemia. Una silenciosa que, a pesar de los números, no ha sido reconocida como tal.

Esta pandemia se lleva de golpe a muchas personas que gozaban de buena salud. Sistemáticamente, las personas mueren en zonas que ya han sido reconocidas como peligrosas. Los atropellamientos, choques y accidentes mortales se repiten una y otra vez en los mismos lugares, y por las mismas razones. Periodistas y sociedad hemos de cambiar nuestra percepción. Estas muertes son evitables. Hay evidencias de lo que funciona, pero debemos hacer tres cosas: 1. conocerlas, 2. destinar recursos y 3. aplicar las soluciones.

No hacerlo, seguirá lastimando más vidas que las que cobró la COVID-19.