Inés Alveano Aguerrebere La propuesta del puente vehicular en el acceso a Villas del Pedregal en Morelia no sólo no va a solucionar los problemas de la zona: también va en contra de lo estipulado en la ley general de movilidad y seguridad vial, vigente desde el 2022. Por si eso fuera poco, también va en sentido contrario a las estrategias señaladas por ONU hábitat para lograr ciudades más justas, más amables, más habitables, más dignas y con mayor calidad de vida para todas las personas. Son más fáciles, más eficientes, más rápidas y mucho menos costosas otras intervenciones en materia de movilidad, que los puentes a los cuales les parecemos tener una fe ciega. Siempre que se habla de la licitación para una obra como ésa, pienso en lo dañino que serían los doctores, si antes de diagnosticar a sus enfermos, ya tuvieran una “solución” en mente. Eso parecen hacer los ingenieros. Como si la respuesta para todo, fuera un puente vehicular o paso a desnivel. Igual que si un cardiólogo quisiera poner un marcapasos a todo paciente que se le presentara con dolor de pecho. O si una ginecóloga quisiera realizar una cesárea a toda paciente con padecimentos abdominales. Sería claramente absurdo, ¿no? ¿Estoy negando acaso que esa zona de la ciudad tenga una urgencia en resolver el acceso? Por supuesto que no. Estuve presente en una auditoría vial hace unos años y puedo atestiguar lo problemático y riesgoso que es para todos los usuarios (no sólo los que van en auto). Estoy consciente de las necesidades en materia de movilidad y seguridad vial de las y los habitantes de la zona. Durante más de una década he aprendido que lo primero (movilidad) va íntimamente ligado a lo segundo (seguridad vial). Si nos concentramos en mover autos (a gran velocidad), no resolvemos las necesidades de viaje, y sin embargo sí conseguimos muertes y lesiones por choques y atropellamientos. No hay más que voltear al vecino país del norte para entender que seguir privilegiando la movilidad en vehículo particular no hace más que atraer más usuarios (bajarlos del transporte público, por ejemplo) y generar muertes y lesiones graves (Países como Dinamarca, Canadá, Italia, España y Reino Unido tienen menos de 6 muertes por accidentes vehiculares por cada 100 mil habitantes; en cambio, EUA tiene 12.9 y México tiene 12.3 muertes por cada 100 mil habitantes). En lugar de brindar comodidad, seguridad y calidad a las personas en diversos medios de traslado, de manera que la distribución del espacio sea más eficiente, nos empeñamos a moverlos todos en auto. Es una visión miope, del tomador de decisiones que se mueve en auto y no ha conocido transporte público digno, eficiente y de calidad. Pero si los puentes no resuelven el problema de la congestión vehicular, ¿qué deberíamos estar haciendo para abordar conjuntamente la movilidad y la seguridad vial? Independientemente del número de viajes que actualmente se hacen en transporte público desde esa zona, la primera estrategia para no inducir más viajes en vehículo particular (por encima del crecimiento poblacional) es destinar un carril exclusivo a los autobuses suburbanos. Dice la ley, que las personas a pie, en bici y en transporte público están en los tres primeros lugares de la jerarquía de la movilidad, con el fin de disminuir “los impactos negativos sociales, de desigualdad, económicos, a la salud y al medio ambiente” (Art. 6. Jerarquía de la movilidad). Pero ello implica redistribuir el espacio público. También establece que debemos “reducir el uso de modos de transporte de carga y pasajeros menos eficientes y fomentar los más sustentables y seguros” o sea, los autos y las motos (Artículo 55. Gestión de la demanda de movilidad). Quitar un carril de autos, para que lo use exclusivamente el transporte público, paradójicamente hace que todos se muevan mejor (incluyendo los que se mueven en auto). Ello debería estar acompañado de un cruce semaforizado. La Ley arriba mencionada plantea que “cuando un tramo de vía de jurisdicción federal o estatal se adentre en una zona urbana, ésta deberá adaptar su vocación, velocidad y diseño, considerando la movilidad y seguridad vial de las personas que habitan esos asentamientos (Artículo 37. Estándares para la construcción de infraestructura vial). El día que el transporte público tenga por lo menos la ventaja en menores tiempos de traslado, habrá menos fuga de usuarios, menos congestionamiento y más seguridad vial para todos.