Inés Alveano Aguerrebere. Hace un tiempo escribí sobre la asombrosa cantidad de negocios con avisos de “se busca personal” en Ámsterdam. Sobre todo restaurantes, bares, hoteles, etc. Mientras viví allá, ilusamente pensé que era un fenómeno particular. Pero ahora que volví a Morelia estoy viendo lo mismo. Desde tiendas departamentales, súpers, restaurantes, negocios, etc. Muchos buscan contratar gente para sostener el servicio otorgado. Ahora puedo ver que Ámsterdam y Morelia tienen similitudes. Pero, ¿qué pueden tener en común una ciudad tan próspera y cosmopolita y una más modesta como Morelia? Gracias a que tuve la oportunidad de ser mesera en el centro de la capital mundial del ciclismo urbano, tengo una hipótesis. De los cocineros, meseras y meseros con los que compartí área de trabajo, la mayoría vivía algo así como en los suburbios de Ámsterdam (las ciudades cercanas pero conectadas por tren o por bus funcionan como tales: Purmerend, Almere, Zaandam, Amstelveen, Diemen, etc.). Todos usaban transporte público para moverse. Y eso implicaba estar sujetos a horarios (mientras más tarde, menos frecuente). Hoy en día en Ámsterdam, son sobre todo las personas acomodadas las que se pueden mover en bicicleta para todos lados, debido a que viven cerca de sus ocupaciones cotidianas. Eso refleja que la clase trabajadora está “privada” de moverse en bici por que no vive cerca de sus trabajos. Porque igual que en Morelia, mientras más céntrica la vivienda, más cara. En ambas ciudades, la población asalariada (incluyendo enfermeros, doctoras, y por supuesto meseros, camaristas, etc.) está siendo expulsada desde hace unas décadas de la zona céntrica hacia las zonas periféricas. Y a mayor tiempo de traslado, menos deseable se vuelve un puesto de trabajo. En Boston aprendí que el crecimiento histórico de las ciudades (paulatino) permitía que las clases acomodadas, y las obreras vivieran mezcladas. El tamaño de la vivienda (o en su caso, departamento) era la única diferencia. También haciendo un recorrido turístico en Ámsterdam pude saber que antes, mientras más ancho el frente de la casa, más impuesto se pagaba. Entonces las viviendas de ricos eran amplias, y las de personas menos acomodadas eran angostas (pero estaban pared con pared). En nuestros días, debido a pésimas políticas de vivienda, el hecho de que la población esté siendo expulsada a la periferia genera por lo menos tres problemas: PRIMERO, que la gente se ve forzada a ir y venir diario. En Morelia, eso es en auto o en transporte público, lo que implica incremento en la congestión vehicular y/o altos tiempos de traslados. (Apuesto a que lo mismo sucede en muchas ciudades mexicanas y latinoamericanas.) Segundo, que cada vez haya menos personas dispuestas a trabajar donde se requiere. Y tercero, que a la ciudad le sale más caro generar y mantener los servicios públicos para atender a la población dispersa. Países bajos tiene un sistema de vivienda social en renta que aún funciona, pero que está muy lejos de ser ideal. (Al parecer, por escándalos sobre los sueldos de las personas que la manejaban perdió mucho apoyo social y del estado). La vivienda social céntrica se pierde a pasos agigantados. Cada vez más unidades de renta social son vendidas a privados, lo que implica lo que ya mencionaba al inicio: que sólo los ricos pueden adquirirlas. En México, las políticas de “construye vivienda en donde sea”, con tal de que sea accesible le salen más caro a las familias y al erario. Y nunca ha habido una propuesta de vivienda social en renta (lo cual ya se ha mencionado podría ayudar a garantizar este derecho establecido en la constitución). En resumidas cuentas, creo que a las corporaciones con personal (cuyo trabajo es necesariamente presencial) debería interesarles el que la sociedad en su conjunto, pero sobre todo la clase trabajadora, pueda acceder a una vivienda conectada. Vivienda cada vez más alejada es igual a menos mano de obra dispuesta a trabajar en donde se requiere. La otra alternativa sería incrementar los sueldos…