Adiós, Ángela

El ciudadano elige un gobernante pero una vez que llega por la propuesta de un programa político, deberá ejercer el poder para todos

Jaime Darío Oseguera Méndez

Después de 16 años en el poder, ha concluido el ejercicio de Ángela Merkel como Canciller Alemana. Termina como los grandes estadistas, con altos niveles de aceptación y el reconocimiento de su pueblo de forma generalizada por haber sido en realidad una mujer con una visión de gobierno para todos; tanto sus seguidores como sus detractores en general reconocen su contribución a la estabilidad y el desarrollo de Alemania.

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Aunque ambos países somos una República Federal, allá el Canciller es Jefe del Gobierno y el Presidente Jefe de Estado, posiciones que aquí están unificadas en una sola persona. El Canciller Alemán, es una posición electa por el Parlamento. Lo propone el Presidente, quien por su cuenta tiene funciones más representativas y formales que políticas. El Presidente publica los decretos del Parlamento, nombra a los miembros del gabinete que propone el Canciller y, en algunas situaciones específicas puede disolver al legislativo o habilitarlo para que forme el gobierno. El Canciller por su lado, gobierna, es la cabeza del gabinete y toma las decisiones cotidianas más importantes en materia financiera, política, cultural y social.

Ángela Merkel ha sido un símbolo para todos aquellos quienes se siguen cuestionando si es posible, deseable y eficiente que puedan gobernar las mujeres en el mundo, más aún cuando sigue habiendo un marcado machismo en la mayoría de las actividades cotidianas, no sólo las políticas.

Bueno pues Merkel es un gran ejemplo de que el problema no es de género sino de eficiencia. Cómo es posible que alguien dure tanto tiempo en el gobierno y sea reconocida por un buen porcentaje de la población en un país desarrollado, con altos niveles de escolaridad, informado y politizado.

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Sus principales críticos señalan varias características que le han permitido trascender a ese nivel de reconocimiento. Primero no es una mujer que polarice. Es decir, al gobernar con sentido amplio y criterio incluyente en términos de las críticas de los adversarios, privilegia la política incluyente. No significa que sea de carácter débil ni condescendiente. Por el contrario, le atribuyen ser una mujer con gran personalidad, firme en sus decisiones y capacidad de cabildeo.

Sus biógrafos narran como  a lo largo del tiempo Merkel fue haciendo parte de sus propias posturas, la agenda de los ciudadanos, muchas veces enarboladas por sus opositores, lo que habla de una de las grandes habilidades y calidades políticas de nuestra época: la apertura y tolerancia a lo que piensan los demás y el rechazo al pensamiento único.

Por ejemplo, se narra cómo al inicio de su carrera política presidió la Unión Demócrata Cristiana de Alemania siendo una militante de religión protestante y esa capacidad de consenso, la catapultó en su imagen al futuro. Antes había sido Ministra para la Mujer y la Juventud con el Gobierno de Kohl.

Merkel había “neutralizado a sus adversarios políticos” apropiándose de los puntos más importantes, atractivos y positivos de sus discursos desde el gobierno.

Este es un tema central en la política. El ciudadano elige un gobernante pero una vez que llega por la propuesta de un  programa político, deberá ejercer el poder para todos, más aún cuando es resultado de un sistema parlamentario donde para ser electo, hay que formar alianzas y gobiernos de coalición.

A los ambientalistas, los promotores del sistema de pensiones, la cercanía a las causas sindicales y abanderada del movimiento anti nuclear, les arrebató sus buenas propuestas y las hizo suyas.

En los últimos cien años Alemania ha pasado por dos guerras mundiales que la destruyeron. Fue dividida, tuvo varios cambios de sistema. Fue sometida al nazismo y sufrió los estragos de ser la puerta de la guerra fría. Hoy es nuevamente uno de los países más desarrollados del mundo y en los últimos veinte años Merkel ha jugado un papel central para lograrlo.

Particularmente importante ha sido su contribución a la integración y estabilización de la Unión Europea en el tema financiero. En la época de la crisis del Euro, entre los años 2010 y 2012, cuando los países menos desarrollados de la Unión Europea entraron en crisis financiera y de pagos, Merkel tomó decisiones definitivas para que no fracasara el proyecto comunitario particularmente apoyando a Grecia, Italia y España y a cambio exigió imponer programas y medidas de ajuste que, sin ser populares, alcanzaron su objetivo y estabilizaron la economía de Europa. Es decir, gobernar bien no es un arte de ser popular sino eficiente. Tomar decisiones que aún siendo duras y difíciles de aceptar, contribuyen al desarrollo.

Lo mismo sucedió con la aceptación de la ola migratoria que ha experimentado Europa y particularmente Alemania con la llegada masiva de gente del Medio Oriente, el norte de África, Europa del Este y del interior de la propia Comunidad Europea.

Promover la inmigración y abrir la puerta a migrantes no ha sido nada popular en Europa y uno se pregunta ¿por qué no le ha afectado? La respuesta es sencilla: es una mujer transparente, clara, austera, consensa, busca crear mayorías y, aunque tenga bastante aceptación, no desdeña lo que piensan sus contrincantes políticos. En resumen hace política.

En las democracias gana quien construye la coalición dominante, pero con base en programas de consensos, integradores, que no dividan ni generen crispación. Ese es en el fondo el fundamento de un orden político liberal, provocar la posibilidad de que los individuos, al ejercer sus garantías, no sean afectados por el Estado; que el gobierno no invada el espacio de la iniciativa individual y que, en conjunto, todos vivan mejor y no solamente unos cuantos.

Auf wiedersehen Angela!!! Hasta la vista ángela. Sus lecciones de política deberían ser un manual para los políticos subdesarrollados, analfabetas y tercermundistas de todo el globo.