Jaime Darío Oseguera Méndez El Nuevo Secretario de Hacienda tiene de frente varías encomiendas importantes que bien podrían marcar el destino del actual gobierno y sin duda del país. A través de la expresión clara, sencilla, realista y confiable de los criterios de política económica, el primer gran desafío al Secretario de nuevo ingreso, será mantener tranquilidad en los mercados de la especulación que no tienen muy buena perspectiva, imagen, relación y confianza con el actual gobierno. Han sido muy claros los encuentros y desencuentros del sector financiero con el Presidente López Obrador. Son muchas las señales sobre las diferencias motivadas más por la especulación que por las acciones reales tomadas por el gobierno. En general los dos últimos Secretarios de Hacienda han sido muy claros en los postulados de disciplina financiera, cuidado de las finanzas, restricción del gasto y una orientación sana de las finanzas en país, lo que significa básicamente gastar bien y con eso conducir la economía hacia el crecimiento público. Se dice fácil pero no lo es. Menos si se quiere gastar más. Tenemos la agravante de la pandemia porque no se alcanza a distinguir con claridad el deterioro de la economía por la COVID-19 o si es en realidad resultado de la falta de confianza en el gobierno. Para su mala suerte, ahora que se iniciaba la reactivación económica, llega la tercera oleada de contagios y va a obligar a cerrar nuevamente algunas actividades económicas. No sabemos hasta dónde, pero el país se va a volver a detener. No habrá el crecimiento esperado para este año y el acumulado va a arrojar cifras que ponen contra la pared al gobierno. Por eso se espera un mensaje claro sobre los criterios de política económica de parte del nuevo Secretario de Hacienda. Él ya ha dicho con claridad que el gobierno asume la dirección del desarrollo. Aunque es un concepto que a muchos economistas puede asustarles, la realidad en el fondo es contundente: los gobiernos exitosos no pueden delegar esas responsabilidades a nadie. El problema es qué tanto lo hacen por su cuenta o cómo involucran a la iniciativa privada y en cuáles actividades. Las pretensiones del sector privado en el mundo financiero son muy claras: las actividades más rentables deberán estar en manos de los particulares porque los gobiernos no han probado ser eficientes en estas tareas. El desafío es enorme: entre ser en realidad eficientes evitando la corrupción del sector público y entregar o no ciertas actividades a particulares hay toda una serie de acciones posibles. La primera prueba en este tema es el asunto del gas LP. Efectivamente el modelo de negocios que se había planteado en el país en los últimos treinta años, le dio al sector privado el control de esta actividad, de la que han obtenido importantes ganancias. Las gaseras lo que dicen es que la delincuencia está distorsionando el sector porque hay lugares donde son ellos quienes reparten al precio que se les antoja y regularmente con baja calidad de producto. La respuesta del actual gobierno básicamente es lanzar una empresa pública a forzar la competencia en esta rama de actividad económica. Para el nuevo Secretario será todo un desafío instalar un sistema de distribución y abasto, que requiere una inversión importante, continua y transparente en un momento donde son necesarios más recursos para la reactivación económica posterior a la pandemia. No parece muy factible un plan de negocios con un gobierno que entre de lleno a un sector en el que los distribuidores tienen años compitiendo con ventajas logísticas difíciles de superar en el corto plazo. Una cosa es que puedan existir, cómo se sospecha, prácticas de monopolización o competencia desleal de algunas empresas en ciertas partes del país y otra que se tenga que crear una empresa con gran destino de recursos y un alto esfuerzo que esto significa. Si hay corrupción en el sector, que se investigue y se castigue, justamente el gobierno tiene los mecanismos para corregir desviaciones en el buen funcionamiento del mercado por la conducción de algunas empresas. Una buena parte de la iniciativa privada, incluyendo el sector energético e inclusive quienes están en el mercado del gas, estarán de acuerdo en limpiar de prácticas indeseables que permitan un mejor funcionamiento de esa actividad y un beneficio para el consumidor doméstico y el industrial. Como corresponde constitucionalmente el nuevo Secretario ya fue aprobado por la Cámara de Diputados donde además ofreció reactivar la economía sin meterle mano a la deuda ni aumentar impuestos. Son buenos Criterios de Política Económica. Mantener equilibrio en las finanzas, continuar controlando la inflación y no caer en la tentación de la deuda externa. Es la mejor decisión en esta época difícil. Se aplaude y además es consistente con lo que ya ha hecho el actual gobierno. La decisión de no aumentar impuestos trae implícita una consecuencia: si no hay más dinero hay que gastar mejor. Así que vamos a observar qué sectores dejarán de recibir recurso y hacia donde se orientan las nuevas concepciones del gasto público si es que lo hay. Lo ideal será que no se sacrifique la salud ni la infraestructura de momento. Qué tanto y dónde va a participar el gobierno es la gran pregunta que se le plantea de inicio a un Secretario que llega con buenas credenciales de experiencia y en un momento de relativa estabilidad económica a pesar de los huracanes políticos. Vamos a ver cómo le va, esperando que en la economía si se mantengan algunos criterios que nos den tranquilidad en el corto plazo.