Jaime Darío Oseguera Méndez | Jueces en campaña

Siendo la primera vez que se elige a jueces y magistrados, no se trata de una elección diferente.

Diálogo en cualquier colonia popular del país:

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- Señora buenas tardes, soy fulanitodetal, y vengo a visitarla porque fíjese que soy candidato a Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

-Queeeeeijoooooo?

- Si señora, su servidor soy de las personas aspirantes a representarla en el más alto cargo que tiene la nación para impartir justicia.

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- ¿Y eso qué es?

-Bueno, mire usted, nosotros seremos los responsables del control de la constitucionalidad, garantes de que el Juicio de Amparo se sustancie de manera justa y en favor de los gobernados.

- Mutis.

- Si usted vota por nosotros, atenderemos casos de controversias constitucionales y acciones de inconstitucionalidad.

- O sea que hay que votar.

- Sí, el primer domingo de junio.

- ¿Y qué me va a dar? Todos dicen lo mismo, vienen solamente cuando hay campaña y ya luego ni se acuerdan de uno. ¿Trae despensas?

Iniciaron esta semana las campañas rumbo a la elección del domingo primero de junio cuando se va a elegir a las personas juzgadoras en el ámbito del Poder Judicial Federal, dentro de unas ocho semanas.

Siendo la primera vez que se elige a jueces y magistrados, no se trata de una elección diferente. No en la esencia de la organización. Será prácticamente igual a las que se llevan a cabo para elegir a los integrantes del Poder Legislativo, en este caso Senadores y Diputados Federales, así como al titular del Poder Ejecutivo en el nivel federal pero también habrá elección en los Estados de la república que tuvieron que homologar sus leyes y adaptarse a la decisión constitucional.

El proceso electoral no es el mismo pero es igual. La organiza el Instituto Nacional Electoral, se instalan casillas y se integran por funcionarios que teóricamente son ciudadanos dispuestos a participar en el evento ciudadano, imbuidos de civismo. Hay boletas y mamparas. Listados nominales.

Se mandaron a imprimir millones de boletas, tantas como electores posibles, contemplando la posibilidad de que en un arrebato de cultura cívica, participen los más de noventa millones de mexicanos registrados para votar.

Si la elección está organizada a imagen y semejanza de los procesos políticos para elegir el ejecutivo y legislativo, las campañas también serán idénticas. Con sus ventajas y sus vicios.

Está claro que en la esfera de lo cotidiano prevalece un desprestigio contra los políticos que participan en contiendas electorales. El reclamo generalizado es que ofrecen mucho y no cumplen. Si el proceso electoral es similar, las campañas no tendrán por que ser muy diferentes.

- Vengo a pedir su voto porque quiero ser su Ministro de la Corte.

- ¿Y eso qué es?

- Bueno, contesta el candidato, queremos ser los garantes de la justicia, para que se cumpla con la ley y brillen en todo su esplendor los postulados de la Carta Magna.

- ¿Cómo cuanta gente quiere que le junte? La elección pasada nos dieron (inaudible) por voto.

El proceso está en marcha. Ahora lo que hay que evitar es que se contamine como sucede con las elecciones ordinarias para renovar los poderes ejecutivo y legislativo.

Será muy difícil impedir que participen las huestes de los partidos políticos que a lo largo del tiempo han desarrollado sistemas de activismo sofisticado, con capacidades para contactar y eventualmente persuadir a personas por calle o incluso por acera.

Los padrones electorales y los listados de empresas que llaman a las casas preguntando por ciudadanos para venderles tarjetas de crédito, teléfonos o cualquier otra cosa, han invadido la intimidad, así que es posible saber con un alto grado de exactitud cuantos individuos votan en un domicilio.

No hay elementos para pensar que quienes andan buscando ser Ministros de la Corte, Magistrados de Circuito o Jueces de Distrito, no buscarán el apoyo de los equipos altamente sofisticados de los partidos. Tendrán que pagar el favor, o pedirlo porque todos los sistemas de promoción del voto funcionan invariablemente con dinero, y no poco.

Así que quienes se lanzaron en la búsqueda de ser los promotores y ejecutores de la Ley, desde esta semana estarán bañándose de pueblo y buscando la justicia a través del voto ciudadano.

A alguien tendrán que pedirle el favor para que los ayuden a impulsar sus aspiraciones.

- Así que usted quiere ser juez.

- Por supuesto, contenta con firmeza el candidato.

- Mire, nosotros le vamos a arrimar gente pero queremos que se comprometa a arreglarnos un problema y necesitamos que usted sea juez para que nos ayude.

El desafío en el proselitismo que hoy inician los aspirantes a ser “personas juzgadoras” reside en los compromisos que establezcan y la manera en que se van a cumplir. Si la campaña será como siempre, hay que reducir al máximo la posibilidad de que grupos de poder externos como empresarios, sindicatos, mafias partidistas o la delincuencia organizada con influencia en cada zona, sean los encargados de orientar el resultado de la elección.

Justamente para eso se hace una elección directa, donde los juzgadores no sean designados por los partidos en el Legislativo como había sido hasta ahora; para que los jueces no tengan compromisos con los partidos o personajes políticos que limiten su capacidad de decisión y buen juicio.

El calendario del proselitismo permite a quienes aspiran a ser juzgadores federales iniciar sus campañas esta semana. En el caso de las personas que pretenden ser Magistrados y Jueces del Estados de Michoacán, aún no inician su proselitismo, aunque la efervescencia se encuentra en su máxima expresión.

En general se observa poca información sobre la elección y su desarrollo pero también sobre los aspirantes y su idoneidad. Está prohibido hacer proselitismo abierto como en las campañas políticas. Se encuentra restringido el uso de recursos de instituciones públicas y de individuos en lo particular.

Valdría la pena que se diera a conocer en conjunto la propuesta y el perfil de quienes aspiran. Aunque sea para conocerlos.