La disputa por el árbitro electoral

La nueva reforma política anunciada por el presidente ha generado dudas y criticas, pues se cree que es solo un distractor del gobierno, sin embargo, la decisión de AMLO podría ser contraproducente por varias razones.

JAIME DARÍO OSEGUERA MÉNDEZ

Vamos a esperar a ver de qué se trata la reforma política que anunció el Presidente López Obrador, pero de entrada la propuesta que hizo esta semana genera muchas preguntas, dudas y críticas. Los analistas lo ven como un distractor y otros más agudos como una verdadera ocurrencia.

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El Presidente va a proponer que los Consejeros y Magistrados Electorales federales sean electos por el voto directo y universal de los ciudadanos. En los treinta años recientes, donde se ha forjado de manera muy consistente un buen sistema electoral, no se había dado este planteamiento.

A algunos les parece una ocurrencia para salir de la presión mediática que ha  causado el alza de los homicidios, el fallo de la Suprema Corte en contra del Fiscal y las presiones generalizadas en las finanzas públicas por el aumento de la inflación.

También pareciera un impronto, derivado de esta disputa que sostiene el Tribunal Electoral con el Presidente por los criterios opuestos en diversos temas.

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El retiro de la propaganda oficial en el proceso de revocación de mandato y, en general, las diferencias de los órganos electorales con el Presidente, bien pueden ser la razón de este embate contra estas instituciones que tanto nos ha costado construir.

Los Consejeros y Magistrados electorales son electos bajo un proceso cuidado y minucioso. Inicialmente son propuestos ante un Comité de notables que evalúa sus capacidades con criterios transparentes; este Comité de evaluación envía cinco propuestas por cada consejero que se ha de elegir y, de entre ellos, el Poder Legislativo toma la decisión.

Efectivamente termina siendo una negociación de los partidos y es bien conocido que aquellos que resultan apoyados por algún personaje o partido, eventualmente están obligados a correspondencia. Hay que corregir ese problema.

Sin embargo, los Consejeros Electorales y Magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no deben ser electos a través de un voto universal en elecciones abiertas por varias razones:

1.- Elegir autoridades electorales no es un concurso de popularidad. Se trata de seleccionar a especialistas en la materia. Personas que tengan trayectoria y conocimientos en cuestiones electorales.

2.- Las elecciones siempre están sujetas a la disputa partidista. Es un riesgo elegir al arbitro de entre los jugadores. Por supuesto que los partidos van a intervenir en la elección y entonces sí, los que resulten electos estarán comprometidos con los partidos políticos. Gravísimo para a salud de la democracia.

3.- Hay señalamientos claros de la influencia de grupos de poder en las elecciones. De entrada seguramente los gobiernos locales estarán interesados en influir la elección de Magistrados y Consejeros Electorales, porque no solo califican la votación sino muchos otros asuntos como el desarrollo y equidad de los procesos electorales en el caso del Instituto Electoral pero también en la selección de candidatos y de Dirigentes de Partidos en el caso de los Magistrados, quienes además califican los Juicios que interponen los ciudadanos cuando ven violentados sus derechos electorales de cualquier naturaleza.

Esas decisiones no se pueden poner en manos de quien obtenga más votos, sino de aquellos que acrediten estar más capacitados y se comprometan con la imparcialidad.

4.- Existe un servicio civil de carrera en el INE. Desde que inició la gran transformación electoral de México hace unos treinta años por lo menos, nació una nueva generación de operadores electorales que ya no se formaban ni capacitaban en los partidos sino en los órganos electorales. Son hombres y mujeres hechos a la altura de las instituciones. De entre ellos deberían seguir surgiendo las autoridades electorales.

5.- Se ha dicho hasta el cansancio el poder de la delincuencia organizada, particularmente el narcotráfico en las elecciones. Es una de las amenazas más graves para nuestra vida democrática en la actualidad. Poner al árbitro en la carnicería de la disputa es mandarlo al patíbulo.

6.- El costo de las elecciones es demasiado elevado. Esto es así porque tienen el pecado original de la desconfianza. Lo hemos visto ahora con el proceso de revocación del mandato y es una brutalidad tirar a la basura millones de pesos en cosas que se pueden resolver de manera mas sencilla. Es inmoral gastar dinero en cosas absurdas cuando el país tienen tantas necesidades.

7.- Los mecanismos de distribución del poder ha venido funcionando. La alternancia llegó para quedarse, tal es el caso que derecha, izquierda y centro han gobernado el país en los últimos tres sexenios. El ciudadano tiene la capacidad de elegir a sus gobernantes y el sistema ha resistido los embates del tiempo. Se ha ido perfeccionando con mucho esfuerzo y a costa del dinero del erario. Organizar una elección es todo un proceso que va desde el Listado Nominal, la Credencial para Votar, la integración de los órganos electorales locales, las mesas de votación previa capacitación de los ciudadanos que participan y muchísimas cosas más. Es un esfuerzo titánico que sólo debería darse en todo el país cada tres años y ya.

Dos pendientes sí tiene la reforma electoral y esperemos que los asuma la iniciativa presidencial. El primero, ya lo hemos dicho, es la reducción sustantiva o incluso la desaparición del sistema de representación proporcional o plurinominales. Si en realidad quieren que el pueblo decida, entonces que se reduzca la Cámara de Diputados a la elección directa de 300 distritos electorales uninominales.

Segundo. Hace pocos años, el Poder Legislativo Federalle quitó a los estados la facultad de designar a sus autoridades electorales locales en una grave violación al federalismo que consintieron todos los partidos. Es el momento de regresarles esa facultad si en realidad queremos salir de las garras del centralismo que tanto ha dañado a nuestro país y que como tentación recurrente, siempre tienen los que llegan al poder. No importa de donde vengan.