Las razones de la alianza

En la semana previa, en su paso por la Cámara de Diputados, la dirigencia nacional del PRI se había vendido para salvar el pellejo de su Presidente, aprobando el dictamen que permanentemente habían rechazado.

Jaime Darío Oseguera Méndez

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Ayer en el Senado de la República el bloque opositor a Morena y sus aliados, a duras penas pudo aguantar los embates del poder logrando que se retirara del debate el dictamen de reforma constitucional para ampliar la permanencia del ejército en tareas de seguridad pública hasta 2029.

En la semana previa, en su paso por la Cámara de Diputados, la dirigencia nacional del PRI se había vendido para salvar el pellejo de su Presidente, aprobando el dictamen que permanentemente habían rechazado.

Fue la manera de sacar la mayoría de Diputados para aprobar una iniciativa que obsequiosamente propuso el propio PRI. En ese camino pusieron en riesgo la alianza que se ha venido construyendo entre el PRI, PAN y PRD.

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El tema de todo esto no es la “militarización”. Ese es un falso debate. A nadie se le puede ocurrir decir que no quiere más seguridad pública. Al contrario, lo que está en juego es que se construya un verdadero sistema de seguridad para los ciudadanos desde las policías municipales, estatales, mandos regionales y que no le entreguen un paquete al Ejército que constitucionalmente no le corresponde.

La Alianza opositora denominada Va por México, ha representado la opción alternativa a la coalición mayoritaria que válidamente ha venido construyendo desde el poder Morena con el PT y el Partido Verde. Así lo ha delineado en blanco y negro el presidente: los que están con él y los que no lo están.

Lo ideal es que los partidos actúen electoralmente por su cuenta en los procesos de votación, para que defiendan su identidad, programas y principios pero lo normal es que construyan mayorías para tomar decisiones ya cuando están en el legislativo.

Una de las principales fallas de las democracias modernas, tiene que ver con la mala imagen de los representantes populares. Es similar en casi todo el mundo. Particularmente en el caso de los Diputados o Asambleístas, la percepción ciudadana es que son muchos, caros y poco útiles.

Es una lástima el deterioro en la imagen del legislativo, porque es el recipiente de la diversidad en las sociedades modernas. Somos y vivimos en comunidades plurales donde es absolutamente inadecuado plantear verdades únicas o tendencias avasallantes. Somos multiculturales y pluralistas.

En los países democráticos, lo que hoy es mayoría mañana puede cambiar, porque así está diseñado el sistema de representación.

Así se surte el principio de que el poder no le está concedido a nadie de manera permanente. El mandato democrático consecuente es lograr la mayor cantidad de consensos en las decisiones públicas, porque las minorías también cuentan y tienen el derecho de ser representados.

Avasallar a los que piensan diferente es un principio autoritario y dictatorial. Eso fue lo que hizo el viejo régimen hegemónico hasta que la propia sociedad en las urnas lo rechazó.

Justamente por todo esto, es relevante que se vuelva a dar una Alianza que mitigue los apetitos de una mayoría abrumadora en el legislativo.

El debate de las alianzas en México tiene que ver con la crítica severa sobre la pérdida de identidad de los partidos. Hoy están tan deteriorados, que ninguno por sí mismo es capaz de convencer a la mayoría de los electores. En el 2018 no fue Morena sino López Obrador el recipiente de la esperanza de 30 millones de mexicanos votantes que lo vieron como la manera de generar una opción distinta.

Él sigue teniendo su éxito pero el sistema de partidos seguirá funcionando, esperemos que mejor, aun cuando termine su sexenio en el 2024. Por lo pronto nadie por sí mismo logra mayoría y tiene que negociar, ceder, recurrir a las alianzas para tomar decisiones. Es consustancial a la democracia.

El gobierno tiene bien construida su alianza, ha tomado decisiones y ha arrasado en las elecciones locales de todo el país. Sin embargo hay que recordar la frase de Lord Acton: El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.

El electorado no le dio a nadie la capacidad unánime de tomar decisiones por todos, a nadie le dio el poder absoluto. Por eso hoy se justifican y hasta podríamos decir que son necesarias las dos alianzas para generar un balance de poder; evitar los excesos, moderar los extremos y, fundamentalmente ofrecer alternativas, variedad y opciones distintas.

Lo que se expresó en el Senado ayer, para bien del país, es que nadie tiene la capacidad absoluta de hacer lo que quiera, porque aunque se construyan coaliciones dominantes no les alcanza para modificar la Constitución.

Por eso es central que sobreviva la Alianza Va por México. Lo que resta del sexenio estará marcado por dos bloques en la actividad legislativa y en las elecciones locales. Una parte del tricolor está ahora con López Obrador pero es notorio que al nivel local hay otro gran macizo de militantes que participarán en la Alianza aunque sus dirigentes se vendan.

La gran preocupación de que la Dirigencia actual del PRI y algunos de sus aduladores se entreguen al poder a cambio de favores personales, tiene que ver con la reforma electoral que viene.

En este tema se encuentra en juego el futuro y la calidad de la democracia de nuestro país. Si las voces que piden la “desaparición” del Instituto Nacional Electoral por incómodo logran hacer mayoría para reformar la Constitución van a cometer un error histórico: el de echar para atrás muchos años de avance político en el que participaron todos los partidos y crearon instituciones sólidas.

La tentación es muy alta. Las amenazas muy serias. Las patadas muy reales. Por eso se necesitan contrapesos, para que la verdad que se imponga sea lo mas consensada posible y no sea una sola verdad la que se gobierne a nombre de todos, sin importar la opinión de los demás.

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