Vuelta a la guerra fría

La Federación Rusa encabezada por uno de los tiranillos más activos y audaces del mundo, quiere hacer sentir su presión y eventualmente apoderarse de Ucrania, por sus riquezas naturales y principalmente por su posición geográfica privilegiada.

Jaime Darío Oseguera Méndez

Cuando desapareció la Unión Soviética en el año 1991, poco se sabía del giro que iba a tomar la geografía política del mundo. Había la certeza de que algo importante, definitivo, profundo estaba pasando, pero sin la claridad suficiente de cómoserían los sistemas políticos de esas 15 Repúblicas que quedaron libres.

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Tan acostumbrados como estaban a tantos años de gobierno cerrado, con un sistema comunista altamente burocratizado y excesivamente vigilado, que en realidad desde una buena parte del ámbito académico se apostaba que volverían a ser a monarquías, dictaduras y gobiernos cerrados; todo menos democracias al estilo occidental como siempre han querido los gringos. Y no estaban equivocados.

Lo cierto es que tanto los países que vienen la a Unión Soviética, como los que se liberaron del yugo del Partido Comunista a la caía del Muro de Berlín en Europa del Este, han tenido diferentes destinos pero en general se adhirieron a la idea de la democracia de occidente, con elecciones periódicas (no necesariamente libres), gobiernos de corte liberal (muchas veces autoritarios) y partidos que compiten por el poder (muchas veces dominados por las mismas élites de la era comunista).

Sistemas democráticos, partidos políticos y gobiernos que sean sujetos al tamiz de las elecciones para su renovación, son elementos para considerar a un país en la ruta democrática, pero hoy no son más democráticos, ni están más desarrollados o más libres de lo que eran antes. La transición no ha sido del todo afortunada.

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Fueron tantos años de dominio central de la Unión Soviética que muchos de esos países siguen orbitando en la influencia de la República Rusa quien tenía el mayor peso en las decisiones políticas, la influencia cultural, económica, la dependencia del ejército y en general era el lugar central de repúblicas como Estonia, Letonia, Lituania y por supuesto Ucrania entre otros más.

Eso es exactamente lo que sigue pasando en aquella zona del mundo en el conflicto entre Rusia y Ucrania que tiene en alerta máxima al mundo. La Federación Rusa encabezada por uno de los tiranillos más activos y audaces del mundo, quiere hacer sentir su presión y eventualmente apoderarse de Ucrania, por sus riquezas naturales y principalmente por su posición geográfica privilegiada.

El gobierno de Ucrania ha pasado años coqueteando con el occidente para convertirse en parte de un bloque anti Ruso y eso no lo va a permitir Putin en la antesala de su casa. Antes los invade y los declara anexados a su país.

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial y en Yalta se dividieron el mundo los vencedores, entre los que estaba la Unión Soviética de Stalin, los países occidentales encabezados por Estados Unidos e Inglaterra, Roosevelt y Churchill, de inmediato se dieron cuenta de la rivalidad y amenaza que representaba el bloque soviético para la “forma de vida occidental”. Se pusieron de acuerdo para conformar la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y defenderse militarmente en caso de agresión de otros países, particularmente dirigiéndose a los comunistas.

Ucrania ha dicho que quiere pertenecer a la OTAN y Putín afirma categóricamente que es consecuencia de las presiones directas de Estados Unidos, lo cual no va a permitir: primero la invade. Es un mensaje para todos los países de la antigua Unión Soviética.

Ya antes Putín apoyó a los separatistas pro Rusos de Ucrania para rebelarse en la provincia de Crimea, región históricamente sujeta a guerras y conflictos por el control del Mar Negro y su petróleo, el acceso a Europa del Este y a la posición geográficamente relevante de Turquía.

Lo cierto es que en la lucha de Rusia por Ucrania están todos los vestigios de la vieja guerra fría: el interés por controlar el mundo, el petróleo, las ideologías, el militarismo; el imperialismo en pocas palabras.

Esa era la disputa entre Este y Oeste, Capitalismo contra socialismo en términos geopolíticos.

Rusia quiere seguir teniendo el control de la zona que fue comunista, aunque ya no lo sea, a través de gobiernos afines a ellos. Y esos países dependieron de tal manera del gobierno central Ruso en la era comunista que hay muchos lugares donde están dispuestos a ceder.

Si Putin termina de invadir Ucrania, porque ya va a la mitad y tiene tropas e influencia suficiente como para hacerlo en cuestión de días, los más perjudicados serán los “lideres del mundo libre”, es decir los Presidentes de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania a quienes va a obligar a que cesen sus amenazas y lo que Putin considera agresiones contra Rusia, incluyendo las sanciones económicas que recientemente le impusieron.

Putín es un tirano pero los Ucranianos están gobernados por un comediante de televisión. No se justifica, pero eso les pasa.

Reformar el gobierno en turno puede ser una cuestión relativamente sencilla; transformar la cultura del poder y su ejercicio es una tarea de más largo aliento. Esa podría ser la conclusión deGorvachov y su Perestroika, porque hoy Putín gobierna con una ideología diferente pero acaso con las mismas prácticas de la URSS; la cultura política del control y el garrote.

Siete de las quince repúblicas anteriormente comunistas se encuentran en los indicadores más bajos de democracia, índices de libertad de prensa y en algunos de los más altos de corrupción, lo que quiere decir que no se ha desarrollado una cultura democrática suficiente para festejar el triunfo de la idea occidental en esos países.

Si en algo coinciden Octavio Paz y Francias Fukuyama, es que la caída del muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, marcaron el final del Siglo XX, lo cual daría paso a una  nueva era de mayor prosperidad pero, la verdad no ha sido mejor. Hay tanta pobreza como antes, unas pequeñas élites controlándolo todo y ahora están al borde de la guerra. Para esos países ha sido simplemente el mismo infierno, nada más con diablos diferentes.