Psicosis por agresiones Jorge A. Amaral En los últimos días han sido tema de conversación y notas los casos en que supuestamente sujetos intentan secuestrar a mujeres en Morelia. Al principio se dio a conocer un video en el que al parecer dos mujeres jóvenes caminan por una calle del Centro de la ciudad cuando un auto negro se detiene frente a ellas, que enseguida emprenden la carrera en sentido contrario, lo que, según se aprecia en el video, disuade a los sujetos. Días más tarde, Guillermo Valencia entrevistó a una chica que, según cuenta, salió de su casa con su hijo en brazos y desde ahí detectó un auto sospechoso. Se subió a una combi para bajarse en el Libramiento y entonces un sujeto se le acercó fingiendo ser su padre. Ella, para proteger a su hijo, dice que forcejeó con el tipo mientras un policía sólo observaba la escena. Según la historia, fue un buen samaritano quien intervino y logró que el tipo se ahuyentara y desistiera del intento de plagio o robo. Como los arriba descritos, han salido a la opinión pública otros casos, todos ellos frustrados por samaritanos que intervienen o víctimas que amedrentan a los delincuentes. Lo raro de estos hechos es el mutismo de las autoridades, que se han limitado a emitir recomendaciones para que las mujeres eviten zonas y situaciones de riesgo. Por un lado, la Procuraduría General de Justicia del estado dice que denuncias como tales por intento de secuestro, no tiene, lo que hay es por robo; el Ayuntamiento, a través del alcalde, Raúl Morón, se ha dedicado a minimizar el asunto, a decir que ellos no tienen reporte alguno ni denuncias ni nada, y por eso llaman a mantener la calma y no caer en la psicosis. Es más, resulta un chiste cruel que en Morelia, siendo un municipio con Alerta por Violencia de Género, no se cuente con un presupuesto para atender las agresiones a mujeres desde el aspecto de la seguridad pública, pero bueno. Ante el mutismo de las autoridades, sobre todo las municipales, se pueden hacer mil conjeturas de corte conspiranoico, como suponer que esto es un mero distractor ante el relajito que hay en el estado por el conflicto magisterial, que mucha gente dirá “lo bueno es que ahorita no hay clases, si no, imagínate m’ijita”. Pero también hay otra posibilidad, la de que esto sea producto de las bajas ganancias de los huachicoleros dado el cierre de ductos de Pemex, y que, acostumbrados a no trabajar, ahora estén optando por el secuestro para seguir teniendo dinero, y por eso no será de extrañar si en un mes o dos comienzan las extorsiones, secuestros exprés y despojos por parte de esos grupos. Al tiempo. “Operativos” estatales Mientras en Morelia la sociedad exige que la autoridad actúe para evitar y sancionar agresiones a mujeres, en Tiquicheo, la Secretaría de Seguridad Pública estaba demasiado ocupada. Le cuento: El martes pasado, como parte del despliegue policial implementado para localizar a los policías de Tuzantla que están desaparecidos, agentes estatales llegaron a Tiquicheo, donde levantaron a varias personas: tres jóvenes y un adulto, según denunció el miércoles la alcaldesa de aquel municipio, María Hortensia Sánchez Rodríguez. A bordo de patrullas, el señor ramón de la torre, de 40 años, su hijo y otros dos muchachos, fueron llevados hasta un río, donde los torturaron acusándolos de ser “halcones”. “Solamente pasaron los policías y nos dijeron ‘los vamos a revisar’, pero fue a puros golpes, culatazos y ‘sapes’ y nos llevaron a un río para torturarnos. Nos ponían bolsas de plástico en la cara y nos echaban gasolina y Coca Cola por la nariz”, según uno de los testimonios, pero además, los agentes les exigían que entregaran a alguien y así no los matarían a ellos, pero Ramón, quien al parecer sufría problemas cardiacos, murió, según los testigos, debido a los golpes propinados por los agentes estatales. Después de seis horas, seguramente las más largas de sus vidas, los aventaron en Tuzantla, sin pertenencias ni celulares. Ya el miércoles, la alcaldesa acudió con los sobrevivientes a presentar la denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del estado y la queja por abuso de autoridad ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos. Por si fuera poco, llama la atención que el diputado Fermín Bernabé Bahena, integrante de las Comisión de Justicia del Congreso local, además de acompañar a las víctimas y a la alcaldesa, se pronunció por que ni ella ni los agraviados reciban amenazas de ningún tipo. “También queremos que a la presidenta municipal no se le amenace por parte de nadie ni por la Policía Estatal ni por ningún otro funcionario porque vamos a estar muy al pendiente de ello, como diputado voy a estar atento de esto porque no podemos permitir que sucedan estos hechos de violaciones a los Derechos Humanos y que la propia Policía los cometa”, dijo. Si se pronuncia por que a la alcaldesa no se le pretenda intimidar, no se le amenace, “por la Policía Estatal ni por ningún otro funcionario”, es porque seguramente ya recibió la llamada de algún servidor público para que desista de señalamientos. Habría que preguntarle a Juan Bernardo Corona qué opina de esto. Al tiempo. Y mientras, sin clases Al hablar del conflicto magisterial se señalan las enormes pérdidas económicas por el bloqueo a las vías del tren y el plantón en el Centro de Morelia, pero la autoridad, fiel al estilo, minimiza el impacto educativo del problema, pues el titular de la Secretaría de Educación se la pasa negando que haya paro de labores, y si lo hay, dice que son “sólo” 122 escuelas en todo el estado. Lo que no entiende el señor Frutis Solís es que, aunque fuera una sola, se habla de alumnos que no están tomando clases, que no están recibiendo el servicio, que tienen negado su derecho a la educación, y eso deberían entenderlo también los docentes, que tienen abandonadas las aulas por exigirle a un gobernador que ya se deslindó de ellos y que sin duda seguirá eludiendo su responsabilidad como patrón. Lo peor es que ni siquiera se trata de todos los docentes, sino de líderes enquistados en la estructura sindical que persiguen otros fines, por ejemplo políticos, para ganar posiciones e incluso para reventar al gobernador, y tanto los maestros como los normalistas son peones de la cúpula sindical, y los más afectados: los estudiantes, como siempre. De verdad, como ciudadano y padre de familia, espero que las autoridades tengan capacidad y voluntad para resolver el asunto a la de ya, que los líderes sindicales tengan vergüenza y que los maestros tengan tantita responsabilidad, por no hablar de progenitoras, ellas qué.