La casa del jabonero

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Con carnitas, la mexicanidad

Jorge A. Amaral

PUBLICIDAD

Dice Bernal Díaz del Castillo, en su “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, que “después de haber aprehendido a Cuauhtémoc y a su familia, el día 13 de agosto de 1521, Hernán Cortés (…) mandó hacer un banquete en Coyoacán por alegrías de haberla ganado (la ciudad de Tenochtitlán), y para ello tenía ya mucho vino de un navío que había venido de Castilla al puerto de la Villa Rica, y tenía puercos que le trajeron de Cuba…”. Pero al no tener trigo para acompañar la carne de cerdo, los tlaxcaltecas, que habían participado en la batalla del lado español, tuvieron la idea de acompañar con pan de maíz, o sea, tortillas, y así, hace casi 500 años, nacieron los tacos de carnitas como una forma de festejar cualquier ocasión digna de celebración.

Empiezo con esto porque en esta semana, la senadora de Morena, Jesusa Rodríguez, evocando lo que se narra en el párrafo anterior, señaló que comer tacos de carnitas equivale a celebrar la caída de Tenochtitlán.

La visión de la morenista es, creo yo, una perspectiva anquilosada, muy de la historia de México que se nos enseñó en la primaria, en la que los españoles eran malos y vinieron a llevarse “nuestro” oro a cambio de espejitos. Esa versión de la historia que reivindica un pasado ideal y una identidad que no todos tienen en este país, producto de los libros de texto, es la misma que nos hizo creer que de no ser por los españoles, nuestro país hoy sería una potencia mundial, una utopía futurista.

PUBLICIDAD

Además, la senadora Jesusa dice que los españoles trajeron su dieta violenta a estas tierras, pero bueno, cualquiera que sepa el origen del pozole lo pensará antes de darle la razón a la legisladora.

Más allá de visiones puristas y almidonadas, hay que revalorar la importancia de sucesos como el que propició ese ágape de carnitas, porque de no haber sido por la caída de Tenochtitlán, el panorama ahora sería quizá muy diferente, es más, a lo mejor ni usted ni yo estaríamos aquí. Y es que, admitámoslo, somos hijos del mestizaje, los mexicanos no indígenas somos fruto de tres raíces: la originaria, la española y la negra, y de esas tres y otras más está nutrida nuestra cultura, la música, la gastronomía, el arte, la vestimenta, la religión, todo lo que somos como mexicanos.

Dice Jesusa Rodríguez, en perfecto español traído por los conquistadores, que comer tacos de carnitas es festejar la caída de Tenochtitlán. Yo diría que es más que eso, quitando acusaciones de malinchismo, comer carnitas es festejar lo que somos como mexicanos hijos del mestizaje y el criollismo, hijos del sincretismo, porque en nuestra mixtura genética puede haber más de Martín Cortés Malintzin y Leonor Cortés Moctezuma que de Cuauhtémoc.

Entre los escombros

También este fin de semana se conmemoró un aniversario más de la Expropiación Petrolera, y en ese marco, el perredismo tomó el monumento al general en Morelia y ahí se lanzaron consignas y mensajes de aliento y autoayuda, diciendo, igual que Marko Cortés, que no se permitirá la reelección ni el autoritarismo del presidente de México.

Sin que yo me considere obradorista, porque no lo soy, resulta chistoso que todas las acciones y dichos de los dos grandes perdedores de 2018 sean motivadas nada más por el presidente de México, llama la atención cómo AMLO inspira tanto a Marko Cortés a nivel nacional como a Antonio Soto en el PRD estatal para salir a decir estupideces todos los días.

Esta semana, a esos clamores de los paladines de la patria y la democracia se sumó el gobernador del estado, un demócrata que ha ido imponiendo a sus alfiles en su partido para que se queden con las candidaturas, pero bueno.

En fin, si el talento y la creatividad que todos los días derrochan Marko Cortés del PAN nacional y Antonio Soto del PRD estatal para ahogarse en vasos de agua y hacer escarnio, los usaran para reconstruir sus partidos a partir de los despojos, se les vería con más seriedad, pero bueno, el que nace para maceta… Es cuánto.