Al poniente, los olvidados Jorge A. Amaral Al poniente de Morelia, en la salida a Quiroga, las zonas que antes eran rurales, de manera vertiginosa han sido devoradas por fraccionamientos de todos los tamaños y colonias irregulares que han ido montando sobre el cerro, aferrándose a un lugar para vivir. Frente a San José Itzícuaro se ha edificado el proyecto habitacional más ambicioso y desordenado de Grupo Herso: Villas del Pedregal, que cuando comenzó a fraccionarse la idea era hacerlo llegar hasta la carretera a Pátzcuaro, imagine usted la magnitud del conjunto habitacional que ha ido convirtiéndose en un apéndice de Morelia, una ciudad junto a la ciudad con sus múltiples etapas y sus casi 20 mil habitantes. En el rancho, cuando alguien es lerdo pero muy alto, se dice que creció como la enredadera, a lo puro pendejo, y así ha ido creciendo Villas del Pedregal, como esa planta. Ahora bien, una problemática que empezó a suscitarse en Villas del Pedregal desde hace algunos años es la inseguridad, con robos a casa habitación, de vehículos, asaltos a comercios, tiroteos, violencia doméstica y la plaga del grafiti, que ha proliferado de manera tal que hay zonas en las que los grafiteros han dado rienda suelta a su mediocre y limitada pero prolífica creatividad sin que ninguna autoridad haga nada por frenar esta situación, y es que como Villas del Pedregal no está en el Centro de Morelia ni tiene edificios históricos, pues no importa tanto a las autoridades municipales. Pero considero que todas las carencias y debilidades de Villas del Pedregal podrían subsanarse si al Ayuntamiento y el gobierno estatal voltearan a ver hacia este conjunto habitacional, porque si el grafiti y el vandalismo han proliferado como una marabunta se debe a que hay demasiados adolescentes y jóvenes desocupados, sin opciones reales de esparcimiento, sin acciones gubernamentales estatales y municipales orientadas a darles una formación integral, con otro tipo de actividades, pues hay que recordar que el ocio es la madre de todos los vicios y que una mente ocupada no piensa tarugadas. Claro, hay un Icatmi, pero honestamente dudo que un grafitero, ladronzuelo de poca monta o narcomenudista, decida estudiar belleza o corte y confección si desde el seno del hogar no hay la cultura del trabajo y la responsabilidad. En cuanto a la inseguridad, que ha sido un reclamo añejo de los vecinos, usted puede entrar a cualquier hora del día y verá que los agentes sólo van al fraccionamiento a comer tacos y pollo asado, y si alguna unidad de la Policía Michoacán hace un recorrido es únicamente por la vía principal, comprendida por las avenidas Pedregal y de la Cantera, sin entrar a los recovecos, a los circuitos, a los retornos, que es donde se da la mayoría de los ilícitos, como robos, asaltos y narcomenudeo; esos lugares son tierra sin ley, feudo del caos. Y aunque los policías recorran la avenida principal eso es un mero adorno porque para manejar priva la anarquía, con automovilistas y choferes del transporte público que alcanzan velocidades de hasta 80 kilómetros por hora en una zona residencial, donde se supone que la velocidad máxima ha de ser de 30 kilómetros y en cruceros e intersecciones hay que disminuirla a diez kilómetros por hora, y no hay agente que ponga freno a esa situación que ya ha provocado percances. De los municipales ni hablamos y el C5i ahí no ha impactado. Todo esto no se daría si los vecinos no fueran los grandes olvidados del poniente de la ciudad en todos los aspectos: con una zona de comercio informal donde lo mismo se vende pollo asado que ropa usada o diferentes artículos de segunda mano o hasta robados invadiendo el paso peatonal, con sus áreas verdes presas del vandalismo y la inseguridad, con un transporte público que viola cuanta regla de tránsito pueda haber y vecinos que ven cómo sus hijos crecen en medio del caos y expuestos a toda clase de malas prácticas. Contrario a mi costumbre, sirva esta colaboración no como una queja, sino como un llamado a las autoridades, tanto las estatales como las municipales, a atender de manera más seria y eficiente a este asentamiento porque corren el riesgo de que los problemas que sus vecinos padecen crezcan como bola de nieve hasta que las autoridades ya no sepan qué hacer, porque está claro que Grupo Herso no piensa detenerse y va por más etapas. Digo esto porque no es una ciudad dormitorio, es el hogar de miles de familias que ahí tienen su patrimonio, que ahí tienen forjado su proyecto de vida, tanto familias jóvenes como matrimonios que ya sólo quieren disfrutar su vejez después de décadas de trabajo, trabajo que les dio la oportunidad de adquirir una casa en la cual desean vivir tranquilos. Todos esos miles de familias merecen una vida digna, no ser los eternos olvidados del Ayuntamiento, que los toma en cuenta sólo para pagar agua, Predial y licencias municipales. Pero también, los habitantes deben generar consciencia de que ahí viven, que la basura en la calle es su basura, que los niños jugando son sus niños, que la infraestructura urbana es suya. Cierto, el gobierno tiene una gran deuda con Villas del Pedregal, pero los vecinos deben cuidar su casa. Es cuánto.