Hay cosas que no se quitan Temo a un solo enemigo que se llama yo mismo. Giovanni Papini Jorge A. Amaral Hay personajes que llaman la atención, que lo que hagan o digan siempre será noticia, siempre estará sujeto a la polémica, incluso al cotilleo. Lo malo es que no siempre se vuelven nota por sus grandes logros, su incansable lucha o sus destacadas acciones. Hay personajes que se vuelven nota por las sandeces que cometen, por sus cuestionables acciones o por los penosos hechos en que se ven involucrados. En estos tiempos cualquiera que tenga un teléfono o una tablet puede grabar el video o tomar la foto, para de ahí difundirlo en redes sociales. Por eso es preciso que los personajes de la vida pública anden con pies de plomo, para que, aunque pisen excremento, no se les ensucien los zapatos, y si eso sucede, limpiarse a tiempo o bien manejar los hechos para que parezca que alguien los embarró con todo el fin de dañarlos. Todo esto viene a colación porque durante el festejo de un conocido y exclusivo club social, una integrante comenzó a increpar a un miembro muy conocido, tachándolo de no respetar los derechos de las mujeres, además de reprochar la proclividad del aludido a establecer relaciones sentimentales con mujeres de mucho menor edad. El aludido sólo sonrió, no respondió, al menos no de forma audible, pero otro asistente sí lo hizo, y para defender a su hermano (el club se rige por un código que fomenta la camaradería y fraternidad entre sus miembros), asestó tremenda bofetada a la mujer quejosa. El hecho rápidamente se difundió en medios de comunicación y redes sociales. Ahora, el personaje público que fue increpado ha decidido interponer querella legal contra los medios de comunicación que difundieron el hecho porque, según dice, el haber hecho público ese material atenta contra su imagen. Pero el video no fue tomado en la intimidad de su casa o en una celebración privada, se hizo en una plaza pública, a la luz del día, en un evento de carácter público, y el individuo en cuestión es funcionario público. Pero me pregunto si va a demandar a todos los usuarios de redes sociales que lo propagaron por su cuenta, y si eso va a hacer cada vez que alguien lo evidencie o hable mal de él. Como dice el dicho: no hay que hacerle al engabanado. Sobre el bochornoso episodio, el personaje dijo es que todo fue un ardid telenovelero de sus adversarios políticos para frenar su vertiginosa e imparable carrera hacia la gubernatura del estado, ya ve usted que prácticamente tiene medio derrière en el codiciado Solio de Ocampo. Este caso refleja a la perfección cómo muchas veces los personajes de la vida pública e institucional de nuestro país (ni hablemos de la farándula, aunque a veces parece ser lo mismo) son su propios enemigos, y los medios no tienen ni que buscarle mucho, sólo contrastar declaraciones, medir el impacto de las decisiones y confrontar lo manifestado en el pasado con lo dicho en el momento actual, y entonces los personajes de la vida pública no necesitarán enemigos políticos ni adversarios malévolos que desde la oscuridad fragüen siniestros planes contra ellos. No, muchas veces la boca y acciones de las personas son sus peores enemigos. Ese manejo de su imagen es algo que los servidores públicos y personajes de la política deberían aprenderle al presidente de México, porque siempre tiene un as mediático bajo la manga para contrarrestar la situación. Por ejemplo, justo en el momento en que la propuesta de reforma al sistema de justicia vigente fue desechada por carecer de ciertos aspectos, como las penas a la tortura, el presidente sale a rifar el avión presidencial, propuesta que resulta inaudita, casi tonta, pero que fue sumamente eficiente para distraer a sus adversarios, que con esa pelotita se han entretenido de lo lindo, no se diga el siempre crítico Marko Cortés, que ha encontrado en el presidente un excelente trampolín para aparecer en los medios sin tener que pagar. O el episodio de la llanta ponchada, que fue nota y tendencia, o la barbacoa de Hidalgo que a su hijo le gustó “un chingo”, y que igual estuvieron un buen rato en los medios, distrayéndonos de otros temas, como la violencia o el magro crecimiento económico. Pero no podemos culpar de esto a AMLO, él es un profesional de la política y sabe manejar a la prensa, sólo hace parte de su trabajo. Pero no todos tienen esa maestría del presidente para lidiar con las crisis mediáticas, para crearlas, administrarlas y terminar sacándoles provecho. Para eso se necesita mucha experiencia, estar bien asesorado y ser inteligente, y el presidente, aunque pueda uno no estar de acuerdo con algunas de sus decisiones, tonto no es. En conclusiones: hay gente que no necesita enemigos, ellos solitos se meten el pie, y segunda, un personaje de la política podrá demandar a todos los medios locales, a los nacionales, incluso a los internacionales; podrá demandar a quien quiera y desee, pero lo sandio, vulgar y ordinario no se le va a quitar. Niños armados en Guerrero La imagen de 19 niños armados marchando en Guerrero es desgarradora, y refleja la descomposición social en México en general y en ese estado en particular, donde los gobiernos estatales y municipales han dejado crecer el poder de los grupos delictivos a tal grado que en ese estado no hay cargo público que no esté relacionado con el crimen organizado, que pone (con recursos para campañas) y quita (a balazos, la mayoría de las veces) a servidores públicos. En ese estado donde los ayuntamientos son una máscara institucional del crimen organizado, donde las corporaciones policiacas son un mero simulacro y el gobierno estatal es indolente e incompetente, la violencia ha venido creciendo a tal grado de que cada municipio es plaza codiciada, que las zonas marginadas de la Montaña están a merced de los grupos armados por su importancia para la producción de marihuana y amapola, eso sin contar narcolaboratorios. En ese estado la violencia ha llegado a extremos que rayan en lo inhumano, donde no se respeta a niños y mujeres, sino que estos igualmente son tragados por la voraz maquinaria del crimen organizado. Si esos 19 niños armados con rifles y escopetas no llaman la atención de las autoridades estatales y federales (las municipales ya sabemos que no existen), no me imagino qué tendrá que suceder, porque de verdad espero equivocarme, pero estoy seguro de que esos niños terminarán falleciendo bajo el fuego de los criminales. Y es que en este país el horno no está para bollos, porque mientras en una escuela de Torreón o de Guanajuato un niño saca su arma para atacar a sus maestros y compañeros, en Guerrero estos niños tienen que empuñar sus armas para proteger sus vidas y las de su comunidad ante la indolencia, inacción e incompetencia del Estado. La imagen de los niños marchando es una muestra de que Guerrero ya ha llegado al límite tolerable, pero no hay soluciones a corto plazo, no se puede sacar a toda la población civil y que los criminales se maten entre sí, y la desaparición de poderes en el estado no resolvería las cosas, porque los Ardillos y los Rojos no van a querer abrazar a la Guardia Nacional, ellos sí van a atacar a balazos. ¿Le parece exagerado? En el informe especial sobre la situación en cuanto a personas desaparecidas y delitos relacionados, elaborado por laComisión Nacional de los Derechos Humanos, se consigna que de enero de 2011 a septiembre de 2018, sólo en Chilapa, fueron asesinadas 632 personas. El informe muestra cómo el horror de la violencia ha ido en aumento: 32 asesinatos en 2011, 26 en 2012, 35 en 2013, 25 en 2014, 115 en 2015, 104 en 2016, y en 2017 la cifra se disparó: 277 asesinatos. A esto hay que sumarle los 300 desaparecidos y otros cientos de desplazados. ¿Le parece exagerado lo que le digo sobre la indolencia de las autoridades?, bueno, seguramente usted recuerda que el fin de semana, 10 músicos de Chilapa, entre ellos un niño de 15 años, fueron torturados y asesinados, pues la Comisión Estatal de Atención a Víctimas ha emprendido medidas inmediatas para atender a los deudos de las víctimas, entre ellas, dar una despensa a cada familia. Somos el muro El episodio vivido recientemente en la frontera sur, con la Guardia Nacional sometiendo a migrantes centro y sudamericanos que trataban de entrar por los límites con Guatemala, pone en evidencia que México no pagó el muro, sino que nosotros como país somos esa pared para impedir que los migrantes lleguen a Estados Unidos. Pero una cosa también hay que resaltar: si aquí no hay las condiciones para que estas personas estén, que todos tengan un trabajo bien remunerado y con servicios de calidad. Lo que vimos de los elementos de la Guardia Nacional repeliendo y sometiendo a los migrantes no es otra cosa que los abrazos que la corporación estrella de AMLO no le ha dado al crimen organizado. No me toques, ando chido Puede uno sentirse intocable, bendecido, pero hay cosas que es mejor no hacer, como aventar a un policía que está en un lugar para resguardar la seguridad y el orden; y si estas condiciones se ven violentadas por una persona, su deber es actuar en consecuencia, no importa de dónde sea al gafete con el que se identifique o cuántos conectes tenga. No somos intocables, por muy chidos que andemos. Es cuánto.