Jorge A. Amaral Es curioso y hasta decepcionante cómo, teniendo una democracia electoral cara, con partidos que se llevan miles de millones de pesos, tenemos una política tan barata, con institutos y personajes de pacotilla que muchas veces causan gracia y otras, sólo pena. La política mexicana no es de principios ni ética; es de intereses, cabildeos y negocios. Por esa razón, creer en políticos es como creer en los Reyes Magos: hay que ser un niño inocente o un adulto muy estúpido. El hijo pródigo volvió Alfonso Martínez Alcázar, el mismo que el 16 de noviembre de 2014 renunció a su militancia en el Partido Acción Nacional por el supuesto cochinero en la conformación del padrón de militantes, ha vuelto al PAN para buscar ser candidato en 2021. Esta semana, el miércoles 9 para ser precisos, el ex-expanista se reunió con connotados militantes en el Comité Municipal del partido. La intención del encuentro fue ponerse a sus órdenes para, en caso de que lo perdonen y lo vean viable, le den la candidatura. Pero el exalcalde dejó de vibrar alto y ahora, viendo que por la vía independiente las canicas en su red no alcanzan, dejó de acariciar la posibilidad de buscar la candidatura al mentado Solio de Ocampo y pues ya ni modo, va en busca aunque sea de la alcaldía moreliana. En esa reunión estaba el mismísimo Carlos Quintana, el mismo que, siendo diputado local por el PAN en tiempos de la presidencia apartidista moreliana, metió zancadilla a proyectos como el del alumbrado público planteado por el entonces alcalde, argumentando que eso significaba más deuda para el municipios, cuando en realidad siempre se trató de un asunto político: ponerle cuanta piedra de pudiera sabiendo que, acariciando Quintana la posibilidad de ser candidato, le convenía hacer ver mal al alcalde que buscaba reelegirse. Al final eso fue un movimiento desesperado de dominó: si sabes que no ganarás, por lo menos haz que tu contrincante pierda, así se cierre el juego. Ahora los panistas tienen que pensar muy bien si arropan al hijo pródigo o lo mandan a la cola pues seguramente no es el único panista buscando la postulación en Morelia, como no es el único miembro de su partido que se ha dignado a bajar a donde está el pueblo para buscar simpatías. Y es que, además, con los tratos que a nivel estatal ya se están haciendo, Alfonso Martínez la tiene complicada, a ver si lo perdonan, y si lo perdonan, tendrá que esperar a que se dé una definición porque el hueso moreliano está forrado de carne y más de alguno quiere hincarle el diente. Vistos de cerca no dan asquito Siguiendo con los panistas, es bien chistoso cómo ahora andan de piquete de ombligo y nalgada con los perredistas y los del PRI. Es chistoso porque desde que López Obrador llegó al poder, en el PAN se reprochaba cierta simpatía de Morena con el PRI, y por eso el partido del presidente no era digno de confianza pues estaba nutrido por extricolores que se habían brincado sólo por las candidaturas. Los panistas se persignaban, se escandalizaban y murmuraban como tías cotorras y hasta tenían un apodo para eso: PRImor. Pero hoy ya se convencieron de que a lo mejor los priistas no son tan malos si se les mira de cerca, y ya son amigos y se llevan bien y están haciendo la alianza para luchar contra Morena, un horrible partido que va a llevar a México al socialismo, al caos, la destrucción y el retroceso. Para los panistas, el partido de AMLO es feo, feísimo, lleno de excompañeros de lucha de sus nuevos amigos del PRD y el PRI. Qué feo se ve Morena desde el PRD En el PRD, a su vez, acusan que Morena es lo peor que pudo haberle pasado a México, qué partido tan feo y negativo, tan cerrado al diálogo con otras fuerzas políticas, tan enemigo de hacer acuerdos, tan negados a la alquimia de mezclar agua y aceite. Desde el PRD, Morena se ve feo, todo lleno de, sí, experredistas, esos mismos antiguos amarillos con los que solían compartiré cabildeos, comilonas, borracheras, acuerdos, negocios, cochupos, corruptelas. Lo bueno es que en el PRD recapacitaron y no cedieron al canto lopezobradorista y decidieron quedarse cuidando su casa, que aunque en escombros, no deja de ser suya, tan suya que mientras quede una columna, no dejarán de ponerla al alcance del mejor postor. Morena, la moda de aspirar La última vez que Michoacán eligió gobernador, en Morena apenas si había cuatro o cinco aspirantes para contender. Ahora ya hasta perdí la cuenta de todos los que han levantado la mano para representar a su partido en 2021 en la entidad. Y es que ahora sí es negocio ser morenista, por eso todos los experredistas ahora quieren contender, pues saben que con los resultados que su partido obtenga ahora pueden tirarle, de jodido, a una pluri en el Congreso del Estado o una candidatura en sus municipios, o un huesito en el gobierno federal o una pluri federal. Por eso hasta los perfiles más inauditos piensan que pueden ser candidatos a gobernador, y si no lo piensan, lo hacen creer para que los tomen en cuenta y les crean el rollo de que mueven multitudes y pueden llevar miles de votos al partido, aunque en realidad no sean más que políticos (hombres y mujeres) acomodaticios, arribistas y con historial de corrupción. Por eso todos esos experredistas hoy son morenistas de hueso colorado, y todos están interesados en hacer que el proyecto de López Obrador termine de cuajar en Michoacán, y todos quieren lo mejor para los michoacanos, y todos creen que nos lo pueden dar, y todos creen que se los hemos pedido o que lo estamos esperando de ellos. Pero bueno, al igual que los del PRI, PAN y PRD, en el partido oficial hacen también su lucha, y está bien, porque vivir fuera del presupuesto es vivir en el error y la política es la mejor forma de vivir sin precisamente tener que dedicarse a un trabajo honrado. Sin caras… En fin, todo lo anterior, en cualquiera de los partidos, incluso en aquellos que dijeron que sin partidos era mejor y que se jactaban de independientes y muy ciudadanos, queda demostrado el gran talento y estoicismo que se re quieren para la política. Para hacer política se requiere capacidad no sólo para hacer acuerdos, sino para que en ellos se impongan las condiciones propias; se necesita valor para aguantar golpes bajos y astucia para saber cuándo darlos; se requiere agilidad y buenos contactos para limpiarse los zapatos justo después de haber pisado la inmundicia; se necesita mucho talento para no sólo no caer en el canto de las sirenas, sino ser una de ellas y poder atraer a los votantes incautos. La política precisa grandes dotes actorales para fingir que te importa lo que de vale cacahuate, que te vale sorbete lo ayer por dentro te quema. Viendo esa facilidad con la que los antagónicos políticos de ayer son los grandes camaradas y compañeros de trinchera de hoy, y cómo tienen principios desechables, se comprueba una idea ya de sobra conocida: la política es el arte de comer mierda sin hacer gestos y, si es preciso, pedir más. Es cuánto. Para el mal sabor, música Mientras termino de escribir esta entrega, escucho a Ignacio José Fornés Olmo, el sociólogo, poeta, escritor y actor español que es más famoso en el rap con el nombre de Nach. Desde sus primeros discos se nota la vena poética del nacido en Alicante, y esta cuarentena le ha dado rienda suelta a esa faceta y, créame, estimado lector, es sencillamente hermoso. Con un tono siempre intimista, alejado de las líricas de crítica social de sus primeros discos, el libro “Silencios vivos” ofrece una poesía personal, tan personal que cualquiera que no esté muerto encontrará algo con qué identificarse para hacerlo propio. En su rap es igual. Letras inteligentes, bien construidas, con imágenes poéticas que lo mismo son una caricia con una pluma que un puñetazo en la cara. Si bien todos los discos son una delicia, le recomiendo ampliamente “Almanauta”, de 2018. Si usted no es amante del rap, no se preocupe, igual lo disfrutará pues es un verdadero deleite para los oídos y el espíritu. Por lo pronto le dejo un link con poemas suyos: https://youtu.be/6NK9rhYTV80