LA CASA DEL JABONERO | México adoctrinado

Desde el inicio su administración, se acusó que Andrés Manuel López Obrador pretendía reformar la ley a su antojo para reelegirse y convertirse en un temible dictador.

Jorge A. Amaral

La polémica por los libros de texto para el siguiente ciclo escolar no se ha centrado en lo educativo, no hay un debate pedagógico. No, el chismarajo de la derecha es meramente político y preelectoral.

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Desde el inicio su administración, se acusó que Andrés Manuel López Obrador pretendía reformar la ley a su antojo para reelegirse y convertirse en un temible dictador de una república bananera, de esas que tanto aterrorizan a quienes dicen defender las libertades, como los grupos alineados y alienados a la ultraderecha de este país que, apoyados en las redes sociales y medios de comunicación, han propagado un discurso de odio incluso más fuerte que las arremetidas de AMLO contra los conservadores. Han difundido rumores, han organizado manifestaciones de repudio al gobierno federal y hoy tienen entre sus filas o en el bolsillo a periodistas y comunicadores cuyas voces, como resuenan a nivel nacional, hacen mella en la opinión pública.

Siempre se acusa a AMLO de ser comunista, socialista, marxista, leninista, estalinista, chavista, castrista, ocultista, satanista y cuantos “ista” feos se le puedan ocurrir, y han recurrido para tales señalamientos al racismo, a la discriminación en razón de clase social, escolaridad y origen. No diremos que AMLO ha sido una blanca paloma, porque a diario arremete contra los conservadores, contra la gente a la que se le considera fifí, contra los aspiracionistas y demás. De esta forma México está sumido en un debate vacío, en dimes y diretes sin mayor sustento que el encono y el rencor.

Volviendo al tema de los libros de texto, en realidad nadie sabe a ciencia cierta cómo vienen, sólo se tiene clara la malla curricular del nivel básico en el sector educativo público. Por todas las redes sociales aparecen críticas a los libros, pero hasta ahora se ignora si las presuntas páginas de los libros que se muestran realmente vienen así o el contexto de los ejemplos y ejercicios.

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Pero cuidan de no sonar demasiado políticos, no vaya a ser que empecemos a sospechar que el PAN y el PRI o hasta lo que queda del PRD estén pensando en sacarle raja política al tema. Para legitimar sus dichos, la ultraderecha usa como ariete a la Unión Nacional de Padres de Familia. Veamos un poco de esta organización.

La Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) fue creada en 1917, año en que se promulgó la Carta Magna que con todo y parches hoy nos rige, para oponerse al principio de laicidad en la educación, consagrado en el artículo tercero de la Constitución, por lo que está entre las organizaciones de ultraderecha más antiguas de México, siendo una de las caras visibles de El Yunque. Es por eso que, desde su creación, ha estado vinculada a la Iglesia católica y desde mediados de siglo al Partido Acción Nacional, pero también se ha coaligado con grupos ultraconservadores como Provida o la Asociación Nacional Cívica Femenina, así como a la Confederación Nacional de Escuelas Particulares.

Durante el mandato de Vicente Fox (el mismo que recibió un crucifijo en su toma de protesta en plena Cámara de Diputados) la UNPF recibió recursos por medio de los proyectos “filantrópicos” de doña Martita Sahagún, la primera dama que operó económicamente en favor de empresarios y narcos para enriquecerse y enriquecer a sus hijos.

El discurso que hoy la UNPF enarbola no es nada nuevo, pues desde las primeras décadas del siglo XX mostró encarnizada oposición a los intentos gubernamentales y de grupos de avanzada progresista de impulsar no sólo la educación sexual, sino la educación mixta entre niñas y niños. Vaya, si no querían que se mezclaran, más pavor les causaba que los chiquitines supieran qué es, para qué sirve y cómo se cuida.

Su activismo ha sido tal, que en defensa de la educación religiosa en las escuelas apoyó las guerras cristeras, tanto la que vivió Plutarco Elías Calles entre 1926 y 1929 como la que tuvo lugar durante el mandato de Lázaro Cárdenas del Río, periodo en el que los fanáticos religiosos asesinaban y mutilaban los cuerpos de maestros y maestras rurales que osaran impartir contenidos relacionados con la sexualidad. Esa guerra contra la educación sexual en el nivel básico seguía viva todavía en la década de los 70, en otro intento del gobierno por que los niños y niñas por lo menos supieran cómo se llaman los órganos reproductores.

Ya entre las décadas de los 80 y los 90 rechazaron cualquier proyecto que buscara prevenir enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados mediante el uso de anticonceptivos y preservativos.

Abro parénesis anecdótico: Viene a mi memoria el padre David, un sacerdote de mi pueblo que, mediante las cucarachitas de la iglesia boicoteaba el trabajo de mi madre, una enfermera de campo que, como parte de su labor en la Secretaría de Salubridad, debía llevar los programas de planificación familiar a los ranchos. Mi madre, siempre firme, lo mandó a la chingada y fue más lista: se hizo amiga de las lideresas de la pandilla y así pudo trabajar. Muchos años después supe que el mentado padre David, de inmaculado nombre, había abusado de una catequista pero por temor nunca se le denunció. Se cierra el paréntesis.

Pero el activismo de la Unión Nacional de Padres de Familia ha ido más allá de lo supuestamente educativo, ya que también fueron partícipes de la censura de espectáculos, exposiciones y contenidos que consideraban inmorales, ya fuera por su carga erótica o por su irreverencia frente a la moralidad del buen cristiano. Fue así que en 1997 la organización se sumó al proyecto del empresario Lorenzo Servitje para callar contenidos de los medios de comunicación con el eufemístico nombre de “A favor de lo mejor”, labor que después complementaron al sumarse a otros grupos conservadores, como Provida y Red Familia, para mantener la penalización del aborto y negar derechos a las comunidad LGBT.

Durante los doce años de panismo en la Presidencia, es decir, de 2000 a 2012, esta organización se sirvió de la afinidad de credo, pues durante el periodo de Vicente Fox colaboraron con Marta Sahagún en las “Guías de Padres”, que comenzaron a difundirse, con todo y programa de televisión en Televisa, supuestamente para ayudar a los padres de familia en su tarea como educadores, pero desde un enfoque conservador sobre la sexualidad y la familia.

Con esos proyectos, la entonces primera dama fortalecía su protagonismo (teniendo a un imbécil como esposo y presidente no era muy difícil), a la par que la jerarquía católica y los grupos conservadores contaban con medios para, desde la educación pública, homogenizar el pensamiento de los padres de familia.

Con Felipe Calderón también tuvieron buena relación, pues era común que el mismo presidente o sus funcionarios acudieran como invitados de honor a eventos organizados por la UNPF y otros grupos conservadores. De esta manera también acompañaron al gobierno de Calderón en las arremetidas contra el sindicalismo magisterial, sobre todo el representado en la CNTE

Ahora veamos el tema actual. La Unión Nacional de Padres de Familia y otros grupos conservadores, a través de las redes sociales y medios de comunicación, acusan que el gobierno federal está emprendiendo un adoctrinamiento ideológico para que Morena se mantenga en el poder, que es el virus comunista que se quiere implantar en nuestra niñez para tenerla sometida y boba, sin pensamiento crítico ni habilidades tecnológicas.

A ver, papitos y mamitas (como dicen en el colegio de los Legionarios de Cristo que hay cerca de mi casa): desde los confines de la historia fuimos educados mediante el maniqueo adoctrinamiento ideológico: conquistadores malos, aztecas buenos; españoles malos, insurgentes buenos; Maximiliano malo, Juárez bueno; conservadores malos, liberales buenos; porfiristas malos, revolucionarios buenos; latifundistas malos, agraristas buenos; Masiosare malo, mexicanos buenos, y en la escuela se nos enseñó el juramento a la Bandera. Además, 98 millones de mexicanos nos asumimos como católicos y, por ende, guadalupanos que fuimos bautizados, confirmados, hicimos la primera comunión, muchos nos casamos en una ceremonia religiosa, conocemos los protocolos de silencio y mansedumbre que hay que seguir en la misa. Con todo eso, ¿tienen los conservadores el descaro de acusar que el gobierno quiere adoctrinarnos, como si no estuviéramos ya lo suficientemente catequizados en la religión y el amor desmedido y a veces irracional a la patria? Y por último, como ni siquiera han revisado los libros de manera puntual y minuciosa, todos, desde el PAN hasta Javier Alatorre, no hacen sino esgrimir monserga política y preelectoral. Es cuánto.

Postdata: Fer me pregunta que por qué no mejor nos cambiamos de religión. Ay, mi niña, si desde hace años su papá es pastafari. “Hemos encontrado la verdad y está hecha de pasta. Ramén”.