Jorge A. Amaral A mi papá: arriba, que nos esperan unas arracheras. A Alejandra: 13 años casados y te amo cada día más. Gracias por dar vida a mi vida. Ahora que se dieron los cambios de gobierno, no han faltado los municipios en los que los nuevos presidentes municipales se encuentran con la terrible realidad de los relevos, sobre todo cuando el Ayuntamiento cambia de color. Desde expresidentes municipales que dejaron un tiradero en la casa, hasta los que de plano no dejaron nada que ordenar porque se llevaron hasta los lapiceros. Empezando por Morelia, la nueva administración encabezada por Alfonso Martínez ha señalado un desorden en la entrega-recepción, pero no sólo eso, sino que las recientes lluvias que han azotado a la capital del estado han puesto en evidencia las escasas labores de mantenimiento en drenes, ríos, canales y cárcamos, lo que pone en constante riesgo a las colonias más vulnerables a inundarse. Pero también, el gobierno municipal iniciado por Raúl Morón y concluido por Humberto Arroniz deja a Alfonso Martínez más de 50 obras sin terminar, de las que 12 ya rebasaron en agosto su tiempo de terminación y las otras simplemente se han retrasado. Entre esas obras está el puente en la avenida Siervo de la Nación, que desde un inicio fue polémico entre los vecinos y que ahora, con las lluvias, se inunda un día sí y otro también. También anda por ahí la obra en la avenida Lázaro Cárdenas, que se ha vuelto una auténtica alberca y no se sabe para cuándo termine. Y mientras tanto, los vecinos de ambas zonas siguen viendo cómo sus negocios se vienen abajo y no hay quién les dé respuestas. Pero hay otro problema: la pandemia. Sabemos que la crisis sanitaria por la COVID-19 ha sido manejada desde distintos enfoques y rara vez desde el aspecto sanitario, porque el que un estado o municipio esté en rojo, amarillo o verde, obedece a la presión de empresarios que ven mermadas sus ganancias, pero también según la relación que haya entre los distintos niveles de gobierno. Es así que en Morelia, debido a la pugna entre Silvano Aureoles y el Ayuntamiento de la capital, el manejo de la pandemia ha sido mediocre, con medidas parciales para joder a unos pero sin hacer enojar a otros, cerrando establecimientos del Centro mientras a unas cuadras los cafés están llenos de parroquianos desplazados, quienes llegan a La Soterraña en calidad de refugiados. Pero no es el único caso, porque otro morenista, Víctor Báez Ceja, también dejó a su salida un caos en la administración de Pátzcuaro. Así rapidito le platico: personal que trabajaba en el Ayuntamiento en calidad de empleados eventuales y hasta algunos directores de área, previo al cierre de la administración resultó que ya tenían base y eran miembros del sindicato. En el caso de los eventuales, vale, está bien si la nómina es delgada, pero los directores, a menos que hayan renunciado al cargo para luego ser contratados como empleados normales, órale, está bien, pero los directores de área no pueden sindicalizarse porque son empleados de confianza, eso es como ser juez y parte. Si la ley laboral lo permite, sale, está padre, pero esto figura más como el afán de permanecer dentro de la nómina a como dé lugar, porque vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. Es más, aquí entre amigos le digo: si yo fuera el nuevo alcalde, a los exdirectores hoy sindicalizados los sacaría de la oficina para mandarlos al rastro municipal, a la recolección de basura o a hacer trabajos de jardinería; total, el que no esté de acuerdo, la alcaldía tiene una puertota bien bonita y bien amplia. Otra de las gracias del experredista Báez Ceja fue asignar obras públicas prácticamente en la víspera de entregar el gobierno que durante 6 años ostentó. Gracias a esto, se dejaron comprometidos recursos federales por el orden de los 24 millones de pesos, y esas obras ni siquiera se han iniciado. A eso hay que sumar los 16 millones de pesos que el exalcalde deja de deuda municipal. Pero está chévere asegurar un trabajo que trascienda administraciones, que si se comprometió a resolver una necesidad de tal o cual comunidad, el cambio de gobierno y de bandera política no signifique reiniciar las gestiones. Hasta ahí vamos bien, porque quizá Víctor Báez Ceja, con toda la fuerza moral de la Cuarta Transformación, dijo “primero los pobres”. Lo malo es que, ya ve usted, nunca falta el languso que con puestecito en un Ayuntamiento quiere asegurar su futuro, y los exregidores del Pueblo Mágico no fueron la excepción que rompiera la regla, porque se autorizaron la última cucharada del presupuesto. Desde el mes de mayo, el Cabildo autorizó que los regidores ejercieran los recursos destinados a gastos de las regidurías. Lo chistoso del asunto es que lo que autorizaron ejercer fue lo correspondiente a los meses de septiembre a diciembre, meses en los que esos cabildantes ya no están en funciones como representantes populares. Estamos hablando de que cada uno se lleva 30 mil pesos, y si lo multiplicamos por los 10 que son, estamos hablando de 300 mil pesotes que se fueron a la basura. Pero no crea usted que esto es cosa sólo de morenistas, porque los de otros partidos tampoco venden piñas, ya que, por ejemplo, en Copándaro, municipio chico con aspiraciones grandes, la exalcaldesa Mirna Acosta, luego de tres años de “trabajar con el corazón”, ya comienza a ser señalada por los propios habitantes, quienes la acusan de desfalcos, de irregularidades hasta en el relleno sanitario e incluso hasta de no haber pagado la nómina al personal, lo que tiene al municipio entre la basura aun después del cambio de gobierno. Ah, pero no faltaron las risas, porque esa administración se caracterizó por el culto a la personalidad, ya que el nombre de la hoy expresidenta estaba hasta en las esferas del árbol de Navidad; si una banqueta se balizaba, en la misma que se escribía su nombre. Es más, en su localidad de origen, hoy convertida en tenencia sin mayor mérito que ser la cuna de la exfuncionaria, se construyó un andador muy bonito, con un arco imponente y de excelente gusto, y ese tramo hoy por hoy se llama Paseo de las Violetas (la referencia es obvia, porque en todo el tramo no hay un solo ejemplar de esa planta), y en la placa alusiva dice que la obra se construyó en honor del señor padre de la expresidenta. A lo anterior habría que sumar el desproporcionado sueldo que la funcionaria recibía y el patético manejo de la pandemia que hizo, ya que en plena tercera oleada de COVID-19 permitió que se hicieran bailes y jaripeos con miles de personas, cerrando una administración pachanga con tremendo jolgorio en su comunidad natal en honor del santo patrono. Pero si usted pregunta al grueso de los habitantes de Copándaro qué opinan de la administración que recién concluyó, unos le responderán con risas y otros sólo soltarán suspiros de alivio. Son sólo tres ejemplos tomados al azar para ver que en todos lados se cuecen habas: desde la capital del estado hasta los lugares turísticos, pasando por municipios pequeños, donde luego las irregularidades son mayores. Lo bueno es que ahí viene el nuevo gobierno estatal, y los morenistas ya dijeron, en voz de Fidel Calderón Torreblanca, que las auditorías no van a faltar. Lo malo es que esos dardos sólo se van a enfocar en el gobierno de Silvano Aureoles, porque de los hoy expresidentes municipales no dijo ni pío, y ni esperemos que hable de sus correligionarios. De verdad, ojalá que en todos los municipios los nuevos alcaldes auditen y denuncien las irregularidades de sus antecesores, porque esto ya es una larga cadena de tranzas y robos en el primer nivel de gobierno, el más cercano a la gente y el que más impacta en la población, ya que es el que brinda la seguridad pública de mayor proximidad y el que dota a la ciudadanía de obras y servicios públicos tan básicos como el agua potable, el drenaje, la recolección de basura y demás. Al tiempo. Ultraderecha transatlántica Esta semana se reunieron senadores panistas con Santiago Abascal, el líder del ultraderechista partido Vox, de España. Es bueno que los políticos mexicanos estrechen lazos con sus homónimos de otros países ya que así se enriquecen culturalmente y pueden ver modelos que en otras latitudes han funcionado para buscar su implementación en México, pero esa reunión no fue el caso. Recordemos que hace unos días, el partido español festejó la caída de Tenochtitlan, hecho en el que, bajo el mando de Hernán Cortés, la tropa y “nativos aliados” “liberaron” a millones de personas del terror causado por los sanguinarios aztecas. Pero eso sólo fue un mal chiste de redes sociales, porque lo preocupante es la injerencia que Vox tendrá en los legisladores panistas. Y es que el partido es antiaborto, se opone al ejercicio de los derechos de la comunidad LGBT y demás detallitos ultraconservadores que seguiremos viendo cómo los panistas defienden en el Senado, por lo que muchas discusiones cruciales para transitar por una vía más progresista se verán truncadas por quienes dicen estar en defendiendo una especie de causa divina. Además, pugnan por políticas antimigratorias y porque la violencia de género sea catalogada como simple violencia intrafamiliar. A grandes rasgos eso es Vox, los nuevos mejores amigos de un grupo de senadores panistas que, aunque digan que no son de ultraderecha, sabemos que un yunque pesa sobre sus cabezas. Ahí, los demás senadores deberán estar con las pilas bien puestas y legislar con mayor vigor, o de plano México podría volver al siglo XIX. Es cuánto.