LA CASA DEL JABONERO | Qué feo ser Noroña

El odio se fomenta con ignorancia y la ignorancia se preserva con desinformación, y los detractores del presidente la fortalecen

Jorge A. Amaral

En memoria de mi tía Conchita, terrón de azúcar hecho persona.

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El diputado Gerardo Fernández Noroña de nuevo se ve inmerso en una polémica estúpida, de esas que nos encantan cuando de política mexicana se trata, porque la política mexicana a veces no da para más. El petista se fue a surtir a un City Market en Cuernavaca, que dicen que es muy fresa, y entonces unas señoras gorditas y chaparritas le reclamaron al político el que estuviera en esa tienda porque, según dicen las enojadas señoras, no estaría mal si todos tuviéramos el mismo derecho.

A ver, todos tenemos derecho a comprar en cualquier establecimiento que no exija membresía, y aun así podemos tramitarla. Tanto Pedrito como Luchita tienen el mismo derecho de comprar en el mercado sobre ruedas o en la tienda más exclusiva. Claro que la diferencia está entre que a lo mejor Luchita sí tiene los medios económicos para comprar en el establecimiento de lujo y Pedrito no, pero eso no le quita el derecho de ir y tratar de comprar.

El odio se fomenta con ignorancia y la ignorancia se preserva con desinformación, y los detractores del presidente la fortalecen desde los programas de radio y televisión, desde las tribunas de San Lázaro y el Senado, desde las redes sociales y los artículos de opinión que luego publican. A cualquier funcionario de la llamada 4T o sus familiares que sean sorprendidos comprando en algún lugar fuera del tianguis o comiendo en un sitio distinto a los tacos de 3 pesos, o si trae un carro que no sea un Tsuru desvencijado, le reclamarán que falta a la promesa presidencial, primero, de la autoridad republicana, y segundo, de la pobreza franciscana.

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Lo más fácil es tomar un clip de video y cortar partes para descontextualizar las declaraciones. Así, los detractores del presidente (a quienes no llamaré “derechairos” para no caer en lo mismo que les critico), cuando López Obrador habló de austeridad republicana, no era, como señalan esas personitas, en el sentido de que llevarían una vida austera en sus domicilios, en lo particular, sino que en las tareas de gobierno no habría dispendios, lujos y derroches a los que la clase política está acostumbrada, como seguros privados, que el Estado los dote de celulares y gasolina o que se les ponga a su disposición una camioneta de lujo hasta para ir al súper. Luego vino la ocurrencia lopezobradorista de la pobreza franciscana, que no quería decir que los funcionarios públicos anduvieran en harapos y viviendo como frailes mendicantes, sino que (lo mismo) en las dependencias de gobierno se ajustarían aún más el cinturón para no gastar en pendejadas, como hacía Silvano Aureoles, por ejemplo, o como muchos políticos que comen en buenos restaurantes con sus achichincles y novias y cargan las cuentas al erario, o que en el primer año de gobierno se compran megacamionetotas de más de un millón de pesos cuando, si es necesario, podrían comprar dos coches de medio millón.

Pero bueno, esa gente que se dice de derecha y que se molesta hasta por la última flatulencia de los personajes de la 4T no lo entienden, piensan que sólo ellos pueden, que sólo ellos deberían, porque lamentablemente el clasismo y el racismo han sido fuertemente fomentados en los últimos años para mantener más dividido al país entre los buenos católicos que aman a México y los sucios comunistas de la 4T. ¿Y los que estamos en medio?, ¿los que no somos “sucios comunistas” pero tampoco somos fifís? Nosotros no importamos, somos el alma obrera de la ciudad, la fuerza de trabajo en el campo. Nosotros somos invisibles, de nosotros sólo se acuerdan cuando hay campaña, pero ese es otro tema.

La cosa es que a Noroña le reclamaron por ir a esa tienda por una botella de vino (¡vino!, si esos comunistas deberían tomar puro alcohol con Coca Cola), como le han reclamado que viaje en avión o que tenga una camioneta bonita.

A ver, si actualmente un diputado federal gana 75 mil pesos mensuales, que no son robados, que ya están destinados en el presupuesto, ¿no tiene derecho de ir a comprar donde se le hinche la gana? Si tomamos en cuenta que Noroña es de esos políticos que siempre se posicionan y que, por lo tanto, siempre tienen hueso, ¿debe andar con taparrabos, huaraches, en camión guajolotero y transportando su equipaje en una caja de huevo? ¿Usted lo haría en su lugar? Lo mismo pasa con el hijo menor de AMLO, que si el celular que usa, que si los tenis que calza, que si la escuela a la que va. Carajo, su papá, el presidente de México, gana 136 mil 700 pesos al mes, y no es el primer cargo público que ocupa. Seamos francos: si usted fuera presidente, ¿no le compraría a su crío los mejores tenis?, ¿no le pagaría la mejor escuela?

Es solo que las críticas sin fundamento se dejan venir con todo desde una oposición que no tiene nada más que la brea que arroja, una oposición que no opera para construir algo, sino parea destruir lo que el adversario quera hacer, y por eso esos discursos salidos de la vesícula, por eso esa propagación de odio hacia todo lo que huela a López Obrador. Vea usted todas esas cuentas en redes sociales que fueron creadas exclusivamente para destilar odio y propagar el encono entre la ciudadanía, sobre todo entre quienes se creen todo lo que ven en internet o les llega por WhatsApp.

Ahora lo malo es que gente como Citlali Hernández, Gerardo Fernández Noroña o cualquier otro personaje de la 4T no pueden pararse en una tienda a la que la gente le da cierto prestigio porque el rebaño de la oposición se los tragará vivos, así tengan todo el poder adquisitivo para comprar en ese lugar.

Cuando empezó este sexenio pensé que sería un periodo divertido en que las risas no faltarían, y en gran medida así ha sido porque las ocurrencias han estado a la orden del día, pero también ha sido una época en que el odio es la moneda de uso corriente, en que la política se hace con el hígado, en que las tribunas legislativas se usan más para destilar el odio y decir idioteces que para legislar de verdad y en bien de la ciudadanía, porque las discusiones en el Senado y en San Lázaro, como ya lo hemos dicho, muchas veces se centran en joder las propuestas de los afines de López Obrador que en abonar al desarrollo del país.

A este paso de verdad que hay momentos en que uno se harta de la política y los políticos, en que todo lo que se desea es lanzarles un escupitajo en la cara, porque un día sí y otro también demuestran que la ciudadanía no importa, que lo que realmente los mueve son sus intereses cupulares, gremiales, sectarios, para mantener el estado de cosas en que la pirámide social no cambia, sólo se alternan los que ocupan el puesto más alto. Para ello ambos sectores, 4T y detractores, recurren a las más sucias artimañas, como la guerra sucia, la desinformación, la polarización, el encono y la manipulación de un pópulo que sigue viendo “Venga la alegría”, que sigue creyendo que alguien como Chumel Torres es líder de opinión o que Lord Molécula es un periodista serio en su trabajo.

Esta sin duda no es una buena época para ser mexicano, porque, como si la partida de incapaces que gobiernan no fuera suficiente, si no bastara con la corrupción en todos los niveles, si no tuviéramos al crimen organizado metido hasta en la tierra de las macetas, también hay que lidiar con el virus del adormecimiento colectivo que se propaga con gran eficiencia en las redes sociales y desde algunos medios de comunicación, y por eso es que hay doñitas enojadas reclamándole a un señor por qué compra en esa tienda o por qué viaja en avión con su propio dinero. Y lo mismo diría si se tratara de Marko Cortés o Alejandro Moreno: su dinero, sus gastos, su problema, nada más checar que ese dinero se haya conseguido lícitamente.

Sí, ya sé, se les paga de nuestros impuestos. Bueno, pues entonces hay que exigir resultados positivos, no contentarnos con que doña Lilly Téllez le puso un apodo a otro político o porque a ella le llamaron de tal o cual forma. Exijamos resultados legislativos, no comedia barata.

Ante el clima de división, odio y polarización, sin duda este no es un buen momento para México, pero podría ser peor, porque le aseguro que no ha de ser nada fácil lidiar con el clasismo y discriminación de cuanto ignorante se tope en cualquier lugar. Mi reconocimiento y empatía, porque estoy seguro de que no es nada fácil ser Noroña. Es cuánto