Juan Pablo Ríos y Valles Boysselle Gobernabilidad es la palabra más difícil de pronunciar en Michoacán; en nuestro estadolos poderes no conviven, se pelean para quedar encima del otro, en la tierra del aguacate no se gana, se derrota al adversario, en la cuna de Morelos morir es nada cuando por el interés propio se muere. El trabajo del Secretario de Gobierno es poner la cantidad suficiente de alfileres para que los michoacanos podamos convivir, invertir, trabajar y mantenernos a salvo. Esa tarea se complica cuando a la ecuación se integran los normalistas, los maestros, los transportistas, los sindicatos de gobierno, los comerciantes, las cámaras empresariales, los grupos de derechos humanos y el crimen organizado. El asunto es que, quienes ocupan la segunda oficina más importante del palacio de gobierno, no suelen dialogar con el fin de hacer cumplir la ley sino que buscan garantizar adeptos que a cambio saboteen al adversario o ayuden en la siguiente elección; y quienes con plantones o cualquier manifestación de uso excesivo de la fuerza exigen una reunión con el Gobernador, no la buscan para proponer el impuso del estado de derecho, más bien la intención de cada una de las negociaciones es que las leyes se apliquen en contra de otros menos de quien tiene el uso de la voz. Cosa difícil conciliar con alguien que dice promover la inclusión sólo de los iguales a él; entender a aquel que valora la vida de un bebé, pero no la de la persona con distinta orientación sexual ha de ser complicado; y escuchar reunión tras reunión a empresarios que dicen ser competitivos, no por sus productos de calidad, sino por el porcentaje de mordida que ofrece seguramente es razón suficiente para querer que los seis años pasen rápido, o excusa invaluable para entrar en el juego, otorgar concesiones para cobrar favores y pasar la charola para entender con el dinero en la bolsa. Vaya momentos los que se han enfrentado en Michoacán, inimaginable las noticias que han de llegar al WhatsApp del Secretario de Gobierno y seguramente escalofriantes las llamadas de números privados que suenan en su celular, para ocupar el cargo se requiere un temple quizá mayor que el del propio Gobernador, honorabilidad a prueba ofertas y firmeza contra cualquier chantaje, desafortunadamente superhéroes hay pocos y políticos dispuestos a poner el interés público antes que el privado, menos. Los bloqueos carreteros e incendio de vehículos parecían ser historia del pasado, el estado había utilizado métodos ortodoxos y también prácticos para evitar que la cosa ardiera, esta situacióntiene dos lecturas, la primera es la evidencia del poder que los grupos que se pensaban desterrados tienen, quizá nunca se fueron y sólo se pactaron nuevas reglas de urbanidad y convivencia; la segunda, que alguna persona dentro de la cadena de mando decidió aplicar el poder legítimo y capturar a uno de los infractores. Medido o no el efecto, sería deseable que quien tuvo la gallardía de elegir por el estado de derecho permaneciera en el puesto para demostrar la fuerza del gobierno y resulta cuestionable que cuando el efecto apareció le mande misiva a su jefe que explica que “las circunstancias precisan de su servidor el atender otras tareas, por lo cual me veo en la necesidad de presentarle mi renuncia” ¿Cuál será el nivel de compromiso de los políticos con la sociedad para preferir competir por un nuevo cargo que seguir al frente de nuestro esfuerzo de gobernabilidad? Quizá el asunto sea tan grave que más valga salir corriendo, o tan sencillo que sea posible dejarlo en manos de alguien nuevo, pero tenga usted por seguro que si la casa de cualquiera de los lectores estuviese en llamas no iría a buscar un vecindario más cómodo o seguro, lanzaría tanta agua como fuere necesario y gritaría pidiendo ayuda con tal de garantizar que sus hijos y pertenencias estuviesen a salvo. juanpablo@riosyvalles.org facebook.com/jpriosyvalles @jpriosyvalles