A Alejandra. Cielo, 12 años casados, los mejores 12 de mi vida y te amo más cada día. Jorge A. Amaral La relación del presidente Andrés Manuel Lopez Obrador con los medios de comunicación no ha sido tersa, y con algunas empresas y periodistas ha sido más bien ríspida. Luego de que Carlos Loret de Mola y Brozo lo criticaran por la dinámica de las conferencias mañaneras, el presidente se les lanzó pidiendo que transparentara, porque al cabo reciben recursos de algún lado para sus reportajes y videos. Lo que al mandatario se le olvida es que el portal Latinus, donde trabajan Víctor Trujillo y Loret de Mola, no es un organismo público, no es una dependencia, no es un sindicato ni una asociación civil que esté recibiendo recursos del erario público. Es una empresa particular con domicilio en la Ciudad de México, y como tal, es ante el Sistema de Administración Tributaria que tiene que presentar su declaración fiscal, así como ponerse al corriente ante el Instituto Mexicano del Seguro Social e incluso el Infonavit, por aquello de las prestaciones de sus empleados. Y entonces, si alguna de estas tres dependencias detecta alguna anomalía, dar un plazo para que se corrija la situación o bien emitir las medidas que, conforme a la ley, le toque determinar. Pero no es un caso aislado, porque a la revista Nexos también le cayó la voladora presidencial al inhabilitar a la empresa para hacer tratos con instancias de gobierno federales y estatales durante 10 años. Todo por algunos detalles administrativos. Aunque el motivo de fondo fue la dureza con la que Héctor Aguilar Camín ha tratado al mandatario, al incluso pendejearlo durante una charla virtual con excompañeros de escuela. El punto es que tenemos un presidente al que le gusta todo bello, bien planchado, que el pueblo bueno se manifieste en su favor, y si alguien no lo hace, es tachado de corrupto, neoliberal y conservador. Lo mismo sucede con los medios que se han mostrado críticos, llegando incluso a lo contradictorio, porque cuando Carmen Aristegui o Proceso dieron puntual seguimiento a la polémica desatada a raíz de las corruptelas detectadas en las elecciones de 2006 o la serie de irregularidades en los comicios de 2012, el presidente y su gente los veían como críticos, responsables, que se enfrentaban al sistema. Pero ahora no, hoy son golpeadores que vaya usted a saber de dónde reciben recursos para denostarlo. Y es que el presidente está muy acostumbrado al formato de la mañanera, desde donde ataca a diestra y siniestra a quien lo contradice y critica, sean medios de comunicación, periodistas, intelectuales o la iniciativa privada. Aunque en el pasado también hayan sido críticos con los mandatarios anteriores. En “Cuentos sin plumas”, Woody Allen hace una muy buena radiografía de este cambio de hilos: “Cuando los ‘opresores’ se vuelven demasiado estrictos, tenemos lo que se llama un estado policiaco, que prohíbe toda señal de disentimiento, tal como reír entre dientes, presentarse con corbata de lazo, o llamarle ‘chato’ al alcalde. Las libertades civiles se ven sensiblemente restringidas con un estado policiaco, y la libertad de expresión es desconocida, aunque en último extremo puede estar permitido hacer muecas. Las opiniones críticas sobre el gobierno tampoco son toleradas, especialmente las referidas a cómo bailan sus miembros. La libertad de prensa también se ve coartada y el partido en el poder ‘dirige’ las noticias, permitiendo a los ciudadanos escuchar únicamente ideas políticas aceptables y tanteos de beisbol que no provoquen desasosiego”. Algo parecido al viejo régimen priista, en que había elecciones de Estado, y el Estado vigilaba, controlaba, castigaba y reprimía a los opositores. Pero del otro bando está el pueblo oprimido, nunca carente de líderes que quieren cambiar todo de raíz: “Los grupos que se rebelan se conocen como los ‘oprimidos’ y se les suele ver en grupos dando vueltas y refunfuñando o pretendiendo que tienen dolor de cabeza. (Hay que señalar que los opresores jamás intentan rebelarse ni convertirse en oprimidos, por cuanto les traería consigo un cambio de ropa interior)”. Así, durante años vimos a un López Obrador beligerante, crítico, mordaz, y aplaudiendo a todo aquel que se rebelara contra el gobierno, como los #YoSoy132. Pero le llegó la hora, asumió la Presidencia y parece habérsele olvidado que ningún gobierno tendrá nunca el 100 por ciento de aprobación. “Debe señalarse que, cuando concluye una revolución, los ‘oprimidos’ con frecuencia asumen el poder y comienzan a actuar igual que los ‘opresores’. Por supuesto, a partir de entonces es muy difícil conseguir que se pongan al teléfono y el dinero prestado para cigarrillos y chicle durante la lucha puede también darse por perdido”. Y es por eso que en la mañanera suelen estar en primer plano los zalameros, los aplaudidores del régimen, como Lord Molécula y sus similares. Y si un reportero hace una pregunta seria, si confronta con datos lo dicho por el mandatario, de inmediato es acallado o de plano ignorado. Chéquele usted: si un periodista hace eso, lo más probable es que el presidente se aviente 20 minutos de clase de historia, con imprecisiones y todo; o bien el mandatario se limitará a balbucear algunas frases y salirse por la tangente. Y cuando sabe que en la mañanera le preguntarán sobre algún tema álgido, ya sea los apoyos económicos hechos llegar a través de su hermano o temas que pongan en tela de juicio la probidad moral de la Cuarta Transformación, AMLO arrojará algún petardo, como que sobre tal o cual funcionario del pasado hay investigaciones, que tal dependencia era un nido de ratas y va a desaparecer. O bromea sobre la reelección para que la borregada reporteril se vaya con la finta, y así logra desviar la agenda mediática, al menos durante un día. Se rentan diputados Esta semana vimos uno de los actos más vergonzosos de la política mexicana en los últimos años. Con tal de obstaculizar al Partido del Trabajo para que uno de sus diputados presidiera la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el Partido Revolucionario Institucional echó mano de sus aliados, o mejor dicho, contrató los servicios del Pardito de la Revolución Democrática. Así, cuatro legisladores perredistas pasaron, de manera momentánea, a engrosar las filas de la bancada priista para que, así, el tricolor superara en miembros al PT. Al final, la priista Dulce María Sauri se hizo con el cargo y los perredistas regresaron a su redil. Claro, con la anuencia de Morena. Claro que los miembros del PRD y del PRI defendieron el acto diciendo que son alianzas, que hay diálogo, que hay una oposición responsable, no sectaria y todo el choro mareador. Pero en el fondo, lo que vimos fue lo que desde hace años el PRD ha puesto muy en claro: una total falta de principios, una enorme carencia de congruencia, un nulo temor a quedar mal a sus representados, a sus militantes, a la gente que, fuera de las cúpulas nacionales y estatales, aún cree que ese partido es una opción. Los cuatro legisladores, entre ellos Antonio Ortega, hermano de Jesús Ortega, distinguido miembro de la tribu antes llamada Los Chuchos, y el quintanarroense Jesús de los Ángeles Pool Moo, que ha pasado de un partido a otro como quien curiosea por los puestos del tianguis. Por eso no es de extrañar, porque Los Chuchos han sido los grandes destructores del partido, empezando por su líder nacional, Jesús Zambrano, quien fue el artífice de la adhesión del PRD al Pacto por México, firmado con el gobierno del entonces presidente Enrique Peña Nieto. Y ahora, la pregunta seria: en 2021, cuando los perredistas que aún quedan anden pidiendo el voto para las diputaciones, alcaldías o la gubernatura (en caso de que haya candidato amarillo), ¿con qué cara van a venir a pedir el voto de confianza reflejado en la boleta? Y lo mismo podrá decirse de Morena, pues 126 legisladores de ese partido votaron por el PRI para la Mesa Directiva, lo que, en términos francos, constituye una traición a lo que ellos llaman movimiento, porque si tantita congruencia hubieran tenido, habrían apoyado al PT. Por desgracia, las palabras “congruencia”, “honestidad” y “principios”, aplican para muy pocos políticos mexicanos. El segundo mejor... ¿de dónde? El 31 de agosto, presidente de México informó que, según una encuesta de una evaluadora internacional, él es considerado el segundo mejor presidente de todo el mundo. Claro que no digo en qué encuesta se podrían verificar los datos, pero sí presumió que también tiene mediciones propias, en que 65 por ciento de aprobación y hasta 70 por ciento respalda su permanencia como jefe del Ejecutivo. Explicó que los números que tiene su administración reflejan que sólo 25 por ciento de los encuestados rechaza a su gobierno y a 5 por ciento restante le da igual. Indicó que ha logrado estas cifras "gracias al pueblo, que es mi ángel de la guarda, gracias, gracias. No voy a fallarle, porque si no fuese por ese respaldo no sería nada". Pero la Asociación de Comunicación Política hizo un estudio que publico en junio de este año, y ahí, el mejor evaluado es el presidente peruano, con 80 por ciento, y en segundo lugar está Angela Merkel, de Alemania, con 68 puntos. AMLO está en el puesto número 13, con 50 por ciento. Sin embargo, sí hubo una encuesta en la que apareció en el primer lugar, pero ésta la publicó Mitofsky en febrero de 2019, a tres meses de su gobierno, y en ella es seguido, en segundo lugar, por Martín Vizcarra, de Perú, y Nayib Bukele, de El Salvador. Ahí su porcentaje sí era de 67 por ciento. Pero en julio de ese año cayó al cuarto lugar, superado por Bukele (71 por ciento), Marcelo Rebelo de Sousa (70), Vladimir Putin (66), y AMLO aparece con 64 puntos. Entonces hay dos posibilidades: o el presidente infla su imagen para aparecer como un gobernante sólido y fuerte, y de esta manera mantener a los inversionistas extranjeros y además evitar el encono nacional, o de plano sus asesores y achichincles le tienen tanto amor a la ubre presupuestal que mejor le dan puras buenas noticias al mandatario, aunque tengan que inventarlas o sacarlas del sombrero mágico. Es cuánto. Postdata que no cupo en la edición impresa Hoy es un día festivo; hoy, Alejandra y yo cumplimos 12 años casados. Fue un domingo como este en que, ante el altar primero y ante el juez después, hicimos nuestros votos y un pacto. Gracias, mi vida, por los mejores 12 años de mi vida. Gracias, porque aunque no soy perfecto, por ti siempre aspiro a ser mejor cada día. https://www.youtube.com/watch?v=OwWA69P85-Q