Jorge A. Amaral Entre el 10 y el 11 de este mes, Consulta Mitofsky levantó una encuesta para conocer los niveles de aceptación, preferencia y confianza de que gozan los partidos políticos a nivel nacional. El resultado no es favorable para algunos partidos, y es que, de las personas encuestadas, el 52.8 por ciento no se siente identificado con ningún partido, frente al 47.2 por ciento que sí siente afinidad hacia alguno. En la encuesta se les preguntó a los participantes sobre la opinión que les merecen los partidos políticos y las malas opiniones arrasaron, tan es así, que el partido peor evaluado es el de la Revolución Democrática (PRD), del que nadie tuvo una opinión buena, 26.2 por ciento lo considera “regular”, 4 por ciento de los encuestados no respondieron y el 69.8 por ciento de ellos tiene una mala opinión del Sol Azteca. Del PRI, el 5.1 de los encuestados tiene una buena opinión, pero la opinión del 72.4 por ciento es mala. Como regular lo califica el 18.4 por ciento y el 4.1 decidió no responder. El PAN salta a los dos dígitos de buena opinión con 15.6, pero para el 28.5 por ciento es regular, el 4.4 no dijo nada y el 51.5 de los electores tiene mal concepto del partido de Ricardo Anaya. Como era de esperarse, los partidos de la llamada Cuarta Transformación cuentan con una relativa mejor imagen entre la ciudadanía, pues el Partido del Trabajo cuenta con 21.6 por ciento de opinión buena, el 17.9 por ciento lo ve como un partido regular y el 54 por ciento tiene mala imagen del partido de la estrella. El 6.5 por ciento no respondió. Morena, a pesar de ser el partido mayoritario actualmente, aunque es el que tiene mejor imagen entre los encuestados, con el 30.9 por ciento de ellos y otro 13.2 por ciento que lo ven como regular, el 51.2 por ciento lo consideran malo. El 4.7 por ciento no respondió. Esos contrastes son interesantes, pues aunque Morena es el partido con mejor imagen, la mala opinión de los electores sólo supera a Movimiento Ciudadano, que tiene 47.8 por ciento en esta categoría. Otro dato interesante es que ningún partido, ni siquiera Morena, tuvo más opiniones buenas que malas, y eso podría verse reflejado en los niveles de abstencionismo en este proceso electoral. Y es que, en general, a la pregunta de si confía o no en los partidos políticos, apenas el 11.8 por ciento dijo confiar en alguno, el 23.7 por ciento no respondió y 64.5 por ciento de plano no tiene su confianza puesta en los institutos políticos. Corruptos y distantes Los partidos están en una crisis de credibilidad, ya que, en cuanto a la honestidad que se percibe en ellos, apenas el 0.8 por ciento de los entrevistados cree que son honestos, frente a un avasallador 72.7 por ciento que los considera corruptos y 26.5 por ciento que no respondió. Para los ciudadanos es importante saber que los partidos políticos los escuchan, pero sólo el 7.9 por ciento lo siente así, en tanto que el 75 por ciento opina que los partidos no escuchan al electorado y 17.1 por ciento no contestó. Ahora q ue se vienen tiempos de campaña, todos los partidos cantan a los cuatro vientos que son fuertes y sólidos, pero la percepción del 72.3 por ciento de los encuestados es más bien de partidos políticos débiles; apenas el 14.3 por ciento considera que los institutos están adquiriendo fuerza y el 13.4 no emitió opinión. La política ya no es como hace 10 o 20 años, ni siquiera como hace 6 años, y por eso se requieren partidos acordes con los nuevos tiempos, pero sólo el 20.8 por ciento de los entrevistados señala que México tiene partidos modernos, a diferencia del 57 por ciento de los participantes, que más bien los considera anticuados y el 22.2 por ciento mejor no dijo nada. Volviendo al tema de la representatividad que los institutos políticos deben tener, sólo el 0.7 por ciento de los encuestados considera que los partidos trabajan por los intereses de la ciudadanía, el 13.5 por ciento no contestó y un abrumador 85.8 por ciento considera que los partidos sólo velan por sus propios intereses, con todo lo que ello implica. Y es que un partido puede tener los principios más modernos y en aras del desarrollo, pero si no se forman buenos cuadros entre sus filas, habrá gobernantes mal evaluados por la ciudadanía, que actualmente son la mayoría. En este tenor, el 0.8 por ciento de las personas consultadas señala que los partidos sí se preocupan por la formación de buenos gobernantes, el 20.2 por ciento omitió la pregunta y el 79 por ciento dice que los partidos no se enfocan en que los gobernantes emanados de sus filas hagan un buen papel. Además, desde hace algunos años se ha advertido una creciente tendencia a la polarización ciudadana, que actualmente se divide entre quienes apoyan al presidente y quienes están en contra de López Obrador y sus políticas. En ese sentido, el 95.5 por ciento de los encuestados por Mitofsky dice que los partidos dividen a los ciudadanos, el 0.9 por ciento siente que las fuerzas políticas unen a la ciudadanía y el 3.6 por ciento no contestó. Todo lo anterior se reduce a que un amplio sector de la ciudadanía considera que los partidos, como están ahora, padecen una crisis, y al preguntar a qué se le atribuye esto, los encuestados respondieron que ello se debe a que sólo piensan en sus propios intereses, con 41.2 por ciento de los encuestados; el 36.6 por ciento atribuye esa crisis de partidos a los malos gobiernos que han emanado de sus filas, el 19.3 señala que esto se debe al descrédito que padecen por los escándalos de corrupción en que muchos actores políticos se han visto en vueltos, el 1.5 por ciento señala que es porque no escuchan a sus militantes y el 1.4 por ciento mejor no dijo nada. ¿Es benéfico tener tantos partidos? Es curioso que, cada que se aproxima un proceso electoral, surgen intentos de crear nuevos partidos políticos, de los que algunos obtienen el registro y, de esos, casi siempre lo pierden apenas pasadas las elecciones. En contraste, llama la atención el poco beneficio para el país que los encuestados consideran que los partidos aportan. Por ejemplo, a la pregunta de si los partidos abonan a la democracia en México, apenas el 15.9 por ciento dijo que sí, pero el 82.1 por ciento considera poco o nulo el aporte democrático de los partidos. En aspectos más tangibles por la ciudadanía, sólo el 11.2 por ciento dijo que los partidos sí aportan beneficios a los sectores vulnerables de la sociedad, frente al 86.4 por ciento que ve poco o de plano ningún beneficio por parte de los institutos políticos. Sobre si el que haya o no partidos impacta en generar las condiciones de seguridad para los ciudadanos, que es un tema urgente de atender, sólo 10.5 por ciento ve un aporte positivo, pero el 84.7 por ciento no considera, o muy poco, que los partidos aporten a fortalecer la seguridad pública. En el tema económico, pero no de los partidos y sus líderes, sino de las personas, el 4.1 por ciento dice que los partidos abonan a mejorar en este aspecto, pero el 93.3 por ciento dice que no hay, o es muy poca, la diferencia que los partidos marcan en este rubro. La pregunta más interesante de este apartado de la encuesta es si los participantes perciben algún beneficio a los ciudadanos de a pie, los que viven el día a día, y la respuesta positiva sólo fue de 4.4 por ciento de los encuestados, el resto, 93.3 por ciento, no se siente beneficiado con la existencia o inexistencia de partidos políticos. A la hora de sumar los porcentajes, el faltante son las personas que no respondieron ni sí ni no. ¿Entrar a un partido?, ni por el hueso Esa pregunta es interesante frente a la apatía reflejada en apartados anteriores, porque un porcentaje de los encuestados sí se sumaría a un instituto político, pero con condiciones, por ejemplo: si el partido ayudara a los vecinos a organizarse para llevar a cabo obras comunitarias, es decir, que generaran mayor participación ciudadana, el 84.5 por ciento estaría dispuesto a afiliarse, y el 13.8 por ciento, ni así. Si un partido le diera la oportunidad de desarrollar una labor social, sin fines de lucro ni con miras a un cargo, el 65.1 por ciento respondió afirmativamente, frente al 33.1 por ciento que no se convence del todo. En caso de que una fuerza política, cualquiera, garantizara el acceso a actividades de corte cultural, el 48 por ciento señala que se sumaría al padrón de afiliados, y el 27.7 por ciento no se dijo interesado. Haciendo materialmente más tentadora la oferta, es decir, que la militancia en un partido garantizara acceder a apoyo para la familia, el 37.4 por ciento se inscribiría y el 56.9 por ciento dijo que no o quizá. Se viene el tiempo de los ofrecimientos a los líderes sociales de los municipios o personajes populares, y por ello se preguntó a los encuestados si se afiliarían a un partido si se les ofreciera una candidatura en este proceso electoral, a lo que el 27.1 por ciento dijo que aceptaría, y el 68 por ciento no entraría. Es sabido que hay quienes ingresan a la política sólo por los cargos, y por ello, antes de iniciar el proceso electoral, ya divisan cuál sería su siguiente puesto. A los encuestados se les preguntó si entrarían a un partido si se les ofreciera un trabajo en el gobierno, y sólo el 19.1 por ciento respondió afirmativamente, en tanto que el 71 por ciento se dijo no interesado en entrar a la burocracia mediante un partido. A la hora de sumar porcentajes, el resto faltante es el que no contestó a las preguntas de la encuesta. Así, la encuesta refleja que la ciudadanía, aunque apática y desconfiada hacia los partidos, sólo estaría dispuesta a sumarse a las filas de alguna fuerza política si en realidad hubiera participación ciudadana y trabajo comunitario, no tanto por los apoyos de gobierno o los puestos de trabajo en la burocracia; es decir, los beneficios personales resultaron poco atractivos. Desprendido de lo anterior, a los participantes se les preguntó sobre la necesidad de que haya partidos como los actuales, a los que el 32.6 por ciento sí los consideró necesarios, el 12.5 por ciento no respondió y el 54.9 por ciento de plano opina que el país estaría mejor sin los partidos políticos.