La “inmunización” y el juicio contra el “chapo”

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Rafael Alfaro Izarraraz

El juicio que se lleva a cabo en la ciudad de Nueva York contra uno de los principales líderes de los grupos distribuidores de enervantes en México y la unión americana, ha pasado como un hecho en el que se destaca más los datos que aportan los testigos protegidos contra el incriminado, que un análisis acerca del mismo proceso, así como del significado que tiene para México y  la relación que históricamente ha existido con EU.

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No creo que el juicio carezca de connotaciones políticas y que simplemente se trata de un proceso legal contra Guzmán Loera.  Los tiempos, el contexto y el contenido del mismo deben ser sometidos a consideraciones que vayan más allá del morbo político que ha desatado, sobre todo cuando se trata de información que coloca al Estado mexicano en condiciones de vulnerabilidad frente a nuestros vecinos del norte.

Los juicios sobre los considerados criminales, en el pasado, eran procesos públicos que se llevaban a cabo en las plazas en donde se exhibía al incriminado de manera pública. Este tipo de juicios tenían como propósito hacer del dominio público el castigo que se impondría al delincuente, con el fin de inmunizar al organismo social y, de esa manera, evitar que siguiera los pasos del delincuente, considerado como el “virus”, aunque estos conceptos biológicos se generalizaron más tarde.

En no pocas ocasiones no había delincuente sino medidas orientadas a prevenir que el cuerpo social enfermo pudiera profundizar su condición de deterioro. La “inmunización” implicaba medicarse socialmente hablando con el fin de crear defensas que le permitieran al organismo recuperarse de la inminente e intrínseca enfermedad, en este caso inmunizarse de los compromisos con la comunidad, según se puede deducir de lo expuesto por Roberto Esposito, en su Inmunitas.

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La manera en que se ha desplegado el juicio contra Guzmán Loera parece tener en el fondo un fin inmunitario, dirigido a la protección de la sociedad norteamericana en decadencia con respecto al mundo globalizado. Aunque a la vista se trata es de protegerse contra los “virus” criminales, en el fondo se trata de una sociedad en decadencia que busca inmunizarse con una medicina que no acabará con la enfermedad porque el virus no se encuentra en el exterior.

El inculpado (portador del virus), en el pasado, era trasladado por las principales calles del poblado en el que se llevaba a cabo el juicio, incluido el lugar en el que se consideraba se había cometido el delito. Guzmán no puede ser llevado y traído porque las cosas han cambiado. Los medios de comunicación han cumplido con ese complejo proceso que antiguamente era asignado a una especie de carreta, en donde el “virus” era exhibido públicamente.

La muerte del inculpado en la hoguera, la guillotina o por medio del desmembramiento del cuerpo, no era un hecho casual sino ponerle fin al anticuerpo. Los tormentos tenían un simbolismo: sembrar miedo entre los pobladores contra el virus contaminante. La información que se ha vertido en la corte neoyorkina, dirigida en contra de los políticos mexicanos y su relación con el crimen organizado, sea verdad o no, forman parte del proceso inmunizador pero que no eliminan el virus.

Es imposible no ver en el juicio el interés de Trump por tratar de crear una tendencia dirigida a una supuesta inmunización del cuerpo social norteamericano, el interés por el debilitamiento del Estado mexicano, utilizando para ello la supuesta lucha contra el crimen organizado a los que los mismos norteamericanos venden todo tipo armas, justo en el momento en que una caravana de centroamericanos atraviesa y se instala en la frontera norte.

El juicio contra el chapo no está desligado de otros acontecimientos. Existe un eslabonamiento entre el juicio, el muro, la migración hacia el norte y la crisis de un imperio, como enseña Esposito. La instalación del muro en la frontera norte es parte de esa supuesta inmunización contra el peligro que representan los migrantes mexicanos y de otras naciones. El criminal al que enjuician no está disociado de la visión que los mismos gobernantes norteamericanos tienen de los migrantes.

No es casual que el juicio contra el chapo haya iniciado en noviembre pasado, justo cuando los republicanos perdieron la mayoría en la Cámara de Representantes y ahora exista una disputa por el presupuesto destinado al “muro”, que por cierto tiene paralizada a parte de la economía estadounidense.

La enfermedad del organismo norteamericano no procede de su relación con México y los migrantes sino de su propia relación con el mundo de la sociedad industrial. Se tratan de inmunizar cuando el virus habita en el organismo de la sociedad norteamericana es su cerrazón ante la globalización, cuyo juicio no es motivo de esta colaboración.

La tesis de Espósito sobre el concepto de inmunidad está acompañada de una reflexión en la que plantea que la inmunización consiste en crear anticuerpos contra cuerpos extraños que ya habitan en el organismo social. La inmunización se dirige a anular cuerpos extraños que habitan en el organismo pero no acaba con ellos. De tal manera que la medicina no es otra cosa que una manera de permanecer enfermo.

El juicio contra el “chapo” no acabará con el crimen organizado, el trasfondo es el muro, la migración y una relación ventajosa con México, en la lógica de Trump de que EU es primero. La inmunización que intenta Trump no evita la enfermedad porque en el organismo social sigue habitando el virus que es el interés por mantener una relación, como tradicionalmente ha sido, ventajosa con su vecino del sur, que es México.