Las montañas y el abismo

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

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Gustavo Ogarrio

 

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En los últimos cuentos que escribió Ramón Guzmán Ramos, incluidos en el libro “Volver a tus ojos”, se deja ver el dominio de su voz ya cincelada por los años y puesta a prueba ante sus lectores. Es la voz de un autor-narrador que se despliega desde su propia subjetividad hacia el mundo desde su experiencia evocada, desde la elaboración concreta del mundo que crea un mundo propio: “Siempre creí que la mujer es el centro de todo misterio. Ella aprendió a mirar el universo como lo haría una estrella que se siente solitaria en medio de la galaxia. Cuando uno se pregunta por la vida, ella se abre el vestido para que entremos a la casa y hagamos la pregunta desde adentro. El desamparo ha sido el signo con que llegamos al mundo. Sentirse a la intemperie donde la arena y el fuego sofocan la rosa, he aquí el sino que habremos de cumplir en cada uno de los momentos en que el tiempo intenta quebrarse para regresar y volver a ser. Por eso buscamos el alivio en esos ojos que han aprendido a mirarlo todo sin sorpresa, que han mirado el horror y se atreven a sobrevivir en la tierra confiando sólo en sus pies y en sus garras gastadas”.

Estamos ante una historia y ante un tipo de enunciación casi poética, casi filosófica, cuya trama está condensada al máximo para que el narrador construya el sentido del cuento en función de esa fuerza abrasiva y subjetiva que recuerda, duda, que avanza en la tragedia antigua de ser humano y de su finitud. Yo diría que estamos ante el arquetípico problema del deseo, de la tensión entre vida y muerte, y que, al mismo tiempo, se concreta en la historia del narrador y de la mujer hacia la cual está dirigido su deseo en el cuento que le da título al libro: “La memoria de ese tiempo está hecha de impresiones y de montañas que vuelven a hacer erupción una y otra vez en el abismo amoroso de la noche”.

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