JUEGOS DE PODER Leo Zuckermann Ya lo había pensado, pero me parecía una locura. Sin embargo, cuando vi que mi querido colega, Carlos Elizondo, lo publicó el domingo en Reforma, dije “bingo, igual y no estoy tan loco o, a lo mejor, mi gran amigo está igual de loco que yo”. Se trata de una idea que efectivamente suena deschavetada. López Obrador ya anunció que presentará una serie de reformas constitucionales el cinco de febrero. Su objetivo es únicamente electorero. Sabe que no tiene los votos en el Congreso para que se aprueben, pero quiere dejar constancia que la oposición rechazó cambios legislativos que son muy populares. Por ejemplo, cambiar las reglas de las pensiones para que los trabajadores reciban más dinero cuando se retiren. AMLO está claramente faroleando. Él sabe perfectamente que ni los empresarios ni el gobierno tienen el dinero para financiar pensiones tan generosas. Un plan de retiro al cien por ciento del último salario quebraría las empresas y/o las finanzas públicas generando una gran crisis macroeconómica. Pero prometer no empobrece. Al revés, fortalece en tiempos electorales. Mi querido Carlos propone, entonces, lo que en póquer se conoce como “call the bluf”. Doblarle la apuesta al Presidente porque está faroleando. Argumenta Elizondo: si AMLO quiere incrementar las pensiones, la oposición debe votar a favor e “incluso empujar por un aumento mayor. Hay que aprender del maestro: es popular prometer ampliar las pensiones. El vínculo entre esa generosidad y el riesgo de una futura crisis fiscal es difícil de imaginar para el electorado. A la oposición no le toca pensar en el futuro. Eso le toca al gobierno. Si como parte de su estrategia electoral éste prefiere legar una trayectoria fiscal insostenible, no hay que llevarle la contra”. Sería, desde luego, una actitud irresponsable de la oposición. Potencialmente, el Estado mexicano se dirigiría a la banca rota. La confianza de los inversionistas en el país se iría al caño, los capitales se fugarían y se crearían una gran crisis macroeconómica. ¿El Presidente estaría dispuesto a arriesgar de esta forma la economía mexicana aceptando que se aprobara su reforma de pensiones aderezada aún más por la oposición? ¿Estaría listo para aventarse en el despeñadero con tal de cumplir su falsa propuesta populista? No lo sé. Pero si la oposición le dobla la apuesta en el tema de las pensiones, pues el problema ya lo tendría AMLO y no los partidos opositores. Retomo, de nuevo, a Elizondo: “La oposición debe poner sobre la mesa el reto de cómo se deberían pagar estas pensiones. Por ejemplo, podría defender que su pago tendrá prioridad sobre los apoyos a Pemex o sobre el subsidio a las obras faraónicas de este gobierno”. Excelente. “Órele, Presidente, le tomamos el reto de incrementar las pensiones, aún más de lo que usted propone, pero discutamos cómo las va a pagar”. Esto generaría un debate no solo necesario sino interesantísimo sobre impuestos y el mejor uso que les puede dar el Estado. Sí, suena muy loco. Arriesgado, sin duda. Pero, como dice el buen Carlos, la oposición tiene que aprender del maestro populista por excelencia. Imagínense a los empresarios mexicanos temblando, los inversionistas internacionales nerviosos, el dólar fortaleciéndose frente al peso, el Banco Mundial, el FMI y la OCDE advirtiendo de los peligros de este ejercicio de populismo desenfrenado, todo en medio de la campaña electoral. Una bella locura digna, por lo menos, de imaginarse. No creo que la oposición vaya a hacer una maniobra tan delicada como arriesgada porque no tienen recursos políticos ni intelectuales para hacerlo. Ya vimos que Alito Moreno y Marko Cortés están obsesionados en repartirse el botín del poder, ponerlo por escrito, firmarlo y hasta publicarlo. Difícil pensar que podrían armar la de Dios frente al maestro de Palacio Nacional. Pero, además, esta locura le caería como bomba al empresariado nacional. Ese tipo de cosas se las toleran al presidente López Obrador, pero no a la oposición. Ya los veo quejándose de la irresponsabilidad de los panistas y priistas cuando se quedan calladitos si la promesa populista viene de Palacio Nacional. Y es que hay niveles. A unos los ven como empleados, al otro con miedo. Gracias, querido Carlos, por poner en blanco y negro esta locura. Me has animado a hacer lo propio. Por algo nos gusta a los dos el póquer. Call the bluf. X: @leozuckermann