Leo Zuckermann Dice el refrán: “Dime con quién andas, y te diré quién eres”. Mucho se ha escrito acerca de la alianza del PAN con el PRI en los últimos dos años. Se argumenta que es una alianza contra natura ya que ambos partidos, durante muchos lustros, se enfrentaron. Hace tan solo dos décadas, la campaña presidencial panista de Vicente Fox tenía como eje el ataque a los gobiernos priistas y la urgencia de un cambio. Ahora, panistas y priistas se unieron con la intención de detener las pretensiones hegemónicas del presidente López Obrador y su partido, Morena. A muchos les disgustaba ver al PAN unido con el PRI. Lo consideraban una vergüenza. El asunto era particularmente sensible para los panistas quienes durante años lucharon a favor de la democracia liberal en contra del régimen autoritario priista. El PRI, en cambio, siempre fue más pragmático y acomodaticio. Cuando los vientos mundiales soplaban hacia la izquierda, así allá iba este partido. Cuando viraban a la derecha, ellos también. No sorprende, entonces, que el PRI de la época neoliberal haya realizado acuerdos políticos importantes con el PAN desde el sexenio de Salinas. Sin embargo, nunca habíamos visto una alianza política, legislativa y electoral entre los dos partidos, hasta este sexenio. Y, hay que reconocerlo, funcionó. Sirvió para evitar que Morena y sus aliados retuvieran la mayoría calificada en la Cámara de Diputados después de las elecciones intermedias de 2021. Además, recuperaron algunos puestos de elección popular en estados y municipios. Dicha alianza, sin embargo, resultó muy endeble. Dependía de la voluntad de un dirigente nacional priista que tenía una larga cola que pisar. El gobierno de López Obrador se la comenzó a estrujar y Alejandro Moreno se dobló. Hoy la alianza del PAN con el PRI de Alito está rota. Quizá algo puedan hacer los panistas con otros priistas en el Senado y en los gobiernos estatales del Coahuila y Estado de México, pero difícilmente se restaurará la alianza Va por México que también incluye al PRD. ¿Fue una alianza vergonzosa? Sin duda, pero, hombre, la historia política del mundo está repleta de ellas. ¿Acaso no fue vergonzoso el pacto entre Hitler y Stalin para repartirse Polonia, por ejemplo? Pero no tenemos ni que irnos a otros países ni a otras épocas de la historia para ilustrar este punto de las alianzas vergonzosas en la política. Mucho se habla de la coalición opositora en México cuando del otro lado, del gobierno, a los morenistas se les debería caer la cara de pena al estar aliados con el peor partido político de la historia moderna del país. Me refiero al Verde, esos bucaneros que lo único que les interesa es el dinero. Morena dice que está transformando México para erradicar la corrupción. Pero uno de sus amiguitos en la coalición gobernante es nada menos que el Verde, es decir, la mismísima definición de la corrupción. Una empresa controlada por una familia cuya misión es medrar de la política. Los verdes han estado aliados al PAN de Fox, al PRI de Peña y, ahora, a Morena de AMLO. Lo de ellos es pactar con el partido en el poder para vender caro su amor, es decir, sus votos en el Congreso. No tienen ninguna ideología. La agenda ambiental les vale un pepino. Están dispuestos a votar por iniciativas que favorecen las energías fósiles sobre las renovables si así les conviene a sus intereses. Lo único verde que les interesa es el color de los dólares. Pues bien, a eso está aliado Morena. A señoritingos que son la mismísima expresión del clasismo racista y corrupto que supuestamente quiere erradicar el Presidente. Si de por sí era una vergüenza la alianza con el Verde, ahora Morena está acercándose y recogiendo en su seno a otro finísimo grupo: nada menos que a los diputados del PRI liderados por Alito Moreno. Hace un par de semanas este personaje era, para los morenistas, la escoria de la política mexicana. Hoy ha pasado a ser un prohombre iluminado que entendió la necesidad de apoyar las nobles iniciativas a favor del pueblo. Súmese, pues, don Alito, a la gran transformación que promueve nuestro Presidente. Ya no se preocupe más por su mansión en Campeche y el McLaren en el estacionamiento. Ahora podrá ir a presumírselos y compararlos con Jorge Emilio González, el “niño verde”, quien de nuevo ya es su aliado político bajo el paraguas de Morena. Ni modo, así es la política: llena de alianzas vergonzosas. En todas partes. Así que por favor ahórrense los juicios moralistas de uno y otros lados. Twitter: @leozuckermann