Leo Zuckermann Siempre he entendido la labor de columnista como la de criticar lo que a mi juicio son los errores del gobierno, pero también aplaudir sus aciertos. Hoy toca lo segundo. Vaya cuadrangular que ha metido la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) al recibir a refugiados afganos cuyas vidas corrían peligro ahora que los talibanes han llegado al poder en ese país. Se trata de un gesto de gran humanismo que nos hace sentir orgullosos a los mexicanos. Extraordinaria la imagen de cinco mujeres afganas especialistas en robótica siendo recibidas en el aeropuerto de la Ciudad de México por el canciller Marcelo Ebrard. Mujeres que, bajo el régimen talibán, no iban a poder ejercer su profesión ya que, según la ley islámica, este género tiene que quedarse en sus casas a cuidar a esposos e hijos. Aquí, en México, estas cinco profesionales podrán continuar con su legítima aspiración individual gracias a las visas humanitarias que el gobierno mexicano les ha expedido. Nuestro gobierno les ha salvado sus vidas o, para ser más precisos, la manera en que quieren vivir sus vidas. Fantástico. Y luego leer el artículo de The New York Times donde narra cómo un periodista de este diario le preguntó al canciller Ebrard si México podría recibir colegas suyos como refugiados por el conflicto en Afganistán. Cómo Ebrard habló de inmediato con el presidente López Obrador y acordaron recibir a decenas de periodistas afganos (y sus familias) que habían colaborado con medios estadounidenses durante la ocupación del vecino del norte en aquel país asiático. Mientras el gobierno de Biden se tardaba eternidades en expedir las visas por un absurdo proceso burocrático, el gobierno mexicano se movilizó y tramitó los documentos para que 24 familias salieran de Kabul y llegaran a territorio nacional. De esta forma, les salvaron las vidas a estas personas amenazadas por la llegada de los talibanes. Vergüenza le debería dar a los estadounidenses que no han podido evacuar a todos los afganos que los ayudaron en una ocupación militar que duró dos décadas. A México han llegado estos periodistas (y sus familias) de medios como The New York Times y el Wall Street Journal que han sido críticos del gobierno de López Obrador. No obstante, a la hora de la verdad, sin importar las diferencias de opinión, el gobierno mexicano decidió rescatarlos. Admirable gesto de tolerancia y humanismo. En toda esta faena, Marcelo Ebrard ha recordado la tradición mexicana de otorgar refugio a perseguidos políticos. Lo hizo con los republicanos españoles después de la Guerra Civil en ese país y con los opositores a los regímenes militares sudamericanos. México abrió sus puertas y recibió una extraordinaria oleada de migrantes que a la postre fundaron instituciones como El Colegio de México y el CIDE. La nación mexicana se fortaleció con el influjo de estos extranjeros que huyeron de sus países por persecución política. Lo mismo podría ocurrir con los afganos que recién han llegado a nuestro país. Esas mujeres valientes, echadas para adelante, expertas en un campo tan prometedor como la robótica. O los periodistas que han de tener una experiencia impresionante para reportear desde territorios sumamente conflictivos. Ojalá se queden a vivir en México, echen raíces y eventualmente sus hijos se sientan orgullosos de pertenecer a un país que les salvó la vida a sus antecesores. Hay que felicitar, en particular, a Marcelo Ebrard por sus buenos reflejos políticos. Ha quedado bien por muchos lados. Con Estados Unidos por ayudar a sacar a periodistas que laboraban en medios tan influyentes de ese país. Con esos periódicos que, independientemente de sus líneas editoriales, le quedarán muy agradecidos. Con el movimiento feminista mexicano por haber salvado las vidas de mujeres amenazadas por su género. Con la opinión pública nacional por un gesto de indiscutible generosidad humana. Y no podemos dejar a un lado al presidente López Obrador. Contra su aversión a meterse en conflictos internacionales, aprobó que la SRE se involucrara en la recepción de estos refugiados de la guerra afgana. El mandatario mexicano se anota, así, un éxito en un momento de escasos resultados. Bien, en suma, por nuestro gobierno. Aplausos. Y bienvenidos los afganos a estas tierras, tan lejanas, donde van a poder vivir con más libertad que en su país de origen. Hoy me echaré un tequila a su salud. Twitter: @leozuckermann