LEO ZUCKERMANN “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”, frase falsamente atribuida a Albert Einstein. Es una verdad de a kilo. Pero aquí en México no parece que la queremos entender. O, para ser más precisos, los gobiernos son los que se rehúsan a hacerlo. Veamos los hechos. La madrugada del domingo pasado, siete jóvenes circulaban en una camioneta en Nuevo Laredo. Venían del antro. Cinco de ellos no sabían que ésa sería la última noche de su vida. Y es que, de la nada, una patrulla del Ejército mexicano acribillaría la camioneta con más de setenta balazos. Jóvenes inocentes que iban desarmados. Una masacre más perpetuada por las Fuerzas Armadas que siguen realizando labores de seguridad pública. Los vecinos salieron a reclamarle a los soldados que resguardaban la escena del crimen. Naturalmente estaban enojados. Increparon y hasta golpearon a los militares quienes, soldados al fin y al cabo, dispararon balazos al aire con el fin de dispersar a los inconformes. Como suele ser en estos casos, la Secretaría de la Defensa Nacional salió a defender a sus elementos. “Espíritu de cuerpo”, le dicen. Según la Sedena, los militares escucharon un “estruendo” que venía de una camioneta sin placas que transitaba a exceso de velocidad y con las luces apagadas. “Al escuchar un estruendo, el personal militar accionó sus armas de fuego; suceso que actualmente diversas autoridades se encuentran investigando para determinar la veracidad de los hechos”. En fin, el hecho es que mataron a cinco jóvenes inocentes y desarmados. Nada nuevo que no hayamos visto en el pasado. El recuento de este tipo de masacres perpetuadas por las Fuerzas Armadas es largo desde que, en 2007, el presidente Calderón declaró la guerra en contra del crimen organizado e involucró activamente a soldados y marinos en la seguridad pública. Y eso es lo que yo quisiera destacar. Henos aquí, de nuevo, frente al fracaso de la militarización de la seguridad pública en México. Seguimos haciendo lo mismo esperando obtener resultados diferentes. Pues bien, los resultados son los mismos. La violencia no cesa y los abusos castrenses se repiten. Es lógico. Como hemos dicho no sé en cuántas ocasiones, los militares están entrenados para matar al enemigo. Esa es su doctrina central. Es muy difícil sacarlos de esa mentalidad. No son policías ni quieren serlo. Lo suyo es la guerra. Pero los últimos tres gobiernos de este país los han enviado a labores para las que no están entrenados. No sorprende, entonces, que cometan errores y vean en una Pickup con jóvenes a un posible enemigo con intención de enfrentarlos. Mal queda la imagen de las Fuerzas Armadas, por más que sigan teniendo altos índices de popularidad en las encuestas y su comandante en jefe asegure que los responsables serán procesados frente a la justicia. También queda mal el presidente López Obrador que una y otra vez repite que él no es como sus antecesores. En este tema en particular, presume que ya no hay masacres cometidas por las Fuerzas Armadas durante su sexenio. Pues bien, resulta que sí las hay. No solo se encuentran en las páginas del Reforma. Pero es peor lo que está sucediendo este sexenio. No solo seguimos con la falsa idea que las Fuerzas Armadas van a resolver la seguridad pública sino que este gobierno ha ampliado la cantidad de trabajos que realizan los militares y que son de naturaleza civil. El otro día le platiqué a un extranjero todas las cosas que AMLO le ha encargado al Ejército y la Marina. No lo podía creer. ¿La construcción de un tren? ¿La operación de todos los puertos y aduanas del país? ¿La administración del aeropuerto de la Ciudad de México? Así es. Los marinos, por ejemplo, son los que están a cargo de la operación de la terminal aérea de la capital. Hace poco regresé del extranjero y, en la sala de migración, había un marino alto y fortachón haciendo una labor extremadamente importante. “Pase a la 12”, “a la 7 por favor” le decía a los pasajeros para que se dirigieran a esa ventanilla migratoria. ¿Cuánto dinero gastó el Estado mexicano para formar a este militar, enseñarle a navegar, prepararlo para la guerra, y que termine haciendo un trabajo que cualquier bruto puede hacer? En eso tenemos ocupadas a nuestras Fuerzas Armadas. Yo no sé si ellas estén contentas o no en las múltiples tareas que les ha encargado el Presidente incluyendo la seguridad pública. De lo que sí estoy seguro es que no van a resolver el problema de la inseguridad. Y no es que yo sea un adivino sino que llevamos 16 años haciendo lo mismo y, oh sorpresa, con los mismos malos resultados. Twitter: @leozuckermann