Miente el presidente

La actitud y las posturas de su discurso en el video en mención, contrastan claramente con la actitud de odio y desprecio, rabiosa y de inquina, que junto a sus seguidores asume hoy contra la digna ministra Norma Piña y contra la Suprema Corte.

Leopoldo González

No deja de intrigarme que el presidente López Obrador mienta con desfachatez y a voz en cuello en asuntos tan obvios, tan conocidos y elementales, y al mismo tiempo tan delicados.

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Difícilmente puede encontrarse un tema o asunto de la vida pública, en el que no haya mentido de forma grosera, flagrante e insultante, como si se dirigiera a menores de edad o a gente con retraso mental.

Ahí está el caso de la Suprema Corte y el Poder Judicial, por dar sólo un ejemplo de cuánto es capaz de mentir López Obrador con tal de controlar, someter, humillar, intimidar y declararle la guerra a quienes no doblan la cerviz ni se achican frente a sus designios.

En un video real, que circula en redes hace días y que cualquier persona puede ver y oír, AMLO se presenta ante jueces y magistrados con “piel de oveja”, exhibe una actitud casi servil ante el Poder Judicial y jura y perjura que, si se trata de cuadrarse y de respetar la ley, él es el primero entre todos y que ¡cuenten con él!

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La actitud y las posturas de su discurso en el video en mención, contrastan claramente con la actitud de odio y desprecio, rabiosa y de inquina, que junto a sus seguidores asume hoy contra la digna ministra Norma Piña y contra la Suprema Corte.

Sabemos que las mañaneras son el “mentirómetro” oficial, y la mejor prueba de que así es son los contenidos que ahí se han difundido por casi cinco años, en los que el politólogo Luis Estrada ha detectado 77 mil afirmaciones falsas o no verdaderas.

La mañanera del lunes más reciente, la de anteayer, acumuló tal cantidad de mentiras sobre la Suprema Corte y el gobierno que él encabeza, que por sí misma se ha convertido en el sustento, la materia prima y el soporte del presente artículo, bajo el formato de un decálogo.

1.- Debido a amparos, a mandatos de reposición de trámites y a dictámenes de supervisión de obra librados por jueces y magistrados, el presidente ha dicho que la Suprema Corte lo que quiere es que no se hagan las obras proyectadas por su gobierno. Falso: lo que la Corte quiere -y en ello tiene razón- es que se respete la ley en la realización de obra pública.

2.- Debido a que la Corte pugna por ejercer sus facultades constitucionales, entre las que figura ser un poder autónomo y desarrollar funciones de contrapeso ante otros poderes, el presidente dice que la Corte “lo que quiere es anular al Poder Ejecutivo”. Falso: quien ha querido y quiere anular a la Corte es el Ejecutivo, quien no ha entendido que en un régimen democrático los poderes son pares y están ahí para vigilarse y limitar sus excesos.

3.- El presidente, quien como buen dogmático de izquierda cree a pie juntillas en la teoría del “enemigo interno” y en la del “enemigo externo” para fortalecerse, ha dicho algo sumamente irresponsable y temerario: que la Suprema Corte lo quiere derrocar mediante un golpe (técnico) de Estado. Falso: son toneladas las evidencias que prueban que quien ha querido doblar, dañar, anular, desbaratar y dar golpe (técnico) de Estado a la Corte es el titular del Ejecutivo.

4.- El inquilino de Palacio ha definido a la Corte y a ocho de sus ministros como “enemigos”. Falso: el término “enemigos” es de origen militar y no aplica a la judicatura. Lo que pasa es lo siguiente: para un fanático de sí mismo todos son enemigos, incluida la sombra que lo sigue a todas partes.

5.- AMLO cree que la Suprema Corte, al detener o paralizar sus obras por ministerio de ley, es una especie de supremo poder conservador diseñado para hacer fracasar a su gobierno. Falso: la Corte, según su diseño constitucional, está para hacer valer la ley ante quien sea y se llame como se llame.

6.- El Tlatoani que vive en Palacio Nacional ha dicho que la Corte pretende “impedir que se hagan obras en beneficio del pueblo”. Doblemente falso: las obras que hace no necesariamente benefician al pueblo, cuando en realidad son proyección de su ego; por otra parte, la Corte únicamente se pronuncia y emite resoluciones cuando una obra no respeta el marco legal, como es el caso del Tren Maya.

7.- El presidente no puede ver ni en pintura al Poder Judicial, porque lo mismo le ha enmendado la plana al Legislativo, ordenándole designar al quinto comisionado del INAI, que le ha puesto límites al abuso ejecutivo del poder. Cierto: cualquier propensión a la uniformidad autoritaria ve en la disonancia de un acto de libertad un freno a su propia megalomanía.

8.- El presidente, en la idea de forjar su propio paraíso en la tierra, cree que la Suprema Corte es la corte de los demonios y la encarnación del mal en la tierra. Yo creo que el Salmo 71 tiene razón: “Entre una visión de éxtasis y un pecador no hay mucha distancia”.

9.- AMLO cree que es la Suprema Corte la que debe alinearse con la voluntad presidencial, y no que es la voluntad presidencial la que debe subordinarse a la ley. El presidente es una fiel reproducción de lo que las disonancias cognitivas pueden hacer en el ejercicio del poder.

10.- A cada quien lo suyo: cuando la Suprema Corte tenga la razón -lo cual es muy frecuente- hay que reconocérselo; y cuando el presidente tenga la razón -lo cual es muy infrecuente- también hay que reconocérselo.

Pisapapeles

La ley es la gran diferencia entre vivir en estado de barbarie y vivir en estado de civilización.

leglezquin@yahoo.com