Los mártires de Uruapan

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

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MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ RUIZ

 

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Cada año, los días 21 y 22 de octubre, se trasladan los tres poderes del Estado con motivo de dos efemérides patrias: La conmemoración del cruento sacrificio de Los Mártires de Uruapan, cuyo aniversario se cumple la primera de estas fechas y la sesión solemne de la Cámara de Diputados en la Casa de la Constitución de Apatzingán, donde se promulgó el Decreto para la Libertad de la América Mexicana. En ambos actos cívicos, con los cuales nuestras máximas autoridades de Michoacán, las municipales, los estudiantes y el pueblo en general, rinden homenaje de gratitud a los grandes hombres que en un momento histórico fundamental comprendieron el alto honor y el deber de ponerse al servicio de los más elevados ideales del pueblo mexicano.

Algunas ocasiones, la falta de información no permite saber quiénes fueron los hombres que ofrendaron sus vidas en aras de la nación mexicana; razón por la que es conveniente recordarlos con el fervor cívico propio de ceremonias tan relevantes.

Se debe mencionar en primer lugar, por su importancia, al GRAL. JOSÉ MARÍA ARTEGA, quien nació en la ciudad de México el 7 de agosto de 1827. Hizo sus estudios en Aguascalientes, para posteriormente trasladarse a San Luis Potosí, donde inició su carrera militar: en 1852 era sargento y al año siguiente capitán. Después de la capitulación de Nuzco, entre santanistas y partidarios del Plan de Ayutla, se integró a las filas liberales. En 1855, siendo mayor de órdenes, se unió a Ignacio Comonfort en la lucha de Jalisco y Colima. Por sus méritos en campaña, alcanzó el grado de coronel.

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Ocupó el cargo de Gobernador del Estado de Querétaro. Durante la Guerra de Reforma, combatió a los conservadores y fue nombrado General de Brigada. Al concluir esta confrontación militar, volvió a ocupar la gubernatura de Querétaro, donde realizó una importante labor, cargo que dejó para combatir a la Intervención Francesa. Participó en múltiples contiendas.

En Acutzingo resultó herido y fue llevado a la ciudad de México, donde lo atendió el ameritado médico Lucio. En 1864, fue designado Gobernador de Jalisco; poco después desempeñó la jefatura de una división del Ejército del Centro y ascendió a Gral. de División. En Michoacán sus acciones guerreras demostraron su valentía y patriotismo, así como su gran capacidad militar. Víctima de una traición, fue aprehendida por las fuerzas del Gral. Méndez en Santa Ana Amatlán y murió fusilado en la ciudad de Uruapan, Michoacán.

Otro de los grandes prohombres que falleció en ese trágico acontecimiento, fue el GRAL. CARLOS SALAZAR, quien era oriundo de Matamoros, Tamaulipas. Ingresó al Colegio Militar, de donde salió para combatir a los invasores norteamericanos en 1847, por lo que fue condecorado. Apoyó el Plan de Ayutla y tuvo una participación muy significativa en la Guerra de Reforma. Cuando llegaron los franceses a Veracruz fue de los primeros que acudieron a defender la integridad nacional ya con el grado de Tte. Corl., combatió en la Batalla del 5 de mayo. Estuvo al lado del Gral. González Ortega en el asedio de Puebla, donde cayó prisionero, pero logró evadirse.

Siguió al Presidente Juárez hasta el norte. En San Luis Potosí ascendió a General y se incorporó a las filas comandadas por el también General Uraga en el Estado de Michoacán. Tuvo una destacada actuación en el combate de Morelia el 18 de diciembre de 1863. Fue Gobernador provisional de este estado en 1864. Luchando contra los partidarios del Imperio, fue derrotado en Santa Ana Amatlán y fusilado en Uruapan, juntamente con otros patriotas.

El CORONEL JESÚS DÍAZ nació en Paracho, Michoacán, el 2 de febrero de 1822. Se dedicó a la ganadería y a la agricultura. En 1854, la población de su tierra secundó el movimiento en contra del dictador Antonio López de Santa Anna. Más de 200 hombres se presentaron en la casa del patriota y lo proclamaron coronel. Inmediatamente iniciaron la lucha lucharon en pro de la causa liberal hasta su triunfo con el Plan de Ayutla. Volvió a las labores del campo. Participó en la Guerra de Reforma. Regresó nuevamente a su trabajo como agricultor y ganadero, pero la Intervención francesa lo hizo volver a tomar las armas. Fue prefecto del Departamento de Uruapan en 1865 y comandante de línea de Zamora a Apatzingán. Lo hicieron prisionero después de la derrota de Santa Ana Amatlán y fusilado en Uruapan.

El CORONEL J. TRINIDAD VILLAGÓMEZ nació en Valle de Santiago, Gto., el 13 de mayo de 1838. Era alumno del Colegio de San Nicolás, cuando llegó el ejército francés en su afán de conquistar México, su espíritu se inflamó del más acendrado patriotismo y luchó al lado del Gral. Vicente Riva Palacio, demostrando una notable inteligencia, pundonor y facultades militares. También participó en la lucha al mando de José Vicente Villada y Francisco Espinosa. Alcanzó el grado de coronel en 1865. Fue hecho prisionero juntamente con el Gral. Arteaga en Santa Ana Amatlán y fusilado en Uruapan.

El FRAILE JUAN GONZÁLEZ nació en Texcoco, México, hacia 1825. Vivía en el Convento de México, cuando tuvo lugar la Guerra de Reforma. No obstante su formación eclesiástica, siempre simpatizó con las ideas liberales y, al iniciarse la Intervención Francesa, se alistó en una guerrilla que tuvo lugar en el Estado de Guanajuato. Se incorporó a los patriotas que luchaban contra el imperio en Michoacán al lado del coronel Francisco Hernández, después con el Gral. Salazar; incursionó en las guerrillas en Jalisco y combatió denodadamente en Los Reyes, Michoacán. Era pagador del regimiento de caballería del Gral. Arteaga cuando fue sorprendido en Santa Ana Amatlán y pasado por las armas en la ciudad de Uruapan.

Don Toribio Ruiz, en una vibrante pieza oratoria que pronunció el 21 de octubre de 1867 ante el monumento de LOS MÁRTIRES DE URUAPAN, describió el escenario de su ejecución con las siguientes frases: “El 21 de octubre de 1865, una de aquellas mañanas de Otoño en que la serenidad del cielo parecía convidar a los hombres a contemplar el principio de los más hermosos días de esta comarca, los cinco héroes salieron de una de las casas de la plaza de esta ciudad, (en la que estuvieron encapillados y en la angustiosa ocupación de despedirse escribiendo a sus esposas, hijos y amigos) y marchando al suplicio en medio del odioso aparato de una tropa de traidores que recibía a las víctimas con el gozo en el semblante y el rencor satisfecho en el corazón.

“Arteaga de elevada estatura, con mirada llena de resignación, desprecia la muerte, como en las lomas de Acultzingo luchando contra los franceses, y en el cerro de la Magdalena contra el despotismo interior. Activo, infatigable y diligente en sus operaciones.

“Salazar, que siempre gustaba enfrentarse a los franceses, a quienes venció en Los Reyes. Siempre expuesto al fuego enemigo, emotivo, ardiente, entusiasta, su palabra era una elocuencia sencilla, intrépida, apremiante. Vio la muerte como el último deber.

“Díaz, sólo en aquel momento irguió la cabeza que siempre traía inclinada, levantaba su ancha frente, y sus cabellos castaños erizados por el polvo realzaban su altura.

“Villagómez, joven de treinta años. Su honradez lo llevó al campo del honor a combatir el crimen.

“González, sacerdote de recomendable fisonomía, parecía manifestar que su sangre como la de los apóstoles era necesaria para la sanción de una idea, que como el Evangelio condena la tiranía y la avaricia clerical, que enseña que el cristianismo es republicano y democrático, pues Jesucristo enseñó la superioridad de los gobernados y su derecho de elegir a sus gobiernos.”

Debemos no solo honrar con actos conmemorativos a estos grandes prohombres, sino que es nuestra obligación ser fieles al legado de heroísmo del cual son ejemplo, y la mejor forma de rendirles justo homenaje es cumpliendo con los principios de libertad, justicia, equidad y honradez, por los que dieron la vida en aras de una patria liberada de las desigualdades económicas que causan la pobreza de nuestro pueblo explotado. Es tiempo de participar en esa lucha tan heroica como la que llevaron a cabo en su tiempo nuestros grandes próceres, solo así podremos tener el orgullo de llamarnos mexicanos.