Luis Sigfrido Gómez Campos En fechas recientes se dio a conocer una avalancha de acusaciones por acoso sexual y violaciones en el ambiente de los actores, productores y directores del cine. Grandes ídolos han caído de la gracia de importantes corporaciones que se han visto obligadas a someter a juicio mediático a personajes que se consideraban intocables. Todo siempre fue un secreto a voces, pero nada podía comprobarse porque las víctimas preferían callar a verse sometidas al escándalo público; además, corrían el riesgo de que nadie les creyera y acabaran convirtiéndose en acusadas de algo que indebidamente les avergonzaba. En una sociedad como la nuestra, en la que prevalecen una serie de valores y principios machistas, las víctimas de abuso sexual tienen miedo a denunciar porque la sociedad no está preparada para entender este tipo de abuso. En lugar de apoyo a la víctima generalmente se le criminaliza o, por lo menos, se le acusa de haber provocado a los abusadores. Tras muchos siglos de vivir en sociedades patriarcales donde los hombres son los que mandan y las mujeres las que obedecen, difícil se hace revertir esos estereotipos o formas de relacionarse que llevan el germen de la desigualdad. Todos los integrantes del género masculino de la sociedad contemporánea han sido educados, hasta hoy, bajo principios patriarcales; no obstante, se percibe en las actuales generaciones un esfuerzo por entender e intentar modificar las conductas que denigran o lastiman a las mujeres. Prueba de ello es el escándalo que se ha suscitado y el rumbo que ha empezado a tomar en los tribunales las denuncias publicadas en los medios. Como siempre sucede, es en los Estados Unidos de Norteamérica y en algunos países de Europa donde las denuncias por acoso y violación han tenido consecuencias inmediatas: conocidos productores han tenido que dejar su actividad en el cine y a reconocidos directores y actores se les han rescindido contratos teniendo que afrontar las consecuencias de sus errores como involucrados en el llamado séptimo arte. En México, como siempre sucede, llevamos siglos de atraso en materia de prevención, protección y establecimiento de responsabilidades jurídicas para este tipo de abusos. Recientemente alguna actriz mexicana que vive en el extranjero destapó la cloaca y dijo en una entrevista que en la empresa Televisa se tenía por costumbre llevar a las actrices que pertenecen a su elenco, a “convivir” con los grandes empresarios que invierten en publicidad en dicha empresa, dando a entender que las “estrellitas” eran usadas como mercancía para conseguir contratos. Nada pasó. Más bien, en alguno de sus programas dos conductoras se mofaron de dicha situación trivializando el hecho y mofándose de que nadie se hubiera fijado en ellas. Algo muy característico del bajo nivel ético que prevalece en Televisa. El primer caso de escándalo fue el de Harvey Weinstein, un productor que aprovechando su estatus en el mundo del cine comenzó a acosar a las actrices, y como vio que nada pasaba, que ellas se quedaban calladas por temor al escándalo, se le hizo vicio y pensó durante muchos años que tenía el control. Pero se acumularon las acusaciones y el escándalo provocó su salida del medio del cine, su desprestigio. Ha sido acusado de acoso por decenas de actrices y es investigado por violación en Los Ángeles, Nueva York, y Londres. Luego le siguió Kevin Spacey, quien fue acusado de agresión sexual en contra de un menor de edad. Fueron señalados también el comediante Louis C. K., Charlie Sheen, Ben Affleck, James Toback, Steven Seagal y muchas “estrellas” y gente de poder en el cine. Este asunto del abuso y acoso sexual a personas vulnerables no solamente se da en el mundo del cine. Es ahí donde se hizo un escándalo mediático internacional porque es gente a la que siguen los reflectores. Pero los casos de abuso son asuntos de poder. En un sistema socioeconómico donde todo se mide a través del dinero se llega a perder la dimensión de las cosas. Hay quien está dispuesto a comprar y a vender su dignidad sin importar principios; pero se les olvida que existen personas que conservan el decoro y no están dispuestas a sacrificar su integridad por ser una estrella más del canal de las estrellas. Hace algún tiempo una mujer muy hermosa, que era pareja de un amigo, solicitó la ayuda de un compositor michoacano muy metido en el medio artístico, para que le dieran una oportunidad de convertirse en actriz. Mi amigo se sinceró y le pidió que le dijera con franqueza si su chica tenía alguna posibilidad de entrar por su conducto a ese medio tan selecto. El compositor le dijo a mi amigo: “te interesa la chica”, y mi amigo le contestó que sí, que era su novia y que por supuesto le interesaba. Entonces el compositor le dijo: “pues si te interesa como mujer, no la metas a ese medio; ahí, hasta el portero intentará llevarla a la cama para dejarla pasar con una persona de quinto nivel, quien a su vez, primero intentará acostarse con ella para dejarla pasar al nivel que sigue; y así, sucesivamente”. Mi amigo desistió de su propósito de hacer actriz a su hermosa novia, pero lamentablemente en México nadie se atreve a denunciar estos casos. Pareciera que nadie tiene dignidad. luissigfrido@hotmail.com