Luis Sigfrido Gómez Campos Faltan todavía dos meses de campañas y la mayoría de los ciudadanos ya estamos hasta la coronilla de tanto pleito estéril, tanto lodo y falta de civilidad política para ganar con diatribas y no con propuestas que posibiliten al elector una toma de decisiones responsable e informada. De cualquier modo, después del primer debate, no parecen haber cambiado mucho las cosas. El candidato del Partido de Regeneración Nacional (MORENA), Andrés Manuel López Obrador, mantiene todavía un margen considerable de ventaja sobre su opositor más cercano. José Antonio Meade y Ricardo Anaya publican resultados de sus encuestas afirmando, cada uno por su lado, haber dejado muy atrás a su oponente para reclamar el llamado voto útil. Por su parte Andrés Manuel está engallado, dice que ni juntando todos los votos opositores le ganan, pero a la vez le pide a Meade que continúe hasta el final su campaña. Se advierte que conserva la conciencia y eltemor de que la declinación de alguno de sus rivales le afectaría gravemente. Anaya ha dejado de amenazar al Presidente de la República con meterlo a la cárcel, parece que a fin de cuentas aprendió, un poco tarde, la lección de que tener al poder presidencial en su contra le afectaba gravemente en su proyecto de llegar a la presidencia. Incluso declaró su intención de establecer acuerdos con Enrique Peña en su afán de derrotar al tabasqueño que parece imparable. Pero el daño de minimizar desde su endeble trinchera al poder presidencial está hecho. Tratar de enderezar la nave en este momento de la tormenta parece muy difícil. Hay quien dice que el externar las convicciones políticas es como la pérdida de la virginidad, una vez que se pierde no se puede reparar. Hay médicos que afirman lo contrario. El Bronco resultó en el debate demasiado bronco. Es muy cierto que los mexicanos estamos cansado del robo y la corrupción, pero proponer en un debate presidencial cortarle las manos a los ladrones y corruptos es una soberana estupidez. La propuestadecombatir el crimen con barbarie extrema solamente se le pudo ocurrir a alguien que admite que en una campaña hacia la presidencia se le reconozca por mal nombre como “El Bronco”. Esa sí fue una mala ocurrencia que minimizó la capacidad de todos los mexicanos. Su propuesta no motivó mas que risa y muchos memes divertidos en las redes. Pobre bronco. A Margarita se le vio reducida en su capacidad argumentativa y en propuestas. Lástima. Siendo la única mujer en la contienda dejó mucho que desear. Hay miles de mujeres mexicanas que hubieran hecho un papel mucho más decoroso en un debate de esa magnitud, pero no son esposas de un expresidente. Andrés Manuel se quejó de que le echaban montón. Que todos se le dejaron ir con todo. Eso ni se dice. ¿Qué esperaba? ¿Que lo recibieran con flores y elogios? En un debate de esa naturaleza se debe ir preparado a cualquier cosa, sobre todo si vas encabezando las encuestas con tantos puntos de ventaja. De lo que se trataba es de nadar de muertito, de no caer en la desesperación, resistir los embates con estoicismo y responder a los ataques con mesura, sin perder la calma. Un exabrupto como el del Bronco puede ser fatal para cualquiera. Muchos podemos estar en contra de algunas de las propuestas de AMLO.No estar de acuerdo en que dé marcha atrás con proyectos tan importantes como los del aeropuerto o la reforma educativa. Pero precisamente son esas las propuestas las que lo han llevado a los niveles de popularidad que tiene. Quizá lo resienta a la hora de aplicar estas medidas cuando sea presidente, pero es lo que le ha dado resultado como candidato. Lo más triste de la endeble democracia mexicana es que la falta de madurezpolítica no sólo se observa en los candidatos que han hecho de la diatriba, la mentira y el insultoel método predilecto para hacerse del poder.El propio pueblo, la sociedad en casi todos sus niveles, participa activamente con las maledicencias y groserías, faltas de todo razonamiento político y mucho odio hacia el que piensa distinto. Se están hechando los cimientos de un estado polarizado que se odia a sí mismo y que llevará muchos años restablecer las bases de un tipo de sociedad que se ame a sí misma. El amor no puede surgir del odio. Los partidos políticos están siguiendo la lógica del que se lleva se aguanta y están callando en una espiral de degradación política que llevará mucho tiempo recomponer. Cabría, por el bien de todos los mexicanos, independientemente de quien llegara a ocupar la presidencia de México, que los políticos cambiaran su nivel de discurso y que convocaran a sus partidarios a sostener discusiones de altura, de respeto y de concordia para que el próximo presidente de México tuviera márgenes de gobernabilidad. No podemos iniciar el próximo sexenio odiándonos. El próximo Presidente de la República, quien quiera que fuere, necesita del consenso del pueblo para gobernar. Un país dividido sólo sirve a los enemigos de México. luissigfrido@hotmail.com