Luis Sigfrido Gómez Campos Prendieron las alarmas sí, pero no solo las alarmas de alerta sísmica porel temblor del pasado viernes, prendieronlas alertas de sismo político cuando hace ocho díasel candidato Ricardo Anaya de la Alianza Por México al Frente, anunció que se había reducido la ventaja con el candidato de morena y que prácticamente están en un empate técnico, todo de acuerdo a la encuesta realizada por la empresa Mendoza Blanco y Asociados. Esto sucede en un período previo al inicio formal de las campañas presidenciales y, no obstante la enorme ventaja que todas las encuestas de opinión daban a Andrés Manuel López Obrador, quien tiene su clientela fija y a sus seguidores que le son fieles hasta la muerte,esta historia no se ha acabado de escribir, porque, como decía aquel famoso comentarista deportivo, “esto no se acaba hasta que se acaba”. Los opositores de Andrés Manuel dicen que él ya llegó a su tope, que sus simpatizantes son y serán los mismos porque no tiene una propuesta de país y que su campaña se basa sólo en promesas populistas difíciles de cumplir y de creer; que él realmente representa un peligro para México porque proyectos de gran envergadura como la construcción del aeropuerto de la capital del país es una obra necesaria y que él es capaz de echarla abajo; que vender el avión presidencial no resuelve nada y que pensar que las cosas van a cambiar por sí solas por el hecho de que él llegue a la presidencia con su capital moral por delante, es una falacia. La ventaja de López Obrador llegó a ser tanta, que llevó a afirmar a quien esto escribe que en esta ocasión El Peje indudablemente llegaría a ser presidente de México, y que las verdaderas dificultades se le presentarían hasta cuando estuviera en el poder, porque tenemos un país con problemas y carencias del tamaño del mundo. Los politólogos afirman que la campaña de José Antonio Meade, candidato de la alianza Todos por México, no ha levantado ni levantará porque quienes decidieron su candidatura se equivocaron; que pensaron que por ser el de mayor preparación con sus maestrías y doctorados llegaría a apabullar a sus opositores, pero que ya se vio que su candidatura no levanta y muy difícilmente podría brincar del tercer al primer sitio de las preferencias ciudadanas a estas alturas del partido. Lo que es fácil advertir es que le falta carisma, algo difícil de explicar pero que debe tener todo aquel que se mete a la política. Todavía no se proyecta en el paisaje político nacional la verdadera estatura de los independientes, quienes entretenidos en recaudar los apoyos necesarios para su registro no tuvieron tiempo para encontrar un espacio en la arena de la contienda. De cualquier modo, no creo que la incorporación de Margarita y El Bronco a la lucha por la grande, pueda marcar una diferencia importante en las tendencias actuales. Por lo que se puede observar, el verdadero peligro para que Andrés Manuel López Obrador no llegara a ocupar la silla presidencial lo representa Ricardo Anaya, un joven ambicioso acusado de traicionar a medio mundo para colocarse en la posición en que hoy se encuentra. La gran ventaja que tiene sobre el candidato de MORENA es su capacidad discursiva. No quererlo ver, es minimizar a un contendiente potencialmente peligroso. A Alfredo Anaya le han encontrado un manejo no muy escrupuloso en algunos asuntos de asociaciones con fines no lucrativos y que a final de cuentas parece ser que sí eran muy lucrativos y que había en juego algunos millones que alguien se embolsó. Él manifiesta que a él nada le tocó y que esto sólo es parte de una guerra sucia surgida desde los archivos del gobierno para desprestigiarlo a él que es tan honesto y puro como el que más. Según se ve, esto no es todo lo que le van a sacar, Anaya es un Junior inteligente de las clases económicamente poderosas que habla a la perfección el inglés y no sé cuantos otros idiomas, que ha tenido la oportunidad de prepararse en escuelas privadas y conocido otros países así, de manera natural, porque simplemente ha tenido todas las posibilidades que millones de mexicanos no han podido ni podrán tener. Esa es la gran diferencia con López Obrador, pero además se lo presume y hecha en cara. El peje reconoce que no habla inglés, pero que no se requiere para ser presidente de México, que esa no es una debilidad sino una fortaleza y que para eso existen los traductores. Ricardo Anaya se está convirtiendo en el contendiente más importante de López Obrador. Todavía falta el periodo de campañas en el que se espera que habrán de debatir frente a frente, y es ahí donde el candidato de Acción Nacional, del PRD y del Movimiento Naranja, tiene su mayor fortaleza. No quiero ni imaginarme un escenario en el que las elecciones del próximo primero de julio se resolvieran por una cantidad mínima de votos a favor de Ricardo Anaya. Los seguidores de AMLO, además de ser muchos y muy rijosos, son demasiado enjundiosos como para solamente presenciar desde la barrera, con un mínimo de sospecha sobre alguna trampa, un tercer fracaso de su candidato.