Luis Sigfrido Gómez Campos En el evangelio según San Mateo se cuenta: “Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo… Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella,los envió a Belén, diciéndoles: Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje”… Todos sabemos de las obscuras intenciones de Herodes, pero los reyes magos no iban a enfrascarse en discusiones estériles con ese asesino de niños, por lo que se fueron en busca del niño Jesús, guiados por una estrella que los precedía y que habían visto en el Oriente. “Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino”. Mucho tiempo después, en los pueblos de tradición cristiana, se suele recordar este acontecimiento con regalos a los niños que hacen los reyes magos Gaspar, Melchor y Baltazar, quienes representan a Europa, Asia y África, por sus características étnicas y por las bestias que llevan: un caballo, un camello y un elefante, respectivamente. Todo chiquillo mexicano sabe y cree esta historia. Los adultos se encargan de difundirla y le añaden pequeñas dosis de fantasía para hacer más interesante esta tradición. Cuando se es niño nunca pones en duda una historia tan hermosa aunque alcances a percibir que esos reyes magos, en la mayoría de los casos, son injustos: a los niños ricos y malcriados generalmente los colman de los mejores regalos, mientras que a los niños pobres y bien portados les traen pura baratija y dulces, cuando bien les va. Así es la vida de injusta en este mundo donde el neoliberalismo económico ha sentado sus reales y causa tantas desigualdades, permitiendo acumular grandes fortunas a unos pocos, y viviren la más absoluta miseria a muchos otros. Sería muy hermoso que existieran reyes magos y que guiados por la estrella más brillante del firmamento dirigieran sus pasos cargando sus cofres con mucho oro, incienso y mirra, así como otros tantos regalos y virtudes para repartirlos entres todos los seres humanos. Que aquellos a los que les falta un poco de humildad les fuera otorgado ese don para que le bajaran dos rayitas a su soberbia y pudieran darse cuenta que este mundo funciona mejor con una dosis de sencillez; que aquellos que son agresivos y violentos, les pudieran regalar un poco de mansedumbre para que hubiera menos guerras y más amor; que aquellos a los que les fue negada la cordura les pudieran obsequiar un poquitín de sabiduría para que sus acciones tuvieran un poco de coherencia en este mudo de locos. Pero no, nos ha tocado vivir en un mundo lleno de violencia, de egoísmo, de soberbia y de locura donde miles de familias viven al filo de la desesperación y la incertidumbre, esforzándose con el sol a sol de cada día para llevar el sustento indispensablepara que su familia puedasobrevivir. En ese mundo de miseria también existen los reyes magos, nada más que en este ámbito son muy pobres y apenas les alcanza, cuando bien les va, para unos dulces. Ahí la cena de Navidad y de Año Nuevo no es de manjares y derroche; en ese mundo, que también es el nuestro, se vive al día y se sufren las privaciones de la extrema pobreza. En otras latitudes hay quien anda presumiendo que su botón nuclear es más grande para causar mas daño; hay quien anda pensando, pese a su incompetencia probada, en la reelección; hay quien anda pensando en las sillas más grandes de la república para sentarse y, desde allí, realizar sus sueños mesiánicos de servirse y servir a sus amigos y familiares sin pensar en el interés supremo de la patria; hay quien sólo piensa en sus ganancias y no es capaz de ver más allá de sus narices y valorar que la solución de los problemas de esta gran nación comienza con el cambio de nuestra propia actitud. Lamentablemente en pleno siglo XXI siguen habiendo personajes como Herodes, la encarnación del mal, que siente amenazado su poder terrenal por la llegada a este mundo de un niño que es toda dulzura y la significación del bien. Los malos siempre se sentirán amenazados por el advenimiento de la bondad, aunque esta se presente de la manera más pura y divina. Hay quien afirma que las almas perversas nunca serán capaces de advertir la presencia de una estrella más relumbrante que otras que guía los pasos de los reyes magos, los cuales, con todo su poder y sabiduría llegan cada principio de año a otorgar los dones más preciados que ser humano pueda desear. Que este 2018 traiga el amor, la paz, la sabiduría, la humildad y la caridad necesarias para hacer este mundo un poco más habitable. luissigfrido@hotmail.com