Luis Sigfrido Gómez Campos Me sentí anonadado cuando vi el promocional de Ricardo Anaya en el que hace su propuesta de darles una cantidad de dinero a cada uno de los mexicanos por el simple hecho de ser mexicanos. ¿Eso dijo? ¿Escuché bien? No lo podía creer, se la ha pasado todo el tiempo acusando al Peje de ser populista y ¿qué es esto sino populismo vil? Al presenciar algo así es cuando nos damos cuenta que los candidatos son capaces de hacer las propuestas más absurdas con tal de ganar. Alguno de los asesores de Anaya seguramente le explicó cuál fue la fórmula para que ganara Donald Trump en los Estados Unidos:“dile al pueblo lo que quiere escuchar, no les digas lo que tú les quieres decir, ya vimos que tus propuestas no cuajan y ya no tenemos tiempo, ofréceles algo que les resulte atractivo para que voten por ti y ya después, cuando ganemos, ya veremos qué hacemos”. Algo así tuvieron que haberle dicho para que se aventara esa loca propuesta del Ingreso Básico Universal, a la cual llamó su “principal propuesta del Frente Ciudadano por México en materia de política social”. No pues sí, si este nos promete darnos dinero así nomás porque sí, y nos dice que sí se puede porque Milton Friedman, un economista de las grandes ligas dijo que sí, que sí se puede porque esto reactivaría la economía y todos, pero todos saldríamos ganando. Parece que estamos en el mercado, si este les ofrece mucho yo les ofrezco más. Sí, fíjate que aquel siempre nos hizo sus propuestas que a muchos nos parecían muy alocadas porque promete resolverlo todo aunque se pueda advertir algunas inconsistencias prácticas para llevarlas a cabo. Pero debemos reconocer que el de las propuestas populistas es uno y está bien definido, ¿por qué le quieren quitar sus banderas y llegar a prometer algo todavía más exagerado de lo que ya nos han prometido? La propuesta de Anaya choca no sólo por increíble, sino porque esa no ha sido su tónica, esa actitud era la que criticaba, ¿por qué expresada por él, ahora sí le vamos a creer? Es que él sí explica con muchos tecnicismos económicos, sí argumenta cómo es que le va a hacer, además es lo que estamos necesitando, alguien que nos saque del atolladero fácilmente, sin tanta bronca. Que nos dé dinero. Que nos dé dinero. Que nos dé dinero. Además se ha desatado una guerra de encuestas en la que algunas empresas afirman que la diferencia entre el primero y el segundo lugar ya sólo es de cinco puntos porcentuales, y que el tercero ya se ha quedado rezagado, que no levanta, por lo que se asegura que la gente que no quiere que gane Andrés Manuel optará por utilizar “el voto útil” en favor del que va en segundo, para que no se desperdicie su voto. Además, los indecisos como Eugenio Derbez, seguro que votarán por Anaya porque no están de acuerdo con la intolerancia de querer boicotear su película por el simple hecho de ser indeciso. Al respecto (en el caso de Eugenio Derbez), resultan interesantísimos los argumentos de los partidarios de Andrés Manuel para defender su postura: si no manifiestas que estás con migo a la primera, sin indecisiones ni titubeos, es que estás contra mí y por lo tanto, si convoco a un boicot contra tu obra es mi derecho constitucional a expresar mi libertad de expresión. ¿Perdón? No se trata de márgenes de libertad ni de limitaciones jurídicas o sanciones. Es un asunto simple de ética política en el que nadie debe ser satanizado,tanto en lo personal comoen su obra, cuando manifiesta estar indeciso o simplemente quiere reservarse su opinión. ¿Será muy difícil comprender esto? Resulta preocupante el grado de intolerancia en el ambiente político nacional. Lamentablemente los ciudadanos mexicanos no podemos dejar a un lado la pasión y la enjundia cuando de política se trata. Es del dominio popular la aseveración de que cuando se comparte una copa entre amigos los únicos temas vedados son la religión y la política, a riesgo de provocar un conflicto etílico que pudiera resultar irremediable. Evidentemente esto es absurdo. Pero todo es culpa del bajo nivel político prevaleciente(esto implica a todos los estratos sociales y niveles socioculturales). Pensar distinto(disentir) es algo más que la expresión de un derecho o libertad. Es la posibilidad de realización de los valores políticos en un sistema democrático. Es una cuestión ética que permitiría a los individuos aceptar con madurez que en política no hay enemigos sino adversarios; que igual como se pierde se gana; que los gobiernos, después de una reñida elección requieren del consenso de los ciudadanos para poder gobernar y realizar los anhelos de todos. Por lo tanto, después de la contienda se requiere necesariamente la unidad que haga posible la realización de las obras políticas prometidas en campaña y las que se requieran para el bien de los mexicanos. Pero en esta guerra de encuestas y de promesas pareciera que de lo que se trata es de prometer y mentir. Al cabo que todos sabemos que prometer no empobrece y afirmar la mentira más grande cuando se trata de abultar resultados en las encuestas parece muy rentable. luissigfrido@hotmail.com