Nuestro transporte público Luis Sigfrido Gómez Campos La parte trasera de las combis del transporte público urbano llevan la siguiente leyenda: “Precaución”. “Paradas continuas”. Es una leyenda que intenta prevenir a otros conductores que ese vehículo se detiene frecuentemente a subir y bajar pasajeros. Algunas personas con cierto grado de ilustración han advertido que ese letrero está mal, que las repetidas paradas de esos vehículos no son continuas sino frecuentes, porque la palabra continuidad se refiere a algo que se sucede de manera ininterrumpida. Una línea es continua cuando se prolonga de manera indefinida; pero un camión que se detiene de manera reiterada, no se detiene en un grado de continuidad sino de repetición, por lo que debería usarse un término más adecuado, como, por ejemplo: “Precaución”. “Paradas frecuentes”. Eso sería más acertado en términos de un uso correcto del lenguaje, pero ¿ustedes creen que a los transportistas les interesa el uso correcto del lenguaje? ¡No!, no les interesa, por eso se dedicaron al transporte público. No está en el ámbito de su interés. Aunque a algunos usuarios percibimos esa errata, al parecer no existe poder humano ni institucional que pudieran cambiar ese uso inadecuado del lenguaje. Desde hace muchos años ha habido intentos por convencer a los líderes transportistas del mal uso que hacen del lenguaje, pero toda plática ha resultado infructuosa porque los dirigentes de los cocesionarios del transporte no creen a los lingüistas. Su argumento parece irrebatible: “así se ha venido haciendo desde tiempos inmemoriales y todo mundo entiende que ese letrero quiere decir que pongan cuidado porque estas unidades se detienen cada ratito, no sé por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo”, dijo un transportista con mucha influencia en el medio de los conductores. Hace algún tiempo un connotado académico de la lengua hizo gestiones ante el gobierno para ver si desde el ámbito oficial se emitía un decreto que ordenara a los transportistas corregir esa pifia, pero cuando el documento llegó a manos del gobernador en turno, éste lo rechazó con el argumento de que su gobierno tenía cosas más importantes que andarle cambiando letreritos a los camiones. En fin, parece ser que existen algunas cosas que, aun estando mal, nunca se van a corregir y seguirán estando mal por los siglos de los siglos. No cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el error, diría Juan Gabriel. Y sí, sería bueno vivir en una sociedad que aprendiera a comunicarse con corrección y que hubiera una regulación del uso adecuado del lenguaje en el ámbito público, pero, sin ir más lejos, en el mismo ámbito del transporte público, sería deseable que la ciudadanía, por lo menos, pudiera contar con medios decorosos, limpios, eficientes y económicos para trasladarse de un lugar a otro. Morelia, ciudad virreinal declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Jardín de la Nueva España y cuna de héroes y caudillos en la historia nacional, es también una de las ciudades que cuenta con un pésimo servicio en el transporte público. Llega usted a la central de autobuses a conocer esa majestuosa ciudad y con lo primero que se topa es con un servicio de taxis horrendo. Y lo peor es que al parecer se trata de un problema al que las autoridades reguladoras del transporte no le encuentran solución. Se antoja que la libre competencia sería la solución para que los ciudadanos pudiéramos disfrutar de unidades de transporte limpias y económicas. Pero al parecer los poderes fácticos pueden más que los poderes constituidos. No encuentro otra explicación. Cuando las instituciones no pueden suministrar directamente un servicio público, se recurre a la figura de la concesión; es decir, se otorga un permiso a un particular para que ayude al estado a realizar las actividades que la propia autoridad no alcanza a satisfacer. Pero ese permiso o concesión está o debe estar condicionado a que se cumplan los lineamientos que la propia autoridad establece y, cuando no se cumplen, la autoridad se reserva el derecho de revocar ese permiso. Cuando los titulares de las instituciones no tienen poder suficiente para aplicar las disposiciones legales que rigen un determinado sector de la administración pública, es que se ha perdido autoridad; cuando sus mandatos no se acatan de manera espontánea por los gobernados hay muy poco por hacer porque el estado requeriría recurrir a la fuerza para imponer sus disposiciones. En el caso de los transportistas, el sector de los concesionarios organizados tiene más fuerza que las propias autoridades reguladoras. Los poderes fácticos haciendo uso de la fuerza, incluso física, en muchas ocasiones, han acumulado más poder que el de las propias instituciones. Con todo respeto para los agremiados en las organizaciones del volante, las cosas se deben decir: por un asunto de respeto a los derechos más elementales del ciudadano, las nuevas compañías que ofrecen el servicio de taxi vía internet han llegado a demostrar que se puede brindar a la ciudadanía un servicio de transporte más digno y económico que el de las viejas organizaciones de taxistas. luissigfrido@hotmail.com +++++++++++++ POR LA ESPIRAL USA pierde brillo en Medio Oriente Claudia Luna Palencia La Casa Blanca ha pretendido una agenda en Medio Oriente que ha podido cumplirse parcialmente porque Biden ha retornado a su país sin ningún gran acuerdo signado ni con Arabia Saudita, ni con el resto de los países del Golfo, primordialmente en materia de seguridad y de defensa contra Irán y avanzar en el establecimiento de las relaciones de Israel con otros países de la región. Con Israel signó un acuerdo conjunto para evitar que Irán obtenga la bomba nuclear si bien Biden reiteró que está dispuesto a volver a la mesa de negociación con Irán para restablecer el Acuerdo Nuclear de 2015 abandonado por Trump –de manera unilateral– tres años después de su puesta en marcha. También viajó a Cisjordania, para reunirse en Belén con el líder de los palestinos, Mahmud Abas, a quien reiteró su apoyo a la Solución de los Dos Estados (todo lo contrario a la postura del republicano Trump) y reiteró que el pueblo palestino “se merece su propio Estado”. Ante el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el mandatario estadounidense anunció 201 millones de dólares para los programas de los refugiados palestinos de la ONU. Y ofreció un plan de 100 millones de dólares para reforzar los hospitales palestinos. El líder palestino solicitó a Biden que elimine de la lista de terroristas a la Organización para la Liberación de Palestina y que dé su visto bueno para abrir una oficina de Palestina en Washington. A colación Hay un intríngulis de intereses intrincados en Medio Oriente y participa la región además en varios de los llamados conflictos calientes: desde 2011, la intestina guerra civil en Siria en la que recalan los intereses de Rusia, Irán, Turquía, Israel, Arabia Saudita y Estados Unidos. Después está Yemen que también es pasto de los apetitos de estos países. A Estados Unidos le interesa mantener una relación estratégica con Arabia Saudita para hacer de contrapeso a los planes de Irán por obtener un rol más preponderante en la región respaldado por Rusia. La petrolera Saudi Aramco produce 10.3 millones de barriles diarios de petróleo, según Estados Unidos podría tener un margen de disponibilidad para bombear hasta 12 millones de barriles diarios. Sin embargo, Biden no logró convencer al régimen saudí a favor de que incrementase su producción diaria y el propio Abdelaziz bin Salmán, ministro de Energía de Arabia Saudita, cree que será hasta 2026 o 2027 cuando el país estará en condiciones de aumentar hasta 13.4 millones de barriles diarios. Biden no ha conseguido más petróleo, pero tampoco ningún acuerdo concreto con los países del Golfo tras la reunión de Jeddah, en Arabia Saudita, del 16 de julio pasado, con los líderes de Kuwait, Bahréin, Qatar, Jordania, Irak, Omán, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y el país anfitrión. Los líderes de los países árabes lo han escuchado, pero ninguno se ha posicionado a favor de apoyar a Estados Unidos en sus sanciones contra Rusia ni han mostrado su respaldo a Ucrania. Ninguno secundó las pretensiones de Washington por signar un gran acuerdo de seguridad regional y ni siquiera el fantasma de Irán los ha unido y es más algunos países como Emiratos Árabes Unidos están recibiendo los capitales rusos en su huida de Occidente. La política imperialista estadounidense enfrenta un vacío en Medio Oriente que no olvida todo lo que ha sucedido en Afganistán e Irak. Todo lo contrario, por un sendero sin baches, China avanza con sus inversiones y su política “amistosa” de la Nueva Ruta de la Seda. Estados Unidos habla el lenguaje de la guerra, de la defensa, de la disuasión y de crear frentes contra China, Irán y Rusia. La réplica desde Beijing llega a Medio Oriente en forma de inversiones: en Irak ha invertido 100 mil millones de dólares para el sector de la construcción y empresas como Power Construction Corporation of China tiene planes de edificar mil escuelas; en Omán ha invertido en el puerto de Duqm; en Irán invertirá 400 mil millones de dólares en diversos proyectos de infraestructura para el largo plazo. Pero hay más inyección de inversiones en otros países de la región. Estados Unidos enfrenta un claro vacío en la región. @claudialunapale