Luis Sigfrido Gómez Campos Donald Trump, en su ignorancia, ha negado que exista del cambio climático que se genera fundamentalmente por la explotación inmoderada de los recursos naturales. Jamás habíamos llegado a las altas temperaturas que estamos sufriendo; ni habíamos padecido la carencia de agua a los niveles actuales. Se acaba de expedir un decreto en el que se declara, como “asunto de seguridad nacional”, la emergencia por el desabasto de agua potable en la zona metropolitana de Monterrey, Nuevo León. Existe un pueblo de la tierra caliente michoacana donde es tradición que sus habitantes comenten: “oye, este año sí hubo más calor que el año pasado”, hecho que motivaba a la risa porque se dice que eso no era posible en virtud de que, si la temperatura aumentara por lo menos medio grado cada año, el pueblo ya se hubiera extinguido por achicharramiento. Pero eso que parece un mal chiste se está volviendo realidad por culpa de la ambición de los seres humanos que siguen devastando grandes regiones de coníferas para dedicarlos a otro tipo de cultivos supuestamente más redituables, entre otros daños irreparables a la ecología del planeta. Esta deforestación de grandes regiones de las zonas boscosas de México y el mundo se ha hecho con la complicidad de las autoridades que han tenido la responsabilidad de proteger la vida ecológica de esas regiones. No es posible que exista tanta devastación sin la connivencia de las autoridades. La crisis del agua en Nuevo León, por su gravedad, llamó la atención de la mayoría de los ciudadanos y de las autoridades que declararon que este es un asunto prioritario que debe atenderse porque se trata del abasto de líquido sin el cual los seres humanos no podrían vivir; se declaró como un asunto de seguridad nacional y se ordenó la perforación posos emergentes para abastecer de agua a los regios; se dispuso de dinero para las presas y la construcción de acueductos; así como se restringió temporalmente una parte del suministro a las empresas a las que se había concesionado el agua. Está bien, no podemos estar en desacuerdo con que se dé solución al problema de desabasto del agua a la región metropolitana de Monterrey, entendemos que es un problema humano sumamente grave, pero existen miles de colonias pobres a lo largo y ancho de la geografía del país que carecen de suministro del agua. ¿Por qué no aprovechamos la circunstancia creada por la necesidad de los regiomontanos y declaramos como “asunto de seguridad nacional” la carencia de este elemento en los cinturones de miseria de las grandes ciudades de nuestro país? Morelia es una de las ciudades más representativas del periodo virreinal de México cuyos trazos urbanísticos originales datan del siglo XVI; fue fundada en una loma y, a diferencia de otras ciudades importantes del mundo, no se edificó junto a un gran rio que la abasteciera de líquido para satisfacer las necesidades más apremiantes de sus habitantes. No, en esta loma no había agua y tuvo que construirse una obra hidráulica de gran calado para acarrear el agua a los habitantes de la ciudad. Debido a esta circunstancia, esta gran ciudad padece, no solamente en la época de estío, sino todo el año, la carencia del agua. Lo que no me explico es por qué las autoridades de la ciudad, que siempre han conocido de este problema, callaron durante muchos años y no pusieron grito en el cielo para que se declarara como “asunto de seguridad nacional”. Si así lo hubiéramos hecho, desde hace mucho tiempo alguna autoridad federal hubiera realizado grandes obras hidráulicas para resolver esta grave crisis en Morelia. Así como se viven sequías, en otras regiones del país los chubascos causan desgracias e inundaciones debido a la cantidad inmoderada de las lluvias que, en breves cantidades de tiempo, rebasan la capacidad de los sistemas de drenaje provocando innumerables daños. Tragedia similar se padece en los capos de cultivo de nuestro medio rural. Existen graves perturbaciones ambientales por el abuso que los seres humanos hemos hecho de las riquezas naturales. Una gran mayoría de científicos ambientalistas nos advierten de los riesgos a que nos conduce el abuso del planeta. El calentamiento global y sus efectos climatológicos no es una teoría sino una realidad que nos afecta de manera directa; los efectos de esta degradación ambiental, a mediano plazo, nos llevan inevitablemente a una catástrofe de consecuencias impredecibles. Aun así, cuando parece tan evidente el daño al sistema ecológico mundial por el cambio climático que padecemos, voces irresponsables sostienen la tesis, desde hace algunos años, de que el calentamiento global no es más que una farsa. De esta manera, apoyados en un planteamiento teórico poco serio y mal fundamentado, grandes consorcios que dañan el medio ambiente por intereses económicos, en contubernio con políticos ignorantes y malintencionados como Donald Trump, nos están llevando a un desastre planetario. No tengo nada en contra del desarrollo, pero cuando el avance industrial se realiza por encima de los intereses humanos, manifiesto mi total inconformidad. Quien haya permitido la instalación de una empresa contaminante en la zona de La Mintzita, en la ciudad de Morelia, la cual ocupa grandes cantidades de agua que la ciudadanía necesita, fue un político corrupto o muy tonto. luissigfrido@hotmail.com