Luis Sigfrido Gómez Campos Observé un video en las redes sociales en donde una persona quiere aplicar a un ciudadano “una inspección de rutina”, y el ciudadano, evidentemente molesto, le responde que no se va a dejar revisar y, específicamente le dice que las inspecciones de rutina no existen; que él no se va a bajar de su vehículo, mientras, el otro personaje que, por el contexto, podría ser un personaje dedicado a labores de seguridad pública, le argumenta que cómo no van a existir las inspecciones de rutina, que lo va a tener que acompañar a la oficina del C4, y el ciudadano, muy molesto, incluso con palabras altisonantes le replica que él no lo va a acompañar a ningún lado, que ni siquiera se va a bajar de su vehículo, que si lo quieren llevar a esa oficina van a tener que remolcarlo con grúa. Este tipo de testimonios que abundan en las redes sociales se repiten todos los días a lo largo de nuestro país, por lo que cabe preguntarse, por lo menos, quién tiene la razón en estas discusiones callejeras donde cualquier tipo, “autoridad”, que viste uniforme te pide bajar de tu auto para hacer “una revisión de rutina”. La lógica cotidiana nos dice que ese tipo de rutinas sí existen, y tan existen que no sólo en las redes sociales se multiplican esas acciones, sino en la vida cotidiana nos hemos acostumbrado a esas pesquisas sobre una parte de tu propiedad; por lo que la discusión no debe establecerse sobre la base de si existen o no existen. La discusión, en tal caso debe establecerse en el sentido si es correcto y, por supuesto, si está legalmente permitido. El argumento que esgrimen los personajes que dicen tener autoridad para hacer esas revisiones de rutina, si es que han sido capacitados, es que es por tu beneficio, por tu seguridad. Ante ese argumento, si tu consciencia está tranquila y no tienes nada que ocultar, bajas la guardia y te dejas revisar, sabiendo, en muchas ocasiones, que se trata de una invasión a tu privacidad, por lo menos. Es decir, lo haces más por temor a la “autoridad” que por convicción o respeto a una norma. Pa´ no meterte en discusiones estériles con sujetos que sólo cumplen órdenes y no son capaces de entender un razonamiento elemental, pues. Por lo que, para algunas personas sencillas, el argumento de que están velando por su seguridad puede parecerles correcto. El asunto se complica cuando la gente cuenta con un mínimo de instrucción o conocimientos de derecho; es decir, cuando pasamos a responder la pregunta de si ese tipo de actos están legalmente permitidos. La Constitución General de la República establece que “Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento”; y también establece el derecho para que toda persona pueda viajar por el territorio nacional sin necesidad de salvoconducto, pasaporte o carta de seguridad. Por lo que, al parecer, toda molestia que se ejecute contra los ciudadanos con el pretexto de realizar “una revisión de rutina”, se hace al margen de lo que establece la Carta Suprema y, por lo tanto, por encima de lo que la misma consagra. Por tanto, podemos colegir que el ciudadano que se resistía a la inspección de rutina argumentando que las inspecciones de rutina no existían, a fin de cuentas, tenía razón. Lo que quería decir es que no estaban permitidas, que el sujeto con uniforma no tenía ninguna base legal para actuar; sin embargo, en un contexto realista, todos sabemos que los jenízaros, soldados, guardias nacionales o policías ministeriales que comúnmente realizan esos trabajos “de rutina” no están capacitados, no conocen la ley y solamente cumplen órdenes de sus superiores jerárquicos. Ahora bien, la existencia de retenes o puntos de revisión, lamentablemente no sólo los establecen organismos públicos que pretenden realizar labores de seguridad pública; en algunas regiones hay retenes con personas que portan armas largas que no se sabe si pertenecen a grupos de los llamados autodefensa u otro tipo de organización; pero esos grupos generalmente no hacen revisiones de rutina. La pregunta necesaria es si debemos depositar nuestra confianza en los cuerpos de seguridad que realizan ese tipo de revisiones a nuestros vehículos o debemos oponernos porque en lugar de sentirnos protegidos nos hacen sentir vulnerables. Creo que la respuesta es que todos, gobernantes y gobernados, nos sujetemos al estricto cumplimiento de la ley. Vivir en un estado de derecho implica eso: el respeto irrestricto a las normas constitucionales y a todo el ordenamiento jurídico. Permitir la excepción en el cumplimento a la ley es vulnerar principios básicos de la convivencia. No podemos dejar que unos la cumplan y otros la quebranten. Los derechos humanos y las garantías establecidas en la Constitución General de la República son de cumplimiento irrestricto. La mayoría de los elementos de las corporaciones policiacas y de la Guardia Nacional no cuentan con derecho para detener a los ciudadanos para hacer revisiones de rutina. luissigfrido@hotmail.com