PUNTO NEURÁLGICO | El libre ejercicio de un derecho

Un ejercicio democrático que debería ser muestra de civismo, pero se ha transformado en una serie de argumentos que intentan ofender a quien más convence, cuando lo mejor seria luchar contra el odio, respetar otras opiniones y estar abiertos al dialogo, para así evitar que esto se convierta en una pelea de todos contra todos.

Luis Sigfrido Gómez Campos

En medio de un conflicto político que parece no tener fin se llevó a cabo este domingo la gran consulta ciudadana sobre la revocación de mandato al presidente López Obrador.

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Difícil tomar partido en una polémica donde se ha perdido todo respeto a quien piensa distinto. Se dice que en los sistemas democráticos la disidencia es sana y hasta necesaria, pero, en este momento, en nuestro país, los adversarios se miran con odio y se insultan a la menor provocación.

Un ejercicio democrático que debería ser muestra de civismo, lo hemos convertido en escenario de lucha donde se dirimen controversias de muy bajo relieve. No hay nivel. Los argumentos son repetitivos e intentan ofender más que convencer.

Aunque el presidente sigue teniendo altos estándares de aceptación, por diversas causas, algunas imputables a sus adversarios, éstos no se verán reflejados en las urnas. De cualquier forma, independientemente de la cantidad de votos que se logren recabar en un sentido o en otro, todos sabemos que Andrés Manuel López Obrador seguirá gobernando hasta el final de su período de seis años para el que fue electo.

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La oposición decidió emplear la estrategia de hacerle el vacío al presidente de la república en las urnas; mientras que, por su parte, los partidarios de la 4T se propusieron refrendarle la confianza a Andrés Manuel López Obrador, sabedores de que, acudir a votar es un acto simbólico de ratificación para mostrar el consenso legitimador, más que un ejercicio necesario que ponga en riesgo la continuidad del proyecto lopezobradorista.

Ambas partes exigen fidelidad y definición política. En este proceso no hay medias tintas, o estás con López Obrador, o estás en su contra. Y estar en contra significa participar en el intercambio de información muy agresiva dirigida a criticar al presidente y su estrategia; mientras que estar afavor implica una entrega total sin reserva ni cuestionamiento. Ambas opciones me parecen incorrectas cuando se asumen sin razonar.

He expresado en varias ocasiones algunas virtudes de la 4T, como, por ejemplo, la opción de “por el bien de todos primero los pobres”; la austeridad republicana; el combate a la corrupción, o incluso la búsqueda de una opción distinta del combate al crimen organizado en lugar de la guerra sin cuartel que deja efectos colaterales indeseables. Pero me reservo el derecho a un disentir razonado respecto a la forma de llevar a la práctica estos nobles principios.

Considero que todos debemos contribuir sin prejuicios y de manera racional a luchar contra el odio y la polarización entre las clases sociales de nuestro país; que estamos obligadosa elevar el nivel de discusión sobre los grandes temas nacionales y que debemos respetar el derecho a la participación política de quien piensa distinto sin tener que acabar como enemigos.

Me resisto a la utilización de epítetos ofensivos como los de “chairo” o “fifí” que son racistas y usados para descalificar y no aportan nada a una discusión que debería ser edificante. También me resisto a compartir memes o mensajes infamantes, por graciosos que pudieran parecer, aunque la mayoría son simplemente vulgares.

La participación política, en cualquiera de sus sentidos, debería ser voluntaria, ajena a cualquier intimidación o presión.

Los organismos electorales son y deberían ser árbitros imparciales, peritos conocedores de la materia electoral.

No comparto la idea de que deberían ser puestos de elección popular, no obstante, estoy abierto a escuchar las distintas consideraciones para madurar mi razonamiento. Estoy convencido que no solamente existen las opciones extremas de blanco o negro, pues en medio existen una serie de matices que le dan vida y sentido a las relaciones políticas.

El día de hoy ya sabemos que los opositores a la 4T se mofan de los pobres resultados de la consulta ciudadana de la revocación de mandato, comparando los resultados con los votos obtenidos en las pasadas contiendas electorales en las queAndrés Manuel López Obrador obtuvo más de 30 millones de votos; y también sabemos que los partidarios del presidente consideran exitoso este ejercicio de democracia participativa y responsabilizan al árbitro electoral de no promover suficientemente que los ciudadanos acudieran a las urnas, así como de instalarun reducido número decasillas que dificultaron la participación del pueblo.

Vivimos, lamentablemente, en un círculo vicioso del que es muy difícil salir porque todos culpan a sus oponentes de realizar acciones perversas que dañan al pueblo y a las instituciones de la patria, pero nadie hace un recuento de las propias que contribuyen a envilecer el entorno político.

De cualquier modo, e independientemente de los resultados de esta encuesta ciudadana, creo que estamos frente a un hecho político de gran importancia que tendrá que rendir sus mejores frutos en el futuro. Hoy la patria se debate en estériles discusiones y repartimiento de culpas, pero este primer ensayo sobre revocación de mandato a un presidente, es sólo el principio de una nueva facultad política para el pueblo de México.

luissigfrido@hotmail.com