PUNTO NEURÁLGICO | La misoginia

El machismo y la agresividad hacia el género femenino permea dentro de todos los niveles de la sociedad, independiente del nivel de ilustración académica formal que se tenga.

Luis Sigfrido Gómez Campos

“Por eso las matan” les dijo un taxista a dos mujeres que decidieron bajarse del vehículo de servicio público que conducía un chofer de taxi, cuando éste les dijo que no las llevaría hasta el sitio que le solicitaban porque hasta allá no llegaba. Las mujeres denunciaron al tipo ante las autoridades y al parecer lo sancionaron por violencia de género y quitándole la licencia de taxista. El cronista de TV Azteca que comunica de estos hechos refirió, supuestamente indignado: “no es momento para hacer…” y corrige en el acto “ni este ni ninguno, una broma de este tipo, ni con esas palabras…”

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El subconsciente traicionó la mente obtusa de este comunicador al hacerlo decir que este no es el momento para decir lo que se dijo, aunque después haya corregido, pero además para el comunicador se trata de una broma. Ese precisamente es el meollo del asunto, pensar que actos como este solamente están en ese ámbito superficial de una mala broma y el taxista se equivocó de momento para decir lo que dijo porque el ambiente social está muy crispado y puede molestar a alguien lo que dijo; o, según esto, en caso de que pudiéramos pensar que se trata de una broma, podría haberlo dicho con otras palabras, según el comunicador.

Lo grave es que el mal social que padecemos es tan profundo y arraigado que no solamente se trata de que tengamos taxistas machistas con un alto grado de peligrosidad por su bajísimo nivel sociocultural, contaminados por una narcocultura cada vez más aceptada y un alto grado de agresividad; ni que tengamos comunicadores incompetentes y sin preparación para abordar temas de género. Lo grave es que este machismo y esta agresividad hacia el género femenino, esa misoginia, para ser más precisos, permea todos los niveles de la sociedad independiente del nivel de ilustración académica formal que se tenga.

La misoginia, es definida como “el odio, aversión o desconfianza a la mujer”; un diccionario de otra lengua expande la definición para incluir no sólo el odio a la mujer si no que agrega “prejuicios arraigados contra la mujer”, y es que estos prejuicios existen desde la antigüedad. Aristóteles, el gran filósofo griego de la antigüedad, afirmaba sin ambages que las mujeres son inferiores a los hombres; el propio Sócrates dijo que la mujer está hecha para “pertenecer” a los hombres. Nunca dice que el hombre pueda pertenecer a las mujeres.

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La religión se ha encargado de promover a través de sus libros sagrados y las prédicas dogmáticas de sus líderes la inferioridad de las mujeres.

Un libro de cienciología, escrito por L. Ron Hubbard, dice, entre otras lindezas: “Una sociedad en la que a las mujeres se les enseña cualquier cosa que no sea el manejo de una familia, el cuidado de los hombres y la creación de la generación futura es una sociedad que está en vías de extinción”, órale, cualquier cosa que esto sea, religión, secta o ideología conlleva un gran prejuicio hacia las mujeres.

Schopenhauer, el gran filoso alemán del siglo XIX afirmaba que las mujeres “por naturaleza deben obedecer” ya que son “infantiles, frívolas y de poca visión”, también decía que ninguna mujer jamás ha producido ningún gran arte o trabajo de valor trascendente y que además no poseían ninguna belleza real, “en lugar de llamarlas hermosas sería más justo describir a las mujeres como el sexo antiestético”. No cabe duda que este filósofo tenía un grave problema con las mujeres.

El propio Nietzsche afirmaba: “¿Usted va a las mujeres? ¡No olvide el látigo!”. Aunque muchos seguidores lo intenten defender diciendo que se trata de una metáfora, se trata de una metáfora muy desafortunada difícil de desenmarañar por su profundo sentido misógino.

Por último, ya para dejar a los grandes filósofos, Hegel, otro genio inconmensurable de la filosofía, sostenía que “las mujeres son capaces de la educación, pero no se hacen para actividades que exigen una facultad universal como las ciencias más avanzadas, la filosofía y ciertas formas de producción artística ... Las mujeres regulan sus acciones no por las exigencias de universalidad, sino por inclinaciones arbitrarias y opiniones”.

Ahora bien, si así pensaban los grandes filósofos respecto de las mujeres, qué podemos esperar en la actualidad de algunos taxistas tercermundistas que eligieron esa forma de ganarse el sustento precisamente porque esta sociedad capitalista, neoliberal y egoísta no les brindó la oportunidad de dedicarse a otra actividad que desarrollara su sentido humanista frente a la sociedad en que viven. Pero, como ya dije, la misoginia, el odio hacia las mujeres, es un prejuicio generalizado que no discrimina niveles de formación académica o cultural. Es una ideología sexista que penetra en todos los estratos y niveles socioeconómicos; es un mal difícil de erradicar.

Un caso muy particular, en nuestro medio, es el del padre pistolas, un sacerdote dicharachero y malhablado, que se ha hecho famoso en las redes sociales porque dice que él anda armado porque primero se lleva por delante a un cristiano que recibir una bala; pero además hace gala de su misoginia expresando vulgaridades y ofensas en contra de las mujeres. Pero lo peor de todo es que es muy popular, lo sigue la gente y no existe poder eclesiástico o civil que lo pare.

luissigfrido@hotmail.com