Luis Sigfrido Gómez Campos Los propósitos y deseos de año nuevo los hacemos cada quien desde nuestra íntima necesidad y óptica, por lo que, cuando los formulamos, influyen sin duda: grado de embriaguez o sobriedad; estado de tranquilidad y reposo o la premura de en su elaboración, por ejemplo, cuando se comen las uvas durante las doce campanadas; grado de conciencia social, la pertenencia a una determinada clase muchas veces determina que seamos individualistas o que pensemos en el prójimo; nivel de ilustración, de vanidad o frivolidad que cada quien se cargue. Esas condiciones del ser humano, en el momento de formular nuestros propósitos y deseos, influyen en nuestra mente para lo que queremossea este 2022 que estamos iniciando. Una lista de propósitos y deseos es un buen hábito de las personas que les gusta planificar y que no les gusta vivir al garete; es una buena costumbre de la gente reflexiva que se resista al ahí se va. Lo correcto es darse el tiempo para escribir esa lista, de esa manera se puede elegir correctamente lo que verdaderamente deseamos y nos proponemos realizar durante el año que inicia. Las cosas que se hacen a vuelo de pájaro no resultan. Si todo lo dejamos, no al cuarto para las doce, sino a la meritas doce, cuando están sonando las campanadas que anuncian la llegada del nuevo año, se nos van a ocurrir puras vanidades: algunas mujeres querrán bubis, traseros o liposucciones que lleguen a corregir su falta de disciplina o lo que la naturaleza no les prodigó; muchos hombres desearán tener a la mujer de su prójimo o a la de sus sueños, o querrán una moto hasta un perro. Pero todo producto de la improvisación, porque si estas mismas personas se tomaran la oportunidad de organizar su mente, seguramente se darían cuanta que existen en su vida prioridades más importantes. El ámbito de los propósitos es distinto al de los deseos. Los propósitos se dirigen al yo interno que nos reclama que dejemos los malos hábitos y que pongamos nuestro mejor esfuerzo en realizar todas esas cosas que cada año nos proponemos y que no hemos podido concretar por una u otra causa. Pero los propósitos son posibilidades viables, todo es cuestión de que nos despabilemos y pongamos en marcha nuestra energía en la realización de nuestras propias causas. Son cosas que generalmente están a nuestro alcance, pues. Y el ámbito de los deseos no tiene límites. En estaesfera se puede ser todo lo ambicioso que uno quiera. Se puede pedir desde la paz universal hasta obtener el premio mayor de la lotería sin comprar boleto. Los únicos límites que existen en este campo de los deseos son los de nuestra mente. Los estados de frustración amorosa pueden llevar a plantear propósitos de sanación mental que destierren todo el dolor acumulado por el fracaso de una honda relación afectiva. Para estos casos existe una canción muy recomendable, profunda y dolorosa que sugiere la fórmula para la sanación del alma al inicio de cada año. Es una vieja canción del compositor Rubén Fuentes, que interpretara Marco Antonio Muñiz y que, en magnífica versión un poco más contemporánea, canta el joven prodigioso Rodrigo de la Cadena, se llama: Para empezar el año y, entre otras cosas dice lo siguiente: “Para el año que inicia… hago el propósito formal de no buscarte, un poco de ejercicio… y en dos semanas luciré como estandarte; las cosas de la vida las veré de otro color, con fiestas con amigos, con amores de ocasiones…” Obviamente, el propósito de bajar de peso en dos semanas es una empresa exagerada, nadie puede llegar a lucir una apariencia delgada en 16 días, y menos después de los excesos de las fiestas de diciembre, pero la licencia poética permite no interpretar las cosas con demasiado rigor y, por lo tanto, concluimos que resulta válido. En otra parte de la canción se exhibe un alto grado de frustración amorosa: “Para empezar el año… voy a cantar una canción que te haga daño; para empezar el año… voy a decirte que mi amor no hace verano; que vivo muy feliz sin tu cariño, sin tenerte aquí a mi lado, ya me puedo mover, no vivo encadenado”; y la canción termina con una frase demoledora que revela toda la contradicción y frustración amorosa que se lleva dentro: “Para empezar el año… voy a decirte por fin… cuanto te extraño”. En otro ámbito de los propósitos y los deseos de año nuevo están los de aspirar a ser una mejor persona, desterrar los viejos vicios, ser más amoroso con tus semejantes y no olvidar que, si Dios o la vida han sido muy generosos en prodigarnos cierto grado de paz y bienestar, existen otras personas en nuestro entorno que no tienen la dicha de disfrutar las mismas cosas que otros tenemos. El año 2021 particularmente fue un año de muchas desgracias. Nos tocó padecer el segundo año de pandemia con todo el infortunio que trajo para muchos. Vimos morir familiares y seres queridos y, lamentablemente, la cantidad de personas que viven en situación de miseria extrema se cuentan por millones. Lo anterior nos debe llevar a la reflexión de que en nuestros propósitos y deseos de año nuevo debemos incluir a quienes menos tienen y a quienes no han tenido la fortuna de gozar de la salud, la paz y el bienestar de que algunos sí disfrutamos. Para empezar el año hay que cantar un himno de esperanza.