Luis Sigfrido Gómez Campos Sólo falta un debate y todo pareceindicar que Andrés Manuel López Obrador, candidato de La Coalición Juntos haremos historia, y del partido MORENA, seguirá como puntero y al final resultará electo presidente de la república por el voto popular. Digo, sólo que ocurriera algún hecho verdaderamente insólito que pudiera revertir esta tendencia, pero sería difícil que a estas alturas del proceso electoral mexicanose diera un cambio brusco. De esto se han dado cuenta no sólo los politólogos, encuestadores, analistas y ciudadanos indecisos, sino un buen número de advenedizos que, acostumbrados a estar bajo la sombra del poder, buscan desesperados acomodarse a un ladito de ya saben quién para cobijarse bajo su manto protector. Porque como dijerael jarochoCésar Garizurieta, a quien por mal nombre todos conocían como“El Tlacuache”: vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. Lo importante es salir en la foto, estar cerca del candidato y manifestarle que siempre se ha tenido la certeza de que él era el predestinado para llegar a la grande; que quienes lo combatieron en el pasado son gente perversa ligada a los intereses de la mafia en el poder, los enemigos del pueblo.Hay que dejar bien claro que jamás se tuvo duda alguna respecto a su idoneidad y capacidad; que siempre se supo que él representaba los verdaderos y legítimos intereses del pueblo. La estrategia del político tabasqueño fue abrir las puertas a todo aquel que representara los intereses de algún grupo. Algo aprendió en las dos elecciones presidenciales pasadas en las que perdió por una mínima diferencia, entre otras cosas, porque se reservó el derecho de admisión sólo para aquellos que no tuvieran ninguna mácula o pasado sospechoso. Hoy,el líder es mucho más flexible. En su proyecto de nacióncaben todos. Precisamente esa es la crítica que propios y extraños le formulan. Sin embargo, pareciera que por lo menos en el primer círculo, el del gabinete anunciado a finales del año pasado, no se colaron personajes de los que se pudiera conjeturaralgúnpasado turbio. Cosa distinta ocurrió en la designación de candidatos a diputados, senadores, presidentes municipales y regidores ungidos por la coalición Juntos haremos historia desperdigados por toda la geografía nacional. En algunos casos, los más sonados, el mismo López Obrador tuvo que dar su anuencia para que pudieran ser candidatos. Néstora Salgado, el Doctor José ManuelMireles y el exlíder mineroNapoleón Gómez Urrutia solamente pudieron haber sido candidatos con la anuencia directa del propio candidato a la Presidencia de la República. Fue parte de su estrategia, se trata de personajes controversiales que, aunque tengan detractores, tienen un porcentaje amplio de ciudadanos que cree en ellos, en su inocencia, en su buena fe y en su liderazgo. ¿Cómo no haber aprovechado ese potencial electoral? Pudiera entenderse como un asunto de identidad ideológica y aproximación de convicciones, pero en el fondo está el pragmatismo electoral. No dejar cabo suelto. Si tenemos que hacer pactos con “la maestra” o con el mismísimo demonio, hay que hacerlos. Siempre y cuando no se rebase cierto límite de coherencia en los ideales. Salvo esos casos de personajes que generan controversia, resulta prácticamente imposible que se le pudiera adjudicar la responsabilidad al peje en los miles de candidatos a todos los puestos de elección popular que hay en el país. Se tuvieron que negociar muchísimas posiciones con los partidos coaligados y en muchosotros casoshubo que confiar en los líderes locales que eligieron a los candidatosde acuerdo a sus intereses, convicciones y, en muchos casos, parentescos. Seguramente habrá candidatos de La Coalición Juntos haremos historiaque ganarán por la inercia del lopezobradorismo que posiblemente arrasará el primero de julio, algunos de ellos sin mérito y con pasado turbio, otros, por los méritos en campaña, una larguísima campaña de tres procesos electorales fatigosos y frustrantes. Pero la enorme cantidad de cargos públicos que dependen de la administración pública federal es amplísima y, en el caso de que se designe Presidente de todos los mexicanos a López Obrador, se tendrá que nombrar a ciudadanos honestos y capaces dispuestos a trabajar en condiciones totalmente distintas a como hasta hoy se ha venido trabajando; es decir, tendrán que entender que, si la nueva moral republicana implica austeridad, no deben ganar los mismos salarios que los funcionarios de confianza federales han ganado hasta hoy y, sin embargo, tendrán la enorme responsabilidad de practicar la más escrupulosa honradez en todos y cada uno de sus actos, pues tendrán la mirada vigilante de sus compañeros de convicción y de los ciudadanos que creen en las promesas de un cambio. Considero difícil, prácticamente imposible, que no se cuelen personajes poco deseables, de esos que no pueden vivir fuera del presupuesto y que han subsistido toda su vida de la dádiva y la corrupción, esos que se saben acomodar en toda administración independientemente de su militancia y carencia de ideología, y que se han encargado de acuñar esa frase dizque graciosa como parte de la cultura nacional: “a mí pónganme donde hay que de lo demás yo me encargo”. luissigfrido@hotmail.com